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Bilbao Bizkaia Rock Day – San Mamés (Bilbao)

 

Metallica

Hace no mucho La Catedral del fútbol mundial se abrió para recibir a un hijo de la Villa como es Fito. Su concierto congregó a más almas en el estadio rojiblanco que Metallica, pero ambos tuvieron un punto en común: depende de dónde te sitúes tu recuerdo y tu vivencia será diferente. La nueva casa del Athletic Club es un recinto estructurado para que la presión acústica rebote sobre el terreno de juego. Así que si vas a pista lo que escuchas no va a ser lo que se escucha en la grada, y menos aún en el Golden Circle, pegado a los músicos. Total, que no es muy recomendable ir a pista sin estar cerca del escenario. A las dudas de si tocarían por los problemas de Covid tras la cancelación del concierto de Suiza pocos días antes, se le unió la caída del cartel de The Regrettes por la misma razón.

Así que la promotora echó mano a toda prisa del dúo Niña Coyote eta Chico Tornado. Siempre cumplen. Ya sea en festivales, salas o estadios. La potencia de sonido con que abrieron la jornada fue tremenda, rodeados de pocos espectadores pero es que el día iba ser largo. La cara de satisfacción absoluta de la baterista Úrsula Strong lo decía todo. Casi 45 minutos de tralla, destacando la versión de la que suelen tirar, el mítico “I wanna be your dog” de The Stooges. Sí estuvieron los ingleses Nothing But The Thieves. Abriendo con “Future Proof” alcanzaron los 50 minutos con un set  que recordaba a Muse pero en versión marca blanca, con ramazalos por momentos a Korn cuando estos se ponen afilados. “Is Everybody going Crazy?”, “I was just a Kid” o “Sorry” sonaron en San Mamés, aunque el mejor tema que facturaron fue “Phobia”, o el que mejor sonó, que ese es otro cantar.

Y a partir de ahí, ¡oh sorpresa! Anuncio de que Weezer no llega por problemas con su desplazamiento desde París (en redes sociales el grupo bien daba las gracias por esa noche previa estupenda en la capital gala antes que anunciar que no estarían en la capital bizkaína, detallazo, ya ya). Devolución de entradas antes de que Metallica soltaran sus primeros riffs. Vamos, que como casi nadie iba a  ver únicamente a Weezer pues es un brindis al sol, cuando si eso se conocía de antemano seguro que algún grupo se pudiera haber encontrado para cubrir casi dos horas de tiempo sin sonido en La Catedral.

The Hellacopters

Y como The Hellacopters tampoco iban a alargar su set, pues nada. A ver lo bonito que es el estadio. Un grupo que fue cabeza de cartel en un BBK Live no toca y los suecos, que lo fueron en su momento en el Azkena Rock Festival, tampoco iban a salirse del guión, las cosas empezaban a torcerse. Y casi mejor que no les dejaran interpretar más temas porque el sonido fue un insulto para Royale, Dregen y demás compinches. Fue tragicómico que Dregen estuviera punteando en una canción casi él solo mientras no se escuchaba nada de nada. The Hellacopters abrieron con “Hopeless of a Kind in Denial” y alcanzaron casi los 70 minutos. Destacaron dos temas nuevos, “Reap a Hurricane” y el blusero “So Sorry I could Die” (este se escuchó mejor, menos distorsión, más limpieza). Y la traca final llegaría con los tres últimos temas: “By the Grace of God”, “I´m in the Band” y “(Gotta get some Action) Now!”. Lástima que los tuviéramos que intuir porque aquello era impresentable desde un punto de vista sónico. Y no por culpa de la banda, que derrocho actitud a raudales, la verdad.

Tras otra hora de tertulia en la pista charlando sobre si Iñigo Martínez renovará o si Gorka Guruzeta es un buen refuerzo para la delantera (estamos pisando césped rojiblanco, no hay otra. Yo me inclino por Villalibre titular en punta) hasta que las gaitas del “It´s a Long Way to the Top” de AC/DC empezaron a sonar y de ahí, a ver en las pantallas el cementerio de Sad Hill, que está bien cerquita, en Burgos. “The Ecstasy of Gold“ de Morricone, con las carreras entre las tumbas (alguien a mi lado soltó un “Rubio, hijo de perra” maravilloso) es una de las mejores Intros de concierto que jamás se puedan utilizar.

Y ya, ya llegaron los Cuatro Jinetes. Dando cera de inicio con “Wiplash” y “Crreping Death”, antes de un “Enter Sandman” que en otras épocas era impensable escucharlo tan pronto. ¿El sonido? Bueno para la mayoría, bajo y apelotonado para unos cuantos sufridores de pista, qué le vamos a hacer. 16 temas en casi dos horas (con 17 minutos de retraso de inicio), de los cuales sólo tres eran posteriores al “Black Álbum”, toda una declaración de intenciones, la verdad. “No Leaf clover”, “Dirty Windows” (este del “St. Anger”, hasta ellos se tomaron a coña tocar algo de ese disco cuando presentaron la canción) y “Moth into Flame”, los tres buenos para un directo, la verdad. El resto, clásico tras clásico.

Metallica

Escuchar “Harvester of Sorrow”, con esa tremenda pausa, “Whatever May I Roam”, con los también clásicos patinazos de Ulrich, o “Sad but True” sigue siendo maravilloso en directo. La gran mayoría del público enloquecido y, por supuesto, alcanzando un nivel de emotiva ternura cuando acometieron con “Nothing Else Matters”. Hubo quién lloró porque es un tema que toca corazones sensibles y otros lo tomaron como cuando el mudo de los Hermanos Marx toca el arpa en sus películas, vamos, momento de pausa para ir al baño.

Con “For Whom the Bells Tolls” el técnico de sonido tuvo a bien subirlo  (agradecidos porque el tema es imbatible, lo mires como lo mires), y “Sanitarium” bajó las revoluciones antes de uno de los dos termas más coreables puño en alto de su repertorio, “Seek and Destroy”. Una obra de arte de la adrenalina, aunque los ocho minutos que sonó se me hizo escaso, bajar del doble con esto me parece cortísimo. “One” tampoco falta en el repertorio en directo y para acabar, “Master of Puppets”. Si ya veníamos rumiando que si el sonido tal, que si el sonido cual, nos causó desazón y desasosiego que se fuera por completo. Vamos, que no se escuchó anda mientras ellos a los suyo, tocando y Hetfield gritando “¡Lars, Lars!” ante el desastre. Un técnico de sonido igual vuelve nadando a casa. Lo nunca visto en un concierto de estadio, que les obligó a  repetir parte de la canción. Saludos, reparto de púas, “Eskerrik asko, Bilbao” (Trujillo más bilbaíno que Fito, casi) y retirada a los aposentos con alguna cara de circunstancia en la banda. No puedo negar que Metallica es mi banda, la más grande para mí, pero esto es lo que tienen los conciertos de estadio, que a veces la expectativa es demasiada alta. Aún así, Metallica es Metallica, cuarenta años y aún ondeando la bandera del chaleco de cuero con parches thrasheros. Y eso lo defenderemos siempre.

Texto: Michel Ramone

Fotos: Dena Flows

 

 

 

One Comment

  1. chaleco de cuero con parches thrashesos? no, no, no…chaleco vaquero con parches thrasheros… 😉

    Por lo demás, para mí también son mi banda fetiche (y el «…and justice for all» EL ALBUM) por lo que en cuanto empezó a sonar el Ecstasy of Gold, piel de gallina y a darlo todo!

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