¿Acaso no tendrá fin la discografía oficial de Neil Young? Y no me refiero a su nuevo álbum con Crazy Horse, el intranscendente Barn, sino a la continua lluvia de reediciones en vinilo, álbumes en su día desechados (Hitchhiker, Homegrown), bootlegs oficializados (Young Shakespeare, Carnegie Hall 1970) y demás restos de serie. Pero, ay, por cada Way Down in the Rust Bucket —qué quieres que te diga, yo a este menda lo prefiero mostrenco o rural antes que sensiblemente amodorrado— aparecen varias sesiones acústicas. En esta nueva remesa estamos a principios de los setenta y su carrera vive un auge en concordancia con la moda: cantautores introvertidos y a poder ser yonquis.
En Dorothy Chandler Pavilion 1971 —que como el resto replica un vinilo pirata de la época, preservando portada pero mejorando calidad sonora— no faltan «Old Man» y «Heart of Gold», los dulcificados éxitos que habían aupado a Harvest, agradable álbum que muy pronto Young iba a dejar atrás con abismales grabaciones, además de alguna juiciosa tormenta eléctrica. Pero el repertorio añade «Cowgirl in the Sand», «Don’t Let It Bring You Down» y «See the Sky about to Rain», equilibrando un concierto de quince temas, primero con acústica, a medio camino sentado al piano. De igual duración y repertorio, Royce Hall 1971 tiene su clímax en «Journey thru the Past» y «A Man Needs a Maid», al piano, y «The Needle and the Damage Done» y «Ohio», guitarra acústica. Dado que el hombre no resulta locuaz entre interpretaciones, se antoja repetitivo publicar dos conciertos tan similares.
Esto no ocurre en el mejor del lote, Citizen Kane Jr. Blues 1974 (Live at The Bottom Line), quizás porque han pasado ya tres años musicalmente dramáticos (véanse On the Beach y Tonight’s the Night). Acompañado esta vez solo de guitarra acústica y armónica, más hablador, Neil perfila crudas versiones de «Long May You Run», «Helpless», «On the Beach» o «Motion Pictures». Y se canta una inesperada «Greensleeves». Edita Reprise-Warner.
IGNACIO JULIÀ