Encuentros

Imelda May, todavía indomable a sus 47 años

En breve esta valerosa irlandesa nos visitará para presentar su álbum 11 Past the Hour, publicado el año pasado, y su reciente libro de poesía A Lick and a Promise. El Made to Love Tour 2022 de la irlandesa pasará el 10 de junio por el Teatro de las Esquinas, Zaragoza; 11 Teatro Palacio Valdés, Avilés; 12 Noches de Botánico, Madrid; y 14 Apolo, Barcelona. Cuatro citas con la diva rebelde.

 

Imelda May era la Reina del Rockabilly del siglo XXI y podría haber vivido de su título no oficial durante el resto de su carrera, pero hace cinco años se quitó el tupé, como quien se desprende de la corona, y decidió hacer lo que le diera la gana. Acababa de traspasar la barrera de los cuarenta años y varios ejecutivos de su discográfica la convocaron a una reunión para decirle que pensara en buscarse otra ocupación, que el mundo de la música no era un buen sitio para las mujeres de más de cuarenta. Su respuesta, tanto para ellos como para aquellos que solo la quieren metida en la caja del rockabilly, expresa a la perfección la filosofía de una cantante que empezó en el rockabilly por su afinidad con el punk y suena muy parecida a ese “podéis besar mi brillante culo metálico” de ese otro icono punk que es el Bender de Futurama. Con la única excepción de que el trasero de May no es metálico y, según propias palabras, es “maravilloso”.

Contra la opinión de los ejecutivos de tu discográfica, el disco ha funcionado muy bien comercialmente y has probado que estaban en un error. ¿Sientes que es algo importante para otras mujeres en la industria musical?

Desde luego. La cosa fue así, me llamaron desde mi propia compañía para una reunión y me dijeron “tenemos que avisarte de que hay un problema”, entonces les dije, ¿cuál es el problema? Y me contestaron, “el problema es que tienes más de cuarenta años, nosotros no hemos inventado este problema, te apoyamos, pero te lo tenemos que contar. Vender tus discos actualmente nos crea problemas”. Así que les contesté, primero, tenéis que cambiar eso, segundo, eso no es más que una excusa para que dejéis de hacer vuestro trabajo y, tercero, podéis besar mi hermoso, y por encima de los cuarenta, culo. Y me fui de la reunión… [Risas]. Y, por cierto, déjame que lo remarque, tengo un culo maravilloso.

De acuerdo, ese podría ser el titular de la entrevista [Risas]. Es evidente que dejar atrás el rockabilly no es un gesto que le haya gustado a todo el mundo, pero es evidentemente valiente, ya que tenías un público muy fiel. ¿Hubo también alguna charla con algún ejecutivo en la que te recomendaran no hacerlo?

No, me conocen demasiado bien como para hacer algo así. Hago lo que me da la gana y mi compañía lo sabe. Al principio, antes de ficharme me decían que el rockabilly era un problema y que no tenía mercado, pero yo quería hacer una especie de declaración.

Escuchando tus últimos discos es evidente que has dejado atrás tu pasado, tanto en imagen como en sonido. ¿Es una decisión definitiva o piensas que podrías volver al género en el futuro?

No creo, no me gusta mirar atrás, prefiero siempre mirar hacia adelante, creo que el cambio es necesario y normal. Y tampoco es que comenzara siendo una artista rockabilly, a mí me gustaba el punk, cuando comencé a cantar, comencé cantando blues y jazz. Hay que recordar que el jazz era el punk de su tiempo, a pesar de que ahora sea totalmente aceptable. Así que soy también una fanática del jazz y el blues. Pero estos géneros son aceptados, y eso le ha pasado hasta al punk, pero cuando llegué al rockabilly, me dijeron no lo hagas y por eso lo hice, porque el rockabilly era el punk-rock de su época. Prefiero cosas desafiantes, me gusta desafiar y romper reglas, y me gusta la música que hace eso. Así que lo hice durante un tiempo, pero hubo un momento en el que ya no pude hacerlo más, ya no podía sacarle más jugo como artista, necesitaba cambiar y buscarme nuevos desafíos, me gusta desafiarme a mí misma. No comencé siendo rockabilly, fue solo un periodo de mi vida y lo hice con un propósito, pero ya terminé mi trabajo en ese campo y quiero seguir desafiándome a mí misma como artista. Mira, si estás demasiado cómodo haciendo algo como artista, es el final; la comodidad no es buena para el artista, necesitas seguir moviéndote, seguir desafiándote como persona creativa y salir de tu zona de confort.

Tus influencias se han ampliado para dejar paso a nuevas cosas como canciones que suenan a película de James Bond o los propios Rolling Stones, pero también cosas más actuales que podrían aparecer en un disco de Adele. ¿Qué escucha actualmente Imelda May?

Escucho tanta música… A ver, ahora mismo estoy encantada con un cantante irlandés, Joshua Burnside, va a ser gigantesco, es maravilloso. También escucho a Blake Mills, me encantan Arcade Fire, son fantásticos, va a salir su nuevo disco [la entrevista se hizo un día antes de que apareciera We] pero su disco anterior, si escuchas el disco entero es como el diario de una historia de amor, desde el principio al final, cada letra es tan reveladora, el disco entero es una belleza. Y, por supuesto, siempre escucho a los grandes clásicos, siempre estoy escuchando a P.J. Harvey y Tom Waits… Podría seguir hasta el infinito, escucho de todo. Mi colección de discos va desde los años veinte, e incluso antes, escucho mucho a María Callas, sobre todo en las giras, todas las noches me pongo algo de ella…

En este disco ha colaborado Ron Wood. ¿Cómo le conociste, a través de Jeff Beck?

No, a Ron Wood le conocí cuando tenía 16 años, estaba tocando blues en un club de Dublín y se subió al escenario a tocar conmigo. Tiempo después colaboré con Jeff Beck y me presentó a Ronnie y yo le miré y le dije, ya nos conocíamos pero no creo que te acuerdes. Y respondió: “Claro que me acuerdo, tú eres esa chiquilla que cantaba blues. Yo te descubrí”. Y entonces le dije: “Sí, pero se te olvidó decírselo a todo el mundo” [Risas].

También colabora Noel Gallagher, que canta contigo una de las mejores canciones, «Just One Kiss». ¿Qué te llevo a él, siendo casi más conocido como compositor que como cantante?

Pues que es un tipo brillante, es un Dios, es fantástico. Me gusta su voz y acababa de ver a los High Flyin’ Birds y le mandé un mensaje para que cantara en mi canción y me dijo que sí.

«Breathe» habla sutilmente de la muerte de George Floyd…

No, esa canción la escribí sobre los árboles.

Yo había hecho una conexión entre esa canción y tu conocido poema «You Don’t Get to Be Racist and Irish»…

Sí, eso pasa a veces, pero escribí esa canción como si yo fuera un árbol antes del asesinato de Floyd. Pero después cobró otro significado distinto, que es del que tú hablas. Estoy contenta con ello, a veces pasan esas coincidencias.

Llegaste a recibir amenazas de muerte por ese poema.

Sí, durante un año, aunque principalmente recibí amenazas de violación.

¿Te sientes cercana al Black Lives Matters?

Sí, el poema lo escribí después de la muerte de Floyd; es más, lo escribí el día de su muerte.

Has publicado recientemente tu primer libro de poesía, A Lick and a Promise. ¿Sabes si se va a traducir al español?

Me encantaría pero no sé cómo funciona eso, porque he trabajado tan duro para que cada palabra encajara en su sitio… Pero me gustaría volver sobre «You Don’t Get to Be Racist and Irish». Escribí ese poema porque no me cabía en la imaginación que los irlandeses, que somos un pueblo emigrante, pudiéramos ser racistas, pero siempre hay una pequeña minoría, como pasa en España o en Francia, metida en su burbuja de extrema derecha.

¿Qué es lo que más te atrae de la poesía?

Todo, absolutamente todo…

Algunos de tus poemas, ¿podrían convertir en canciones? ¿Cómo distingues qué es más adecuado para una canción o para un poema?

La verdad es que cuando escribo lo sé, escribo una canción o escribo un poema. Perdona, me están escribiendo… Es Bob Geldof.

Salúdale de mi parte

[Risas} Solo hay una canción de este disco que haya surgido de un poema, «Solace», la convertí en canción porque estaba escribiendo con mi amigo brasileño Pedro Vito y la vio en un papel sobre la mesa y dijo esto tiene que ser una canción. Estoy todo el rato escribiendo poemas, acabo de terminar uno ahora mismo. Lo bueno es que no tengo que pensar en arreglos, no tengo que pensar en la banda, puedo hacerlo de dos versos o de veinte páginas.

No hace falta que te limites a tres minutos…

Correcto. Es cierto que no deberías imponerte eso nunca, pero desafortunadamente tiendes hacia ello. En mis dos últimos discos he colaborado con varias personas, porque quería que me llevaran a otro sitio musicalmente, en vez de sacar yo sola la melodía y tratar de buscar un arreglo con la guitarra. Le di la vuelta a cómo compongo, me tocan algo y en cuanto escucho un riff o algo, saco la melodía y las letras, y luego me pongo con la producción, ahora produzco mis discos también.

Tienes varios conciertos en nuestro país, y vas a estar dos semanas por aquí, ¿sientes cercanía con el público español?

Mucha. Mira, al principio de mi carrera me dijeron que no debería preocuparme por España porque era el país con mayor piratería musical de Europa. Así que imagina lo que hice, decidí que quería girar más por aquí. Ya sabes lo poco que me gusta que me digan lo que tengo que hacer.

Texto: Sergio Ariza

 

 

 

 

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