Uno de los grandes nombres propios surgidos recientemente en el Canadiana (versión canadiense del Americana) es el de Bobby Dove. Prodigio (Dove es transgénero) desde su infancia en Montreal, componía canciones a muy temprana edad y ya participaba en concursos cuando asistió a la escuela secundaria. Eso la llevó a ser artista residente, siendo muy, muy joven, del The Wheel Club en su ciudad, donde fue asesorada por Bobby Hill, leyenda del country local. Así se fue definiendo su estilo. En Lonesome Highway aseguraba en 2021 que “no estoy segura si estoy anclada en el country clásico. No sé qué pasa por la cabeza de Daniel Romano, pero me gustaría saberlo porque amo a ese tipo. Lo vi cinco o seis veces en Nashville en AmericanaFest y los tiposde los sellos discográficos estaban encima de él. Él conocía mi álbum debut y decía a la gente ‘tienes que conocer a Bobby’ e intentaba ayudarme (risas). Mi experiencia no es country. Dicho esto, soy una oyente acérriao de honky tonk y eso influirá seguro en todo lo que haga y, me guste o no, seré una especie de artista country mientras pueda. Sin embargo, definitivamente, soy más Daniel Romano que Dwight Yoakam”.
Mary Gauthier ha asegurado que “Bobby Dove es una artista talentosa y una nueva y brillante luz en la escena de la composición de canciones… Una viajera en el tiempo, las canciones de Bobby fusionan géneros con el toque de una maestra”. Su último trabajo es Hopeless Romantic, de este mismo año, un magnífico disco coproducido por Bazil Donovan (Blue Rodeo) y Tim Vesely (Rheostatics) en los estudios Woodshed de Toronto y en el que colaboran Jim Cuddy y Bazil Donovan de Blue Rodeo, Jimmy Bowskill de The Sheepdogs y Burke Carroll de la banda de Katheleen Edwards. Casi nada. Como para no seguir su carrera.
Eduardo Izquierdo