Hay pocos verdades universales, pero esta es una de ellas, nada surge aparece o brota de la nada, todo pasa por algo, y en el ámbito de la cultura popular, más todavía. El FICX (Festival Internacional de Cine de Gijón) comenzó siendo un festival que trataba del cine dedicado a la infancia y juventud hasta que se convirtió en algo anacrónico y tras deambular por la zona gris durante unos años, se decidió, dirigido por José Luis Cienfuegos, que lo suyo era especializarse en el cine que se hacía fuera del radar, los parámetros y los presupuestos de la industria. Esta actitud, la de prestar atención a lo que formaba parte del ámbito que damos en llamar “Underground”, una consecuencia directa del éxito comercial del “Nevermind”, decidió ir d ella mano de la música, de cierto tipo de música, también lejos de los parámetros comercialmente convencionales. Y de ahí esta fusión con el Gijón Sound Festival (GSF), quien durante la semana del festival de cine, aderezó las noches en sala grande (Albeniz) y sala intensa (Tizón Sound Club), presentando un menú con sesiones a los platos y mucha, mucha música en directo, desde los vitamínicos Meanies, que hicieron temblar los cimientos del Tizón como los New York Dolls en el Mercer Arts, o los Sadies, tal vez dándole un aire demasiado funcionarial a su leyenda, tras la seda folk envolvente de Kacy & Clayton, personalmente disfruté como un energúmeno en al noche en la que Tigre y Diamante, cada vez más amplios, cada vez con mejor sonido, cada vez mejores en lo que va más allá de una experiencia para convertirse en una banda que crece tema a tema, directo a directo, con Oscar Ybarra (Ex Coronas, ex Marlango) dándole ese aire fronterizo suyo con la trompeta, y luego Doctor Explosión en al que sin duda es la mejor vuelta imaginada o imaginable, su nuevo disco “Superioridad Moral” igual o mejora su repertorio anterior y encima se dieron el lujo de subir a Felix Alimañana, su bajista original.
Y lujo, pero lujo lisérgico, onírico, caústico, eléctrico y acústico es el que maneja en escena y en su nueva referencia (”Zoom”, no se lo pierdan), todo eso es lo que maneja con maestría Fee Reega, más madura y lúcida, pero sin perder un ápice de ironñía o melodía.
Pero no es bueno acomodarse en ese ámbito relativamente indie o como demonios lo queramos llamar, eso sí, no es necesario caer en lo obvio, y es por ello que si se apuesta por lo flamenco lo suyo es traerse a Rocío Márquez & Bronquio, quienes hicieron su magia en el Teatro de la Universidad Laboral, una propuesta flamenca que respeta la raíz y le suma una sensibilidad cercana tanto a lo urbano, como a la spoken word o la instrumentación propia de las producciones de Javier Limón pasadas por el filtro de Niño de Elche, o algo similar, y como lo de bailar, o al menos menearse es muy sano, Micromambo, que bien podríamos decir supergrupo (la mera presencia de Jairo Zabala -De Pedro, Calexico- o del contrabajista Javier Colina, ya lees haría valedores del título) nos poen ante los oídos, y tal vez las caderas, esa herencia latinoamericana que parece que nos empeñamos en ignorar, del mismo modo que tendíamos a ignorar la música que rasgaban manos femeninas hasta que el aullido “Girls to the front!!!!” del movimiento Riot Grrrl comenzó a hacer pedazos el panel de cristal que Las Malvinas, un grupo que cuenta con la imprescindible Mar Álvarez (Undershackers, Pauline en la Playa) y que suma actitud Punk y energía guitarrera y melodías, y dejen que termine recordando los vericuetos hipnóticos, lisérgicos, de Mohama Sanz, y la presencia, hondo repertorio, de pulso acústico y poso indudablemente rock, del bueno de Tommy Stinson, historia viva y sobre todo palpitante. Bravo por el Gijón Sound, bravo por quienes no se sientan a esperar que las cosas surgan, aparezcan o se creen, sino que las hacen pasar.
Texto: Jorge Alonso
Fotos: Eva Rodríguez