Artículos

Cosas que nos dijo Emmylou Harris

 

Porque sí. Porque la adoramos. Porque su actuación en el Azkena, única fecha Europea, es todo un logro. Y porque pocas mujeres, en realidad ninguna más, pueden presumir de haber grabado con Gram Parsons, Bob Dylan y Neil Young. En este reportaje exclusivo para web repasamos la carrera de Emmylou Harris cediéndole la palabra y tirando de nuestra hemeroteca. 

Antes de dejaros a solas con esta leyenda viva del country-rock permítannos sin embargo echar la vista atrás y contaros nuestra pequeña “historia” con ella.

La primera vez que Ruta 66 habló con Emmylou fue en 2006. Era otra época. Facebook todavía no existía y la revista todavía se publicaba en blanco y negro. El tándem formado por Jaime Gonzalo e Ignacio Julià me dio seis páginas. Y a fe que las aproveché: mi primera versión del  artículo las superaba con creces. “Se trata de hacer whisky, no cerveza”, me soltó Julià, tras devolverme el texto y pedirme que me ajustara al espacio.

Conseguir la charla no fue nada fácil. Tardé meses hasta que me dieron día y hora. Es lo que pasa con los grandes: todo va más despacio, cualquier contratiempo puede arruinar la cita. Al final, el encuentro, telefónico, tuvo lugar cuando la mujer voló a Europa para promocionar All The Roadrunning, el disco que cocinó a medias con Mark Knopfler. Fueron 45 minutos que quedaron grabados con fuego en la mente y en el corazón de quien signa. Ella estaba en un hotel de Oslo. Yo, en Badalona. En casa, para ser exactos, de Guillem Vidal, amigo de la infancia y futuro colaborador routier, cuya familia tenía lo que yo no tenía: un aparato con el que se podían grabar las llamadas. Ya he dicho que eran tiempos pre-tecnológicos. Ríanse de cómo era el mundo antes de la revolución 2.0.

Harris fue como esperaba: contenida pero amable, diva y, a la vez, mujer de carne y huesos, desconfiada al inicio pero generosa al final. Fue de menos a más. Respondió mi batería de preguntas, ¡una página entera!, con creciente pasión, y cuando llegamos al momento clave, Gram Parsons, no vaciló. Suspiró un par de veces, siempre recordaré el dolor yacente en esas dos exhalaciones, y me abrió una pequeña parte de su corazón. Lo que me contó sobre su media naranja musical fue emoción pura. Fue como ponerse «Still Feeling Blue» o «How Much I’ve Lied» y verlos a ellos dos cantando, uno al lado del otro, sentados encima de unos barriles, en un bar de Washington D.C., en primavera de 1971.

El artículo-entrevista de seis páginas se publicó en junio de 2006 y, ante mi sorpresa, no pasó nada. No recibí ninguna llamada de felicitación, no leí ningún texto que hablara de ello en la sección de cartas de los lectores, ahora finiquitada y por aquel entonces coordinada por Alfred Crespo. No sé qué esperaba yo. ¿Qué me dieran el Pulitzer? La inocencia de cuando uno empieza a escribir sobre música es infinita.

Cuando, al cabo de unos meses, Emmylou tocó en Barcelona con el ex Dire Straits, le llevé la revista al backstage del Palau Sant Jordi. No pasamos juntos más de dos minutos. Ojeó el número, cruzamos un par de frases de cortesía, nos hicimos una foto y se metió en una sala con tipos que habían ganado una entrada para fans VIPS en un programa de radio o algo así. Yo me marché a mi asiento del primer piso y eso fue todo.

Posteriormente, y ya bajo la comandancia de Jorge Ortega, la hemos entrevistado en dos ocasiones más: en mayo de 2011, con motivo de la publicación de Hard Bargain, y en marzo de 2013, aprovechando que había sacado un disco a cuatro manos con Rodney Crowell, Old Yellow Moon, que terminó llevándose un Grammy. De hacer físicamente ambas entrevistas se ocupó Guillem Vidal, alguien bregado en mil batallas, aunque preparamos los cuestionarios juntos y una parte de mi seguía estando allí, escuchando los suspiros de aquella voz angelical.

Lo que pueden leer a continuación es una selección de algunos de los mejores momentos de esas tres entrevistas, una especie de “best of” de nuestras conversaciones con la gran dama de Nashville. Los neófitos en la materia encontrarán aquí un montón de hilos de los que tirar. Los fans de largo recorrido se deleitarán con lo que la protagonista dice y confiesa acerca de algunos de sus amigos. Y qué amigos: Gram Parsons, Townes Van Zandt, Rodney Crowell, Guy Clark, Steve Earle, Daniel Lanois, Buddy Miller, Kate McGarrigle… Si quieren más, vayan al quiosco virtual y compren los números donde se publicaron: Ruta 228, Ruta 282 y Ruta 302. Ah, y no se les olviden de ir al concierto. Vitoria les espera.

SOBRE GRAM PARSONS Y LO QUE SUPUSO SU PÉRDIDA

“Cuando llegué no había nadie. Creo que una de las camareras reconoció a Gram y escribió en la ventana: “Esta noche con Gram Parsons”. Pero no atrajo a nadie. Fuimos al sótano, donde guardaban los barriles de cerveza, nos sentamos y ensayamos una canción. Él tenía mis números de teléfono y me dijo: “Te llamaré”. Nunca esperé recibir noticias suyas, así que me quedé muy sorprendida cuando finalmente encontré en el buzón dos billetes de avión para ir a Los Ángeles y trabajar en GP”.

“No sabía qué hacer con mi vida. Finalmente había encontrado mi voz y mi propósito no era otro que cantar con Gram. Supongo que pensé que en el futuro podía grabar un disco, pero amaba hacer armonías con él. Sentía que eso era lo que tenía que hacer. Y de golpe me lo arrebataron. Perder a alguien que me importaba profundamente resultó muy traumático para mí, pero el trabajo siempre ha sido mi gran calmante. Tuve que plantearme cómo seguir adelante”.

Emmylou con Rodney Crowell

SOBRE CÓMO CONOCIÓ A RODNEY CROWELL

“Brian [Ahern] me iba a producir mi primer disco para Warner tras los trabajos junto a Gram Parsons. Nos pasábamos el día escuchando material, pero nada me llegaba demasiado. Finalmente, me puso una cinta de Rodney, a quien él tampoco conocía, y aunque no te sabría decir con precisión qué es lo que buscaba, con esa canción, «Bluebird Wine», todo cobró un sentido. Fue como pasar de la noche al día”.

“[Me gustó] su timbre de voz, su originalidad y personalidad como compositor. Pero sobretodo se percibía en él alguien con una sensibilidad muy genuina para la música country. Había crecido en Texas, su padre era un cantante esporádico, y todo ello se plasmaba en las canciones”.

SOBRE TOWNES VAN ZANDT Y LA POESÍA VAQUERA DE «PANCHO & LEFTY»

“Conocí a Townes en los 60 cuando yo era una primeriza cantante de folk en el Village. Él tocaba en Folk City y abrí el show; era la telonera de la casa. Me impresionó mucho, nunca había sentido a alguien que parecía mezclar el espíritu de Hank Williams con esa poesía cowboy que él tenía. Escribió canciones que no se parecían a nada que hubiera escuchado antes. También me encantaba su voz. Creo que sólo había publicado un par de álbumes, quizás el primero, For The Sake Of The Song”.

“Entonces conocí a Gram y me metí en el country. No es que me olvidara de Townes, pero estaba siguiendo un curso intensivo de música country. Después llegó Rodney Crowell, que formó parte de la Hot Band original, y resultó que también era una gran fan de Townes. Me dijo: “Conoces «Pancho & Lefty?»”. Y yo respondí: “No me sé toda la canción, pero sí el estribillo”. La sacamos en el backstage y empezamos a tocarla en los conciertos antes de grabarla. En ese caso, pues, tuve a un compadre que entendió cómo la música de Townes encajaba maravillosamente en el contexto de las canciones de George Jones”.

SOBRE GUY CLARK Y SU MUJER SUSANNA EN EL NASHVILLE DE MEDIADOS DE LOS 70

“Conocí a Guy Clark a través de Rodney Crowell, con quienes eran buenos amigos. Se me abrió todo un universo de compositores que yo, hasta entonces, desconocía por completo. Rodney Crowell, Guy Clark, Townes Van Zandt… eran un círculo de poetas. Eran todos amigos y, por lo tanto, rodearse de ellos era siempre muy divertido. Hacían country, sí, pero con ese enfoque poético realmente novedoso. Cantar esas canciones, sobre todo con esas letras, era mágico”.

“Susanna era una de mis mejores amigas. Divertida y profundamente inspiradora. La echo de menos”.

SOBRE LA CASA DE BEVERLY HILLS, LA BANDA MÁS CALIENTE Y EL PRODUCTOR-MARIDO BRIAN AHERN

“Los años 1974 y 1975 fueron mágicos. Pasé de cantar junto a Gram Parsons a hacerlo custodiada por Glen D. Hardin, James Burton, Hank De Vito… ¿Qué puedo decir? Me sentí muy afortunada. Fueron unos años muy felices y llenos de creatividad. Había una energía especial, aunque fuera interpretando música country tradicional. Rodney y yo éramos más jóvenes que el resto y ellos dominaban muy bien el trabajo en el estudio. En cierto modo, nos retroalimentábamos y aumentábamos la energía. Existía una química especial”.

“No sé si lo llamaría [una comuna] hippy, Glen D. se mosquearía. Seguramente Rodney y yo éramos los únicos hippies. El resto eran adultos y se comportaban siempre como tales, de una forma muy profesional. Y Brian, evidentemente, era un productor de éxito. Creo que nos hicimos buenos amigos, creciendo dentro de ese ambiente protegido en el que había una atmósfera creativa y no tenías que estar en el estudio de diez a dos y de dos a cinco”.

Brian Ahern

“Solíamos encontrarnos a una hora determinada y a veces seguíamos tocando toda la noche, creamos nuestros propios horarios y dinámicas. Estábamos allí, comíamos; era una casa. En ese sentido, pudo parecer una comuna pero no lo era, todo el mundo tenía otras sesiones y conciertos en los que tocar. Pero, ciertamente, el hecho de que fuéramos capaces de formar ese grupo, salir de gira y, después, volver a la casa a grabar, todo ello facilitó el desarrollo de unas relaciones personales y profesionales que todavía perduran y que son muy importantes para mí”.

“Todos mis discos han significado afortunadamente buenas experiencias y, de aquellos tiempos con Brian Ahern recuerdo que aprendí sobre todo lo que representaba hacer un disco. Sería un gran error intentar revivir aquellos tiempos pese a lo maravilloso que fueron. Tienes que estar agradecida de lo que te ha pasado, pero mantenerte bien atenta a lo que te queda por el camino”.

SOBRE OTRO MARIDO, PAUL KENNERLEY, Y EL DISCO CONCEPTUAL Y AUTIOBIORGÁFICO THE BALLAD OF SALLY ROSE

“Había estado apuntando notes en mis libros, tratando de escribir cuando estábamos en la carretera. Conocí a Paul y canté en The Legend Of Jesse James. Fue una gran experiencia, ver cómo podía contarse una historia. Las canciones que yo había escrito eran como una banda sonora sin película. Así que pensé. “Es la persona que puede ayudarme a completarlas y ver si hay en ellas un  concepto”. La primera canción que terminamos fue «Sweetheart Of The Rodeo»”.

“Obviamente, tenía que ser muy lineal, no puedes contar tu vida en menos de sesenta minutos o te saldrá una historia muy concentrada. Así que, por un lado, es autobiográfico y, por otro, hay ficción. En lo que se refiera a la relación entre los dos artistas-cantantes, Gram murió tan joven que no existió la posibilidad de que eso ocurriera, así que dejé volar mi imaginación. Ambos hombres, el real y el ficticio, murieron demasiado jóvenes, y ello afectó muchísimo a la chica cantante, que somos Sally y yo. Así que hay paralelismos…”.

SOBRE LA AVENTURA DE GRABAR UN DIRECTO EN EL RYMAN CON SUS NASH RAMBLERS CUANDO EL TEMPLO DEL COUNTRY ESTABA AL BORDE DEL DERRIBO

“Cuando habíamos estado girando con los Nash Ramblers, que eran una gran banda, y habíamos también reinventado el material antiguo, pensé. “Ensayemos algunas canciones más y grabémoslo todo”. Nos pusimos a buscar un local y en ese entonces nadie tocaba en el Ryman; era un edificio prácticamente condenado, estaban a punto de derribarlo y construir la oficina de una compañía telefónica. Alguien de mi management fue a verlos y les preguntó si podíamos tocar tres noches con una audiencia limitada. Nos dijeron que sí, aunque no pudimos utilizar la galería Confederate, no era segura. El Ryman tiene una de las mejores sonoridades del mundo y ello también le dio un significado histórico extra. Creo que invitamos a cien personas cada noche”.

SOBRE LA INSPIRACIÓN QUE SIEMPRE ENCUENTRA EN LUCINA WILLIAMS

“Soy una gran fan de Lucinda. Es una chica que rockea duro y que, a la vez, escribe las canciones más descorazonadoras que te puedas imaginar. Me encanta su voz… Cuando puedes cantar con alguien que, con su voz y con lo que canta, te toca la fibra  es un honor enorme”.

SOBRE UN RENACIDO STEVE EARLE Y SU OBRA MAESTRA DE REGRESO TRAIN A COMIN’

“Fue justo antes de grabar Wrecking ball. Y significó uno de esos descubrimientos únicos. Fue, antes que nada, un gran placer tocar con músicos como Norman Blake, Roy Huskey o el mismo Steve. Mi amistad con él no era todavía tan profunda, ya que por aquel entonces no era fácil conocerle bien. Acababa de salir de la prisión, había dejado las drogas… estaba empezando a canalizar todas aquellas duras experiencias en una nueva y gran energía. Luego descubrí esa hermosa canción, «Goodbye», que fue muy importante para Wrecking ball y que Steve me cedió gentilmente. Es muy gratificante cantar en los discos de la gente que te inspira de verdad”.

SOBRE LAS DELICIOSAS TURBULENCIAS DE DANIEL LANOIS EN WRECKING BALL

“Cuando llegó la hora de hacer el disco que terminaría siendo Wrecking Ball, los de Asylum me dieron la oportunidad de hacer lo que quisiera. “Olvidémonos del country. ¿Hoy hay algo que estés deseando hacer? ¿Alguien con el que te gustaría colaborar?”. En ese momento estaba casi obsesionada con los álbumes que Daniel Lanois había hecho, especialmente Acadie y el que grabó con Dylan [Oh Mercy]. Estaban constantemente en mi reproductor. Así que saqué su nombre, pese a que no lo conocía. Dio la coincidencia que se estaba tomando un respiro y aceptó”.

“Lo que aportó fue su propio estilo, ese sello definitivo que imprime a todo lo que hace, ya sea en sus obras o produciendo a otros. También trajo un nuevo repertorio de músicos, gente que ya conocía de otros proyectos pero que nunca habían tocado juntos: Tony Hall, Larry Mullen de U2 y, por supuesto, Malcolm [Burn]. Con este pequeño grupo descubrí un amplio abanico de sonidos y turbulencias que, sin embargo, no ofuscaban las letras, pues para Dan la canción en sí tiene mucha importancia”.

“Cuando fuimos capaces de llevarlo al directo, primero con Dan y después con Buddy [Miller], que es extraordinario, era como aprender otro lenguaje, aunque no se alejaba tanto de lo que había hecho. A mucha gente le pareció algo completamente exótico, pero a mí me sonaba perfectamente natural, pues había pasado por todo el proceso y había visto nacer esas canciones y arreglos”.

SOBRE LA MISIÓN DE BUDDY MILLER

“Siempre supe que Buddy era especial, así que realmente no me sorprende [ver dónde ha llegado]. No puede decirte lo feliz que estoy, y no se me acude nadie que lo merezca más que él, pero estoy convencida que para Buddy no es nada demasiado importante: es trabajo y punto. Buddy sabe que la música es lo que debe hacer en ese mundo e intenta compartirlo constantemente con otros.

SOBRE CÓMO FUE TRABAJAR CON MARK KNOPFLER EN ALL THE ROADRUNNING 

“Habla de experiencias humanas muy básicas y de nuestras vivencias como músicos. Creo que refleja el desgaste que conlleva estar treinta años en la carretera. Pero básicamente habla de cosas que todos podemos sentir: el amor, la pérdida, el deseo, la añoranza de un hogar, que tus hijos sean felices, que tu relación vaya bien”…

“Yo tuve el trabajo más divertido: sentarme y cantar una y otra vez. Mark estaba al mando, produciendo y dirigiendo la banda. También fue el quien aportó la mayoría de canciones. Conocía a muchos de los músicos y lo grabamos en Nashville. Mucha camaradería y buena música; lo pasé muy bien”.

SOBRE HARD BARGAIN, LOS RECUERDOS Y EL PASO DEL TIEMPO

“[«Hard Bargain»] es una buena canción. Cuando, en mis inicios, cantaba canciones de Dylan, Cohen o la Carter Family en clubes de folk sabía que eran grandes canciones. Luego me di cuenta de que las de Townes Van Zandt o Rodney Crowell también lo eran. Cuando una canción es buena algo te empuja a cantarla, y eso es exactamente lo que me pasó con esa canción de Sexsmith”.

“[Kate McGarrigle] era una muy buena amiga, además de gran artista. Me sentía muy próxima tanto a ella como a su hermana Anna. Trabajamos juntas a lo largo de los años, escribiendo y actuando, y durante ese tiempo fueron una gran inspiración, artística pero sobre todo en el terreno personal. Kate murió en enero del año pasado, todavía la tenía muy presente cuando empecé a trabajar con ese disco y sentí la necesidad de dedicarle esos versos de despedida [«Darlin’ Kate»]”.

“Es complicado conocer con exactitud el germen de las canciones. Tus experiencias vitales las llevas encima toda la vida, siempre están ahí, y si esas en concreto han salido ahora y no con anterioridad no se debe a nada más que a los misterios que conlleva escribir una canción. Sin embargo, hay un momento concreto en la vida que, miras atrás, y te das cuenta de que lo vivido hasta entonces es mucho más largo de lo que probablemente te queda por vivir. Eso, claro, da pie a la reflexión, a pensar que es lo que te ha llevado a ser como eres. Siempre he sido muy consciente de lo que Gram significó para mí, de cómo mi vida cambió en conocerle, pero no ha sido hasta ahora que he querido abrazar, agradecer, ciertas cosas que me han pasado. Miras al pasado y te das cuenta de lo maravilloso que ha sido que algunas cosas que te han sucedido, y esa canción [«The Road»] es un reconocimiento a todo eso. Supongo que todos llegamos, en la vida, a un punto en que los recuerdos nos llegan con más claridad que nunca.

SOBRE EL PREMIADO CON UN GRAMMY OLD YELLOW MOON Y EL REENCUENTRO CON SU COMPOSITOR FAVORITO

“Trabajamos todo el tiempo. Era difícil que alguno de los dos no estuviera en la carretera, o en el estudio, o, en el caso de Rodney, produciendo a otros artistas. Después de Hard Bargain, sin embargo, reflexioné sobre el paso siguiente que debía dar y vi que había llegado el momento. Así que fui yo quién cogió el teléfono y lo llamé. Chequeámos nuestras agendas y nos propusimos no aplazarlo más. Ambos sabíamos que algún día lo haríamos, y aunque el proyecto se demoró bastante, estábamos convencidos que, cuando lo empezáramos, lo terminaríamos”.

“Fue, efectivamente, la primera canción que escuché de él, y también la primera que grabé. Rodney, sin embargo, no había grabado nunca «Bluebird wine», así que insistí que la hiciéramos con él como voz principal y yo en las harmonías. Fue una decisión sentimental, pero llena de sentido para ese disco”.

Texto: Jordi Pujol Nadal

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Contacto: jorge@ruta66.es
Suscripciones: suscripciones@ruta66.es
Consulta el apartado tienda