Su nuevo álbum, En Petit Comité, es un estupendo registro sonoro de la gira que ofrecieron Carlos Tarque y Ricardo Ruipérez durante la pandemia. Un viaje por el repertorio más conocido del conjunto murciano. Dieciséis temas que adquirieron una nueva dimensión al ser reformulados en acústico y grabados en directo en la Sala Barts de Barcelona. Un disco que da valor a las canciones, algo que parece que se está olvidando en el mundo musical.
¿Cómo surgió esta oportunidad?
R: Tuvimos mucha suerte porque nos llamaron para hacer una gira en acústico poco después de la cuarentena estricta. Fue una lotería, nos ofrecieron 30 bolos. Antes teníamos todos los conciertos programados de cara a dos años, ahora nos lo tomamos con más calma.
T: Este ciclo de conciertos comenzó cuando se levantaron las restricciones del confinamiento extremo. Se fue hilando poco a poco, y aunque fue extraño, todo salió genial.
¿Cuántos conciertos conformaron esta gira?
T: En total, en estos dos años, han sido 80 conciertos que hemos reformulado en este formato de dúo acústico, si hubiera sido en eléctrico no hubiéramos dado ninguno.
M Clan tiene muchos años y mueve a bastante gente, por tanto, a los promotores les interesa llamarnos. Somos unos afortunados, otros grupos no han tenido esta opción. Esta pandemia a quien más ha afectado ha sido a los grupos emergentes o justamente los que estaban creciendo en ese momento. Esa es la gran putada.
¿Echabais de menos el oficio?
R: Totalmente, lo estábamos olvidando. En estas tres décadas hemos aprendido que las cosas deben salir de forma natural, debemos refugiarnos en la esencia. Este nuevo disco ha salido de esa sensación, de ese sentimiento. No somos un grupo que haga las cosas por hacer.
T: Echamos un poco en falta todo. Este gremio ha sido de los más perjudicados y de los últimos en recuperarse. Cada uno ha tenido que buscar su camino, pero creo que la música gana cuando la ves en directo, cuando la sientes. Ahora todo es más complicado, hay muchas personas que no se han podido recuperar de esta debacle o se han movido a otros sectores, faltan montadores, técnicos de sonido, de luces… Por no hablar de las salas de conciertos que no han podido sobrevivir. Las salas son el motor para que existan las bandas, son las escuelas donde se aprende.
Ahora está habiendo un despertar musical, incluso hay una oferta que supera a la demanda. ¿Pensáis que podremos vivir una “revolución” cultural?
T: Hay que diferenciar entre revolución cultural y que haya muchos grupos. Ahora, hay una oferta enorme basada en una explosión comercial, pero esto necesariamente no nos lleva a una gran generación de letristas y músicos. Ojalá que sí, pero no siempre ocurre.
R: Hay una masificación. No hay infraestructura que sea capaz de fagocitar todo esto y llevarlo a algún sitio. La industria musical en este país no está preparada para canalizar todo esto. Y más con todo lo que hemos perdido.
Anteriores trabajos como Sin Enchufe (2001) o Dos Noches en el Price (2014) también fueron grabados en directo. ¿Qué diferencias encontráis entre esos álbumes y este nuevo?
T: Este disco es más minimalista, algo que no hemos hecho nunca. Lo siguiente será cantar en a capela. En el disco Sin Enchufe, pese a que estaba en formato unplugged, tenía una gran producción, había muchísimos instrumentos, lo único que faltaban eran las guitarras eléctricas. Este nuevo trabajo es más esencial, solo guitarra y voz.
R: Además de que casi todas las canciones tienen ciertos arreglos. Por ejemplo, en «Las calles están ardiendo» a la guitarra le he tenido que dar una gran contundencia rítmica. El instrumento tiene que ir con la voz de Tarque, y Carlos aprieta mucho, hay que saber seguirle.
Un trabajo que también está muy influenciado por vuestras aventuras en solitario.
T: Todos los actos revierten en lo que vas a hacer después. Seguramente si no hubiéramos hecho esos discos, este nunca hubiera visto la luz. Es sano hacer cosas paralelas, son necesarias para poder desarrollarte como persona y como músico. No puedes estar esclavizado a la industria, a los managers y a los conciertos. Yo no le puedo decir a la compañía que va a pasar dentro de dos años porque no lo sé, porque estás hipotecando tu vida. Lo importante es tener la estabilidad y el consenso, no hace falta hacerlo todo corriendo.
R: Además, después de treinta años, nos podemos dar ese lujo. Nuestra carrera ya está hecha. En estos momentos, tenemos que seleccionar las cosas que nos motiven vital y emocionalmente. A estas alturas, no vamos a estar esclavizados por un calendario que nos impongan, las cosas tienen que salir con cierta naturalidad. Si no, pues paramos; también tenemos una familia, tenemos vida más aparte del grupo.
Texto: Víctor Terrazas