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Alicia Keys – Palau Sant Jordi (Barcelona)

 

El año pasado, como liquidación al curso, Alicia Keys filmó un concierto en Los Ángeles para la BBC. Lo hizo sin público como guiño, como agradecimiento, a todos lo que han resistido (y a los que no están) en tiempos de pandemia. Una hora con una Alicia íntima y emocionada. En cambio, ahora que ya tiene enfilada su gira, el propósito es otro; mostrar a todas las posibles Alicias que hay en su catálogo. Es decir, es una artista que no se ciñe solo a un patrón.

Conjuga su habilidad al piano (móvil y con sus iniciales), esa voz dulce y potente, y estilos que van del r&b al hip-hop, música urbana y soul, y no nos olvidemos, Keys es ante todo una estrella del pop. No alcanza la dimensión de Beyoncé, pero no la hace falta. Tampoco lo busca. De hecho, una de las facultades de la neoyorquina es que, a pesar de su grandeza, no parece una artista inalcanzable. Todo lo contrario, la imaginas con su amplia sonrisa compartiendo un café con cualquiera de sus seguidores. Eso sí, cuando se sube a un escenario ella es la reina. Nadie la discute nada. Ni sus propios músicos, los cuales brillan (cuando aparecía el guitarrista iba hacia los sonidos de Prince), pero el protagonismo es suyo. El concierto de Alicia Keys responde a todos los clichés de un show americano. De hecho, por un momento te traslada a cualquier lugar de ese país, al que tú quieras.

En esta gira no hay pausas, empalma una canción tras otra y sin respiro, lo cual ni le quita ritmo ni agilidad. Dividido en tres actos, en el primero basa el repertorio en sus dos últimos discos, el homónimo y el último, Keys.  Antes de irse a la parte contraria del pabellón para montar su propia fiesta, como si aquello fuese una rave. Es su momento de evasión, de divertimento máximo. Incluso toca una bocina como en los partidos de la NBA. Con “Empire State of Mind” y Jay-Z en las pantallas se va hacia el escenario caminando por un pasillo para regocijo de sus fans. Ahí comienza el tercer acto, el definitivo. Con esa elegancia tan característica y reivindicativa en algunos tramos, tira de sus clásicos, “Girl On Fire”, “Superwoman”, “No One” o “Fallín´”. Para despedirse “If I Ain´t Got You”, con la sensación que Alicia Keys juega en otra liga y que, a sus 41 años, todavía le queda mucho por reformular, la baraja de cartas de la música americana está en sus manos.

Texto: Toni Castarnado

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