Discomático

Riverside – ID.Entity (Mystic Production)

Riverside – ID.Entity | Science of Noise - Rock MagazinePese a la publicación de dos directos en el impasse, casi un lustro sin nuevo material de estudio había generado una notable expectación entre los fans de Riverside. Su anterior Wasteland (2018) era un trabajo excelente pero lúgubre, fúnebre incluso, marcado de principio a fin por la muerte de su guitarra Piotr Grudzinski. Un duelo necesario cuyo término vendría marcado, acaso, por el tono más ligero y optimista de este nuevo álbum. De hecho, la canción que lo abre es un potencial hit de ropajes synth pop; un experimento mucho más allá de lo anecdótico, con el que adelantan por la derecha los similares pasatiempos de Steven Wilson en The Future Bites (2020). No tardan, en cualquier caso, en regresar a terrenos más conocidos. Tanto «Landmine Blast» como «Big Tech Brother» recuperan sus señas de identidad más reconocibles, (mención especial al bajo del señor Duda en la primera, marca de la casa) entrando en lo progresivo siempre desde lo conciso y lo concreto. Una falta de devaneos que trasladan a los trece minutos de «The Place Where I Belong», una suite de texturas acústicas, de suaves altibajos, que acaba por revelarse como uno de los platos fuertes del menú junto a «Self-Aware», segundo single y tema que cierra el disco de forma espectacular: ritmo infeccioso, guitarras alternativas y un estribillo magistral.

Decíamos antes del tono más luminoso de ID.Entity, algo que salta al oído desde la primera reproducción. No así en lo lírico que, pese a no ahondar en terrenos lóbregos, sí se mueve feroz entre la denuncia, el compromiso y la constatación de diversos males que nos aquejan. Como sociedad y como civilización. No hace falta ser muy perspicaz para adivinar de qué tratan temas con títulos como «Post Truth» o «Big Tech Brother», y a poco que uno ponga bien la oreja le llegarán mensajes tan críticos como, en el fondo, cabreados. Un contraste entre música y lírica que funciona en perfecto contrapunto y que finalmente nos entrega, a principios de febrero, uno de los mejores discos del año. Un disco que vuelve a demostrar, por si a alguien le quedaba alguna duda, que los polacos juegan en otra liga.

 

Eloy Pérez

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