No vale la pena perder ni en segundo en intentar justificar la influencia del primer Dylan en Tom Ovans. Es algo que está ahí y ya está. Pero ¿le impide eso hacer grandes canciones? Rotundamente no. De hecho, Ovans hace muy buenas canciones. Las interpreta a “lo Dylan”, sí, pero su folk-blues funciona en base a muy buenas letras y buenas melodías. Nacido en Boston, aunque con una larga temporada viviendo en Nashville, ahora vive en Texas y asegura que eso le ha influido profundamente. Sinceramente no es algo que se acaba de vislumbrar, y la presencia de los sonidos del Greenwich Village de los sesenta parece cubrir todo el trabajo. Pero oigan, las escuchas parece que todo lo curan, y conforme las canciones pasan, para volver a empezar de nuevo, parece aflorar una personalidad escondida a todas luces imperceptible al principio. De hecho, temas como la titular «The Cure» no admiten duda pero cuando oyes una y otra vez tonadas como «Louisse Ann» la cosa cambia. Diecisiete canciones que integran el segundo disco de este francotirador acústico en los últimos dos años tras seis de silencio y algo de lógica básica. Premisa mayor: Bob Dylan cantaba y componía así y nos gusta. Premisa menor: Tom Ovans se parece mucho a ese Bob Dylan. Conclusión: Tom Ovans nos gusta. Si no se cumple la mayor, pasen página.
Eduardo Izquierdo