Nuevo esfuerzo en formato banda, en el que regresa a los sonidos más ruidosos y guitarreros de sus primeros lanzamientos y parece haber aparcado las formas de los flirteos con el hip-hop y el R&B de su trabajo anterior (Peacemeal, 2021), aunque quizá fuese este último un amor pasajero provocado por el hecho de quedarse, a cuenta del confinamiento, colgado en casa con poco más que sus cacharros de hacer música como único medio de entretenimiento y trabajo.
En cualquier caso, parece que sus nuevas composiciones no han perdido ni el filo ni el ángulo («Entitled Man», «Anything But This» renuevan la fe en el punk-rock) y, lo que es más de celebrar aún, sus letras como comentarios de la realidad («At Least I’m Dancing», «Foreground Music»), siguen entrando como rodillazos en la entrepierna de la conciencia de nuestra sociedad consumista, asustadiza y poco dada a las reacciones resolutivas. Entre risas y bailecitos tontorrones, sí, pero ya se sabe que entre broma y broma, la verdad asoma.
Texto: Fermín García