Encuentros

Heden ‘StarTrip, el bueno, el feo y el malo, versión espacial

 

Un italiano, un colombiano y un barcelonés. Da para la narración inicial de un chiste, pero quedan lejos de ser un acudido. Son una de las bandas más efectivas en directo de la escena barcelonesa asociadas a la escena underground sicodélica y demás variados. Su reciente actuación en la sala Upload abriendo para L.A. Witch nos dejó levitando unos días. Jason (el italiano, cuyo nombre real es Cosimo Di Mateis, lo que viene a ser en el espacio Cosmo De Max) es un frontman total, dinámico, divertido y excitante.  Sus compañeros le arropan y le miman, conscientes de que este es un trabajo en equipo aún cuando las miradas van hacia el tipo en el frente. Nos encontramos para charlar de su directo, del futuro y de la publicación de su primer largo: Dark Western Sound For The Ghost Towns.

Ponedme un poco en situación.

David Abandonado (Bajista): Soy colombiano y la música que me enganchó fue el hard core de los noventa. Teníamos una banda llamada Exigencia, en la que tocaba la guitarra y con la que grabé un disco e hicimos cosas muy chulas. Pero me tuve que venir a España y una vez aquí me fue complicado encontrar algo que se adaptase a lo que se me pasaba por la cabeza. Pero un amigo me echó el guante, con la condición de tocar el bajo, y me enamoré del instrumento. Después conocí a Carles, que estaba en la banda Tirin’ Milles, y teníamos amigos en común.

Carles Martín (Baterista): Nos conocíamos, pero lo divertido aquí es que tan pronto conocí a Jason (aka Cosmo De Max) a través de su novia, me propuso entrar en la banda. Y en el primer ensayo me encontré con David. Una casualidad.

Jason Jeans (Vocalista; guitarrista): Estaba desesperado buscando un batería para recomponer el Startrip y a través de un amigo en común de Noemí Mont, mi pareja entonces, di con Carles. ¿Y sabes qué día nos conocimos en persona? El 31 de octubre de 2017 en Rocksound, día de vuestro concierto (Schizophrenic Spacers) con Mark & The Clouds. El gran complot del universo.

Carles: Volviendo a la pregunta, toqué unos años la batería, hasta los 19. Luego me pasé a la guitarra, pero nunca me había tomado en serio lo de ser parte de un proyecto.

Jason, sé que cursaste universidad en Bolonia y uno de tus compañeros era Marco Magnani, el líder de Instant Flight y Mark & The Clouds. Pero, ¿cómo llegaste a Barcelona?

Jason: Llegué a Barcelona por amor hace quince años. No sabía ni situar la ciudad en un mapa. Pero mi pareja de entonces ganó una beca para estudiar en una escuela de teatro y como ella no quería una relación a distancia me dio un ultimátum: o vienes conmigo o la relación se acaba. Así que llegué a Barcelona con la idea de pasar un año sabático y disfrutar, pues mi plan era volver a Italia, ya que en Bolonia, mi ciudad de procedencia, tenía mi vida, mis proyectos musicales, la gente de mi entorno… No tenía pensado hacer gran cosa en Barcelona. Pero se acabó la relación con mi pareja y conocí a un tipo que me convenció para quedarme, alegando que si quería vivir de la música, cosa que yo buscaba, en Barcelona era posible. Así que empecé siendo músico callejero, cosa que jamás había considerado, porque malentendía que eso daba solo para cuatro monedas, para un bocadillo y poco más. Pero me puse las pilas, me saqué los carnets pertinentes, la cosa empezó a funcionar, y con la broma, llevo quince años dando por culo.

¿En qué espacios sueles tocar?

Jason: Pues puedes verme tanto en el metro como en la calle. Estuve diez años tocando para los turistas en Park Güell. Y después de la pandemia me mudé al Castillo de Montjuïc. ¿Qué toco? Pues antes hacía muchas versiones, llevándolas siempre a mi salsa. Pero después de haber tocado el ochenta por ciento de la historia del rock dos millones de veces, empecé a inventarme canciones de forma instantánea. Podría grabar un disco diario, pues como lo registro todo he acabado con 1.500 canciones. Me gusta mi trabajo, porque estoy al aire libre y puedo ser creativo. Además, al tocar para la gente veo cómo funcionan las canciones. Hay canciones que me parecen geniales pero nadie me echa un céntimo. Y otras, sin embargo, funcionan y la gente te lo hace saber. Es una buena forma de sentir si una canción tiene potencial.

Heden ‘Startrip es un proyecto con años, ¿verdad?

David: Claro, somos su cuarta o quinta formación. (Risas)

Jason: Sí, el proyecto empieza al poco de llegar yo a Barcelona. Ha tenido diferentes nombres y han pasado varios músicos, pero nunca había estabilidad con gente entrando y saliendo, peleas, discusiones… Así que nunca encontré una banda estable y, sobretodo, con un mínimo de nivel. Hasta que llegaron ellos. No puedo pedir más.

Lo cierto es que lo que compones no parte de un rock común, y debías encontrar a los tipos con la suficiente abertura musical para poder tirar adelante esa idea.

Jason: Claro, claro. Siempre he tenido problemas para encontrar a músicos que le guste este tipo de rock, tan freak. Siempre me ha interesado más el underground del rock and roll, la gente que está al margen del posible éxito, aunque triunfe a la larga. Me gusta la experimentación, pues vengo de Frank Zappa, Velvet Underground, los Seeds, 13th Floor Elevators, Os Mutantes… Eso es lo que más me gusta.

El sonido de la banda tiene un pie que va del 65 al 69 y otro anclado en Marte.

Jason: La sicodelia californiana es mi escuela. Y el freakbeat inglés.  Así que mi idea era fusionar todo esto con la música de Ennio Morricone, que es mi gran maestro. Quería crear la banda sonora de un spaghetti western y combinarlo con una música hecha en el espacio.

¿Todos los temas están cantados en italiano?

Carles: Excepto dos; «Salomé», en castellano,  y «Space Woman», en inglés.

Jason: Siempre he preferido hacerlo en mi propio idioma porque es el que domino. Pero me gusta experimentar con los idiomas, y hasta tengo una canción en catalán, ya que cada idioma tiene un sonido, su cosa especial. Me encantaría poder cantar en francés, en portugués… Me gusta mucho el tropicalismo. Pero a veces me invento los idiomas. (Risas). Sobre todo cuando toco en el Castillo de Montjuïc. Canto cosas supuestamente en inglés, pero tan siquiera yo sé lo que estoy diciendo.

Me sorprende, pensaba que sí hablabas inglés.

Jason: Qué va. Lo puedo leer, y sé algunas palabras. Pero no puedo construir frases ni tener un dialogo fluido. Así que me invento un inglés cuando canto, o directamente invento una lengua nueva.

¿Estáis contentos con la grabación del álbum?

Carles: Yo hubiera esperado un poco, para acabar de afinar cuatro cosas. Pero Jason insistió en entrar a grabar. Fue todo rápido, ya que la base la grabamos del tirón.

Jason: Teníamos un tiempo limitado, porque el presupuesto era bajo, y lo hicimos lo mejor posible. Personalmente, estoy muy satisfecho. Claro que siempre se puede hacer mejor y así será para el segundo.

Aunque opino que el directo es vuestra mayor baza, me gusta la originalidad del disco, aún sintiendo que las canciones son excesivamente largas y echo un falta una mayor sonoridad en las guitarras. Quizás una guitarra de apoyo hubiera sido un buen refuerzo.

Jason: Hay canciones que sí tienen una segunda guitarra, pero se han perdido en la mezcla.  Pero la verdad es que intentamos mantener el concepto de power trío: bajo, batería y guitarra.

Al final, un disco es un disco y hay que utilizar las armas lo mejor posible. El directo es otro cantar, pero este no siempre tiene que reflejarse fielmente en una grabación.

Carles: Queríamos carne con patatas con el mínimo aderezo.

Jason: Probamos a grabar el disco con claca, pero perdía humanidad. Por ello acabó siendo lo más parecido a nuestros directos y en los conciertos solo hay un guitarrista.

Carles: El metrónomo nos hacía ser milimétricos. De esta forma suena más espontaneo, menos preciso.

David: La claqueta sirve para ensayar y cuadrar, pero se pierde la complicidad con el grupo. Mata la espontaneidad.

¿De dónde procede el maquillaje y la puesta escénica?

Jason: Es algo que procede de mi época en Italia, donde ya jugaba con esto, pues un directo tiene que ofrecer lo que no ofrece el disco. Un show debe ser algo atractivo y para mí es algo natural, pues en Italia pertenecí a una compañía teatral durante diez años. Lo llevo conmigo. El tema de las vestimentas es algo difícil con ellos dos…

Carles, ¡¡tú eres fan de Kiss y Alice Cooper!!

Jason: Eso le digo siempre.

Carles: A veces tocamos para diez personas en un bar…

(Interrumpiendo) Jason: ¡Da igual! ¡Da igual!

Qué importan diez que diez mil.

Jason: ¡Díselo!

Carles: A ver, toco siempre con la misma intensidad, pero me contrae el maquillaje cuando viene poca gente.

Jason: ¡Tienes que creértelo!

David: El disco nos ayudó a dar un salto de calidad en cuanto a sonido. Así que el hecho de pintarte y tocar mal es diferente a pintarte y tocar bien.

Jason: He logrado que vistan siempre de negro y parecemos más compactos visualmente. Pero tenemos que dar un paso adelante e ir un poco más allá. Mi sueño húmedo es tener un poco de pasta para fichar a un sastre y nos haga unos trajes como los de El bueno, el feo y el malo versión espacial. Quiero que todos destaquemos, no solo yo.

Creo que tenéis un magnetismo especial en el escenario. Lo comprobé hace bien poco en la sala Upload, cuando abristeis para L.A. Witch.

Jason: No tenemos gran poder de convocatoria, pero al menos no pasamos desapercibidos. La gente nos ve y piensa «¿Qué mierda hacen estos tíos?». Hay cierta intriga.

El año pasado debutasteis en el Barcelona Psych Fest.

Jason: Sí, abrimos para Smoke On The Water. Uy, no… (Risas)

Carles: Echoes In Smoke.

Jason: No eran psicodelia, sino otro rollo. Cantaba una chica chilena.

Carles: Eran curiosos.

David: Bailamos entre el circuito psicodélico y lo que nos va cayendo. Jason es el que tiene ese background más sesentero.

Jason, ¿oías todo esto en tu formación en Italia?

Lo primero que compré fueron los recopilatorios azul y rojo de los Beatles. Luego un puñado de discos de rockabilly 50’s. Hasta que descubrí a los Doors, que me cambiaron la vida. Con ellos vi la luz. Y de ahí fui descubriendo cosas: la sicodelia turca, el progresivo italiano de los setenta, la música brasileña, japonesa… Pero lo mío es eso, The Doors, Syd Barrett… O Balletto Di Bronzo, banda italiana, muy adelantados a su época. Su disco YS me cambió la vida.

 

Texto: Sergio Martos

 

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