Encuentros

Moses Rubin, «los contrastes del sonido convierten «Dreams and Certainties» en mi disco más compacto»

 

La mayoría supimos de Moses Rubin gracias al bellísimo Subtle Atmospheres (2016), un álbum cargado de grandes canciones y delicados arreglos, en el que había “vestido” a algunas de las canciones de su epé de debut, Bear With Me (2016). Tras el single Everybody’s Lover / Tony Higgins (2017) y el epé Leeds (2018) llega, por fin, su segundo álbum: Dreams and Certainties, que se publica el próximo 9 de septiembre, un trabajo marcado por la pandemia que sin duda va a ser uno de los más destacados de este año…

 

Estaba previsto que Dreams and Certainties saliera bastante antes de cuando finalmente lo ha hecho, ¿en qué aspectos concretos la pandemia ha provocado este retraso?

Esencialmente, los retrasos se deben al confinamiento. Comenzamos a grabar el disco en diciembre de 2019 y la última sesión de grabación para las bases de los temas en directo, con banda, tuvo lugar el 29 de febrero de 2020. Teníamos previsto comenzar a grabar overdubs en marzo y se nos vino encima la pandemia. Esos meses de cierre propiciaron que no pudiéramos retomar la actividad hasta el mes de agosto de 2020 y he de confesar que ese retraso implicó que pudiera pensar en más arreglos y mejorar el disco, pero repercutió en que al final requiriera más sesiones de grabación de las inicialmente previstas para completar el álbum. Además, todo sucedió en un momento vital en el que mis circunstancias me impidieron dedicarle todo el tiempo que me hubiera gustado

Al final veo una especie de bola de nieve que va creciendo y creciendo…

Sí, porque hay que añadir que no fue fácil cuadrar mis tiempos con los del estudio y el proceso se hizo aún más largo, hasta que pudimos comenzar con la mezcla y el mastering. Y, además, es el disco más largo que he hecho en toda mi carrera (47 minutos, 12 temas) y el trabajo de producción se multiplica. Una vez terminado el disco, volvimos a toparnos con las consecuencias de la pandemia en forma de unos plazos de fabricación del vinilo que fueron unas cuatro veces superiores al habitual. Finalmente, con todo hecho, después de dos años de trabajo, llega el punto de buscar el momento perfecto para que el lanzamiento pueda tener sentido y continuidad; y ahí es cuando finalmente elegimos este otoño como fecha para su publicación.

Y, personalmente, ¿cómo te afectó a ti la pandemia: te bloqueó o pudiste componer y practicar más?

Los años que han abarcado la producción de este disco han sido una etapa complicada y de muchos cambios y crecimiento a nivel personal. De toda la espera y el tiempo extra sale un disco definitivamente mejor, pero con el peligro latente de la obra inacabada… Cuando uno tiene demasiado tiempo para pensar lo que hace con una canción… es un mal asunto. Si tienes la sensación de estar ante lo mejor que has hecho hasta el momento, las canciones te generan un respeto que puede llegar a ser paralizador y contraproducente. Durante este tiempo, muchas de las inquietudes y temas que tienen un papel central en la temática del disco han estado presentes en mi realidad personal. El disco y sus letras nacen como el diagnóstico de una manera de vivir que no era fiel conmigo mismo y que me generaba mucho dolor. Ahora puedo decir que la música y la guitarra ocupan la mayoría de mi tiempo y energías diarias y eso es algo que me parecía impensable hace un par de años. De todo este tiempo nace un mejor músico y compositor, que intenta seguir haciendo un trabajo honesto y sincero, y que parece haber hecho caso de las últimas estrofas de «The Big Flaw»: You gotta live another live / You gotta misbehave / You gotta be bolder / You gotta be stronger now.

«The Big Flaw» fue el primer adelanto del disco y supongo que muchos de los que seguían tu discografía quedarían sorprendidos por ese poderío. ¿Cuál fue el motivo para elegirlo como adelanto?

Me atrevería a decir que «The Big Flaw» es quizás el tema más espectacular y efectista del disco. Grabado íntegramente en directo salvo la voz de Juno Kotto King. Publicar ese tema como mi vuelta después de tanto tiempo también tiene un componente liberador ya que habla de lo que precisamente me mantuvo alejado de la música durante algún tiempo.

A aquellos que presenciamos ese duelo de guitarras entre German Salto y tú en una versión de Derek & The Dominos en El Sol realmente no creo que nos haya sorprendido del todo, no sé si al crearla tenías en mente a ese (de no haber sido por «Layla») proyecto casi olvidado de Clapton…

Derek & The Dominos ocupa un espacio preferente en mi imaginario musical. Es muy posible que el disco de «Layla» —y su directo en el Fillmore East— sean de los que más he escuchado y algunos de los que más he aprendido en mi vida. Ahí nos encontramos un Clapton desbordado de sentimiento y con un virtuosismo que si bien no es tan espectacular como el de los Bluesbreakers o Cream es más melódico y crudo, arropado con su Stratocaster. La propuesta que tenemos en directo y nuestra manera de interpretar el repertorio tiene algo que ver con la enorme influencia que tuvo en mí la música de los Dominos.

Has mencionado en una par de veces ya la letra de «The Big Flaw» y no sé si la escribiste como autoayuda o más bien un desesperado grito de libertad…

«The Big Flaw» toma su título de un artículo del Financial Times que criticaba los métodos de las grandes consultoras… Durante un tiempo trabajé en una de esas alienantes compañías, vestido de traje y corbata en un gran rascacielos, sometiendo mi realidad a unas dinámicas que estaban en las antípodas de mi manera de pensar, mi forma de ser y mis expectativas vitales. En un momento dado decidí salir de ahí y dejarlo todo víctima de la ansiedad y una enorme crisis de identidad. Durante las dos semanas que transcurren desde mi renuncia hasta mi último día en la planta 48 de la orwelliana torre, escribí la letra de la canción en los márgenes de mis cuadernos. «The Big Flaw» es una canción que, desde una perspectiva personal, habla de la precarierdad, la explotación y el vacío de la falta de expectativas, de cómo estas afectan a la salud física y mental de nuestra generación. También de la ostentación y los vicios del turbocapitalismo en el que vivimos inmersos. Es un grito de libertad, porque la canta alguien que ha conseguido comenzar levantarse contra una realidad que le era ingrata e injusta y busca encontrar el camino de vuelta a su mundo.

Sólo hay que seguirte en redes sociales para encontrar a un Moisés mucho más realizado con tu trabajo actual.

Efectivamente, la música y las guitarras son ahora mismo el centro de mi vida profesional. Se puede decir que he alineado mi pasión con mi trabajo, que además me deja energía suficiente para poder seguir haciendo música en este proyecto y otros con los que colaboro. Además, tengo la suerte de trabajar en una empresa con valores y que cuida de sus personas, algo que desgraciadamente no es lo más habitual hoy en día.

El problema es que cada vez más empresas, e incluso la sociedad, va en la dirección de esas alienantes empresas. ¿Vislumbras alguna solución, te queda esperanza?

La verdad es que me genera mucha desazón mirar a mi alrededor y ver la deriva de algunas cosas. La banalización del concepto de libertad es sin duda una de ellas. Por otro lado, no quiero caer en el fatalismo, pero creo que la nuestra es una generación muy maltratada y que vive en una constante pérdida de certezas y, por qué no decirlo, de derechos que va a costar recuperar. De eso trata este disco, Dreams and Certainties, de cómo algunas certezas del ayer hoy parecen sueños inalcanzables. Algunas de las lecturas que me han acompañado los últimos años han contribuido a reforzar este diagnóstico y me han vuelto más pesimista. No obstante, me generan esperanza aspectos como el hecho de que cada vez se hable más abiertamente sobre salud mental, el auge del feminismo o la creciente preocupación por el medio ambiente que parece va anidando en el imaginario colectivo.

Volvamos al álbum, porque después de escucharlo completo, también encontramos a ese Moses que nos enamoró con Subtles Atmospheres. ¿Hay algún motivo por el cuál éste fuera más homogéneo, estilísticamente hablando y ahora prefieras ofrecernos más variedad?

Lo cierto es que no hay ninguna razón, aunque es verdad que este es un disco con mayores contrastes en tiempos y sonido. No obstante, mi sensación general es algo distinta ya que, si este disco tiene algo diferente a Subtle Atmospheres, es que las canciones fueron escritas en un mismo momento vital y casi todas giran en torno a la misma temática. En mi opinión este hecho lo convierte en un trabajo más compacto y coherente, a pesar de que puedan percibirse mayores estridencias entre las canciones.

Claro, yo me refería al sonido… Llámalo estridencia o variedad, pero en cualquier caso creo nos ofrece (insisto, musicalmente) un reflejo más completo de tus gustos e influencias. Algo que, al menos yo, no intuía en tus grabaciones anteriores.

Efectivamente, es una paleta más completa que nace de la poca importancia que le doy a etiquetar lo que hago bajo los estándares que se manejan. Hubo buenos amigos que me dijeron que empezar el disco con «What am I doing now?» podría ser un error porque estaba llena de contrastes y daba una idea diferente a lo que podía ser el disco o Moses Rubin. Sin embargo yo no lo veía comenzando de otra manera; es la canción más “Moses Rubin”.

Me había saltado el blues (aunque fuera muy acelerado), que ya lo habías incluido en «Tony Higgins». ¿Cuáles son tus principales influencias del género?

El blues es una música que me cautivó desde muy joven. Recuerdo escuchar a los Bluesbreakers y decir: “wow, esto es lo que yo quiero tocar con la guitarra”. Quizás ese fue mi primer contacto con el blues; el “Beano” de Clapton con Mayall y los Bluesbreakers y el Live at the Regal de BB. King. Después vinieron Peter Green, Freddie y Albert King, Stevie Ray Vaughan, Hendrix, Otis Rush, Robert Johnson, Charlie Patton, Rory Gallagher… ¡Podría estar varias horas escribiendo nombres! Además, creo que el blues es omnipresente: está en The Beatles y en Miles Davies, en Janis Joplin y en Aretha Franklin, también en Nina Simone y en The Black Keys, que hace unos años eran cabeza de cartel de todos los festivales del mundo.

Siempre me he preguntado qué lleva a un músico a elegir un estilo u otro (dentro de sus gustos) para canalizar su arte. ¿En tu caso son las letras

No sabría decirte, siempre intento ser fiel a mí mismo y a lo que siento cuando hago música. El estilo no es una elección consciente en mi caso, las canciones surgen de lo que siento y de lo que soy y adoptan formas que a veces pueden resultar ciertamente aleatorias o como el resultado de un cúmulo de decisiones. En los últimos años he cultivado una forma de componer más McCartniana, casi siempre empezando por la armonía y la melodía para después escribir una letra, con lo que quizás la letra no sea la que canalice el estilo, creo que son más bien la intuición, los sentimientos y las emociones que están detrás de todo el proceso las que dan forma a la canción.

Hablemos de la parte “empresarial” de tu disco… ¿Qué tendría que ocurrir para que un futuro trabajo no lo hicieras vía crowdfunding? Dicho de otro modo, ¿estarías dispuesto a sacrificar parte de tu libertad artística por algo más de presupuesto?

No creo que llegase a hacerlo, porque no sé hacer discos de esa manera. Si el día de mañana tuviera una discográfica que me dijese algo al respecto, no sé lo que haría. Por supuesto, me gusta escuchar a gente que sabe mucho más que yo y me encantaría conectar con un público mucho más amplio (¡el artista que diga lo contrario suele mentir!), pero no creo que sacrificase un estribillo de una canción por eso… Al menos no en un disco firmado por Moses Rubin. Respecto a qué tendría que pasar para que el próximo disco no fuera un crowdfunding… No lo sé… Quizás que el proyecto musical fuera autosuficiente económicamente, ya que grabar discos (o al menos hacerlo bien) es muy caro.

Tú has vivido en Gran Bretaña, en cierto modo allí naciste como artista en solitario. ¿No crees que con la música que haces quizá te iría mejor allí? ¿Nunca te has planteado volver?

Precisamente acabo de venir de allí hace unos días y te mentiría si te dijese que en ocasiones no existe esa tentación de volver. Por motivos culturales Reino Unido siempre ha sido un lugar lleno de magnetismo para mí, aunque no es oro todo lo que reluce. Como bien dices, fue el lugar en el que me lancé a tocar en solitario, con una respuesta muy interesante. No obstante, con todo lo que ha ocurrido en los últimos años —Brexit, la pandemia, Boris Johnson (risas)— la posibilidad de volver cada vez parece más lejana.

Pero quizá lo tuvieras allí más fácil para dedicarte a tu música, sobre todo si sigues empeñado en cantar en inglés, si es que sigues firme en esa idea.

Es algo sobre lo que he reflexionado mucho y mi conclusión es que la música no es un mundo fácil en ningún sitio. Incluso en los años más dorados del rock es difícil encontrar un artista o grupo que no acabara estafado, en bancarrota o con un final trágico (¡y eso sólo de los que conocemos!). Si que es verdad que allí tendría (y tuve) la posibilidad de conectar con la gente que te escucha de una manera muy diferente. El idioma es importante, porque es el código que utilizamos para organizar nuestras emociones y sentimientos, si usas el mismo código que tu público más cercano la conexión con él será mucho más intensa y seguramente eso repercuta en el éxito de tu propuesta.

Por eso decía, veladamente, si no te has planteado cambiar de idioma.

Es un razonamiento a priori muy sencillo y a veces me hace gracia pensar que parece que quienes cantamos en inglés aquí en España tenemos una especie de afán masoquista, porque siento que cada vez se nos hace menos caso, a pesar de que supuestamente se habla más inglés. Cada día veo más cercano el momento de hacer música en castellano, aunque aún siento que tengo que encontrar mi voz y mi discurso. Pese a que llevo toda la vida escribiendo poesía, hasta ahora no he empezado a sentir la pulsión de cantar en dicho idioma. No obstante, te adelanto que tengo algunos proyectos en marcha tienen canciones en castellano, que ya he grabado, y he de decir que estoy muy contento con el resultado.

Ya me contarás, pero déjame que te pregunte antes por tu buen amigo Germán Salto, que se ha pasado al castellano con un resultado fantástico. ¿Has escuchado su disco? ¿Qué te ha parecido?

Efectivamente, Germán ha dado el paso y el resultado es muy bueno. Creo que además ha sabido muy bien encontrar el lugar musical exacto donde colocar su propuesta lírica. Su disco me lleva al sonido Trabucchelli de los LPs de Cánovas Rodrigo, Adolfo y Guzman o Solera, que es precisamente la música en castellano —junto al rock argentino— que más me gusta. Conociendo a Germán, el paso que ha dado tiene sentido y coherencia con lo que venía haciendo y, aunque no la tuviese, el artista es soberano de hacer el disco que le apetezca en cada momento.

Después de escuchar la fabulosa producción de Íñigo Bregel con Germán, también con Jokin Salaverría o lo que ha hecho con Anni B Sweet… No sé si te dan ganas de trabajar con él o piensas que tu música no encajaría con ese barroquismo en arreglos o si tienes en mente algún otro productor con el también te gustaría trabajar.

Por supuesto, sería un placer trabajar con Íñigo. Creo que es un productor lo suficientemente bueno como para sacar lo mejor del artista con el que trabaja independientemente de los códigos que cada uno maneje (aunque creo que tenemos bastantes en común). Te confieso que hace poco coincidimos en un concierto y tras escucharme actuar, lo primero que me dijo —a riesgo, según él, de que “le mandara a la mierda”— fue que si había pensado hacer algo en castellano. En lo que respecta a trabajar con diferentes productores, he de decir que me siento tremendamente afortunado de haber trabajado en los últimos años con José M. Rosillo y José Nortes, dos tipos brillantes, con luz, a los que admiraba por su trabajo y que además han resultado ser buenos amigos.

Bueno, hablemos de esos proyectos paralelos. Me encantó tu colaboración con Bel Horizon, el proyecto de Fernando Astone. ¿Cómo surgió y cómo te sientes interpretando canciones ajenas?

Los últimos meses han sido muy enriquecedores en este sentido. Fernando y yo nos conocimos por casualidad en Kinda Kinks, su tienda de ropa vintage en Madrid, de la cual yo era cliente hacía años. Teníamos muchos buenos amigos en común y la conexión fue instantánea. De aquel encuentro surgió el single «Let Him Let You Go», en el cual Fernando me invitó a escribir la letra, cantar y tocar la guitarra. La experiencia fue muy estimulante, ya que nunca antes había escrito letras para otras músicas y la verdad es que, en cierto modo, fue liberador y divertido saber que podía hacerlo. Además, durante los últimos meses he estado trabajando junto a mi amigo Ángel Fernandez en un disco que estamos grabando con José Nortes, y que publicaremos en los próximos meses bajo un proyecto llamado “Farther On”.

Cuéntame algo más, por favor…

En esta ocasión para algunas de las canciones del disco he hecho el ejercicio contrario que con Fernando: escribir música para unas letras previamente escritas por Ángel y también ha sido una auténtica maravilla, puro aprendizaje y el resultado está siendo un disco lleno de belleza y sensibilidad.

Pero es que sé que os traéis algo más entre manos Fernando Astone y tú, ¿de qué se trata, si es que se puede hablar de ello?

Digamos que estamos cultivando una sociedad musical que creo que nos va a traer buenas cosas en los próximos años. Después de esa primera colaboración con Bel Horizon, estamos trabajando en algunas otras canciones que seguramente irán viendo la luz en los próximos meses. Además, Fernando está tocando el bajo en Farther On, con lo que se puede decir que pasamos mucho tiempo juntos…

Al final Moses Rubin va a dar mucho de sí…

Sí, pero se trata de proyectos distintos y cada uno irá en su respectivo casillero artístico. Moses Rubin soy yo mismo en todas mis facetas, como artista y autor de discos, pero también como guitarrista, cantante o compositor para otros proyectos. No obstante, me guardo para los discos que llevan el nombre de Moses Rubin mi versión más personal sin dejar de ser yo en el resto de cosas que sigo haciendo.

De acuerdo, pero con todo esto en marcha no sé si estás encontrando tiempo para alimentar un nuevo trabajo de Moses Rubin, digamos, en solitario.

La verdad es que no he pensado demasiado en los plazos para mi siguiente trabajo. He estado tan centrado en sacar adelante Dreams and Certainties con todos los inconvenientes, que he tenido poco tiempo para componer y plantear un nuevo disco. Si te soy honesto, estoy un poco desfondado. Ahora quiero disfrutar de este lanzamiento y dejar que las nuevas canciones vayan surgiendo sin ningún tipo de presión. Tengo una idea más o menos clara de lo que quiero hacer a continuación, pero creo que pasará algún tiempo hasta que vuelva a grabar otro LP, al menos no uno tan largo como este.

Háblanos de tu banda actual y qué planes tienes para presentar el disco…

El próximo jueves 13 de octubre estaremos presentándolo en directo en El Sol, en Madrid, en el que será el primer concierto de Moses Rubin con banda en mi ciudad en más de 4 años. Cuando pienso en esto me asusto, pero también me lleno de ilusión para la vuelta. Quisimos elegir un lugar que nos resultase familiar y que fuera una apuesta segura para este regreso. Respecto a la banda, me acompañarán Lete G. Moreno, Sergio Valdehita y Rodrigo García, que son además, junto con José M. Rosillo y un servidor, los productores de este disco. Sin duda, va a ser muy especial presentarlo con ellos y tocar las canciones del disco por primera vez acompañado de estos grandes músicos e increíbles amigos.

Con todas estas grabaciones con amigos que estás haciendo, ¿habrá invitados sobre el escenario para interpretar algunas de esas canciones que son incluso más actuales que las de Dreams And Certains?

En principio no está previsto nada en este sentido, pero es posible que haya sorpresas. Estamos arrancando con los ensayos justo ahora.

Casi se me olvida preguntarte por la portada, que es muy diferente a la del primer álbum, aunque también seas tú el protagonista.

Esa foto es muy especial porque es la primera vez que me pusieron encima una guitarra eléctrica, con unos tres años y medio. Mi tío acababa de comprarse esa Stratocaster y vinieron a casa de mis padres a enseñársela. Aún recuerdo perfectamente el momento en el que me la colocaron encima y me dijeron que «tocase algo» mientras me tiraron la foto… Desde ese día hasta hoy, la guitarra ha sido una parte fundamental de mi vida. No sé si ese momento tuvo algo que ver, pero adoro las guitarras, lo que siento por ellas es una fascinación que me lleva a lo más profundo de mí mismo, que me embriaga de libertad y me permite transmitir y proyectarme como ningún otro artefacto en el mundo. Ahora tengo la suerte de tocarlas, probarlas, venderlas, y también fabricarlas con mi amigo Nacho Urdiain.

Se nota que las guitarras son tu pasión, pero he de decir que hasta que te vi sobre el escenario ese día en El Sol no me di cuenta de tu verdadera talla como guitarrista, capaz de alternar la delicadeza acústica con esa pirotecnia eléctrica que te permiten canciones como «The Big Flaw» o «What Am I Doing Now?»… ¿Le das más mérito a una forma de tocar que a la otra?

Creo que ambas son parte de mi personalidad artística, yo he crecido con Jimi Hendrix, Eric Clapton, Mark Knopfler, Rory Gallagher… pero también con intérpretes eminentemente acústicos como Paul Simon, Nick Drake o Bert Jansch. Es cierto que en distintas fases de mi vida he cultivado más una vertiente u otra, dependiendo de lo que escuchaba, lo que sentía o lo que componía. Todo ello me ha hecho, y me hace aún, hoy un guitarrista mejor y más completo que vive una búsqueda constante (y a veces extenuante) para encontrar la manera de expresarse más plenamente con el instrumento. Cada vez me gusta menos etiquetar lo que hago con la guitarra, porque creo que simplifica, coarta y estrecha las miras del intérprete. Lo importante es encontrar tu voz y usarla con honestidad.

Texto: J.F. León

 

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