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Danny and the Champions of the World – Razzmatazz 3 (Barcelona)

 

Por más que lo merezcan, Danny Wilson y su panda no llenan pabellones. Eso lo sabemos todos. Pero entre un éxito masivo que difícilmente conseguirán a estas alturas (más ante la sordera mental y la miopía auditiva de buena parte del público rock) y la más que modesta asistencia a su reciente show en Barcelona, debería haber un término medio. Bien es cierto que su concierto coincidía con M. Ward en el Apolo y con Lee Rocker en la puerta de al lado, como quien dice. Bolos que seguro le robaron alguna docena de asistentes que otra a nuestro hombre.

Pero tirando del tópico, Danny y los campeones son de esos músicos que tocan igual ante cuarenta personas que ante cuatrocientas, cuando han tenido la oportunidad: recuerden aquel mediodía en la Virgen Blanca, no hace tanto (aunque lo parezca). Con las mismas ganas, el mismo entusiasmo y simpatía; y, no hace falta decirlo, con la misma pericia y talento.

Aparcada desde hace un tiempo su primera faceta más folk, más de raíces (recordada brevemente en un interludio acústico, trompeta incluida), a favor de un sonido gloriosamente expansivo que se nutre básicamente de rock y soul, en la sala pequeña del Razz pudimos disfrutar de un repertorio imbatible. «Waiting For The Right Time», «(Never Stop Building) That Old Space Rocket», «Stay True», ese bis con «Colonel and the King»…temas que son pequeños clásicos ya. Canciones enormes para una banda que debería ser un secreto a voces y que, aun con mucha mili a cuestas, siguen siendo tan solo un susurro entre la parroquia.

Una banda que en ocasiones, sobre las tablas, parece una versión reducida de la mejor E Street Band. Que en la magnífica «Every Beat of My Heart», ya en la recta final, insertaran un fragmento de «Thunder Road», puede parecer un guiño, una pequeña broma entre artista y público. Pero, en el fondo, es significativo al respecto.

Personalmente era la cuarta vez que les veía, desde aquella primera y mágica en el Rocksound. Y al salir, más que satisfecho, pensé en la suerte de haberles estado viendo evolucionar y crecer como músicos. Y pensé que ojalá no tarden mucho en volver a pasarse. La agenda puede casi colapsarse según épocas, pero ellos siempre serán una cita fija e inexcusable.

 

Texto y fotos: Eloy Pérez

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