El dúo de Brooklyn no descansó ni en periodos pandémicos propicios para la reflexión. Siguen avanzando lenta y densamente por terrenos sonoros inestables, donde la tensión crece según se eleva el tono de voz de Molly Hamilton y Robert Earl Thomas acompaña con tenues distorsiones de guitarra. Un sueño pop desperezándose entre las brumas ligeras de «While You Wait» que inevitablemente nos acercan a Hope Sandoval y sus Mazzy Star en las melodías de voz y a Dean Wareham y Britta Philips en las de guitarra. Sueño profundo que se hunde en el western oscuro de ritmos sincopados, firmes teclados y anárquicas guitarras con las que despertar breve pero repentinamente en la memorable «Everything Simple», para volver a la hipnosis de leve ritmo progresivo que se tensa perezosa gracias a la cálida acústica que arropa a «Salt». Composiciones que tienden al minimalismo progresivo versión amable, que intenta desatarse en «The Drive» o la que da título al disco, pero que no impiden un dulce duermevela.
ANTONIO CANCHO