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Blues en la encrucijada: Gwyn Ashton, alma de mojo

Muchos son los que aseguran que el blues está muerto. Pues desde aquí vamos a demostrar que no. Que está más vivo que nunca, y no solo eso, sino que ha sufrido múltiples mutaciones. Y  blues hay hasta debajo de las piedras. Blues bastardo, quizá. Pero a fin de cuentas, blues.

Gwyn, por cuyas venas corre sangre australiana y galesa, es un auténtico guerrero del blues, empezó a tocar siendo muy pequeño y su lista de colaboraciones es kilométrica, entre ellas ser guitarrista durante cinco años de Band Of Friends – la banda homenaje a Rory Gallagher que lidera Gerry McAvoy-, así como los cientos de escenarios que ha pisado y las numerosas giras que ha realizado por medio globo terráqueo. Aunque la mayor popularidad de su carrera se debe a los años que pasó viviendo y centrando su radio de acción en Europa. Ya sea en acústico o en eléctrico, Gwyn suele viajar en formato one man band, con sus guitarras y un bombo de batería que maneja con su pie como único acompañamiento.

Su estilo es bastante ecléctico, yendo del country blues y el folk al blues más clásico o al más influenciado por el rock e incluso añadiendo algo de psicodelia e incluso fuzz garagero. Algo que no sucede en su último lanzamiento, Mojosoul, donde se centra en un universo más básico, con predominio de instrumentación acústica y unas letras que tienen un cierto tinte autobiográfico, el de una vida dedicada a predicar la palabra de la música de raíces allá donde lo quieran escuchar.

Abre con «By Your Side» (uno de los escasos momentos eléctricos de la grabación), palmas y entrada vocal de tono góspel que se trasforma con un riff de guitarra arrastrado y sinuoso, hay blues desenchufado de tiempos rápidos como el que acontece en «Vanish Into Thin Air» o «No More», se acerca al blues rock más ortodoxo en temas como «Allergic To Love» o «Take Your Medication», deja retazos de psicodelia durante la onírica «The Perfect Day To Sing The Blues», mancha de barro su dobro y su armónica, dando cera en plan boogie, «12.000 Miles From Home», o en plan down home, la autobiográfica «The Ballad Of Gwyn Ashton». Demostrando buen toque guitarrero, oficio y experiencia.

No será nunca un primer espada, ni una estrella de relumbrón, ni siquiera un cotizado cabeza de serie de los cientos de festivales del género que hay repartidos por el mundo, pero la labor de músicos como él es imprescindible para que el blues su mantenga vivo en pleno siglo XXI.

Manel Celeiro

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