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Stöner – Sala Wolf (Barcelona)

 

La noche arrancó puntual, con los noruegos Slomosa ofreciendo su auto-denominado tundra rock ante decenas de férreos seguidores del género. Aunque no estábamos allí por ellos –era esta una realidad evidente–, a medida que avanzaba su recital, más recompensamos su voluntarioso esfuerzo con atención. «Horses» o «There Is Nothing New Under The Sun» engancharon desde la primera escucha e invitaban a investigarlos con detenimiento en las siguientes. Se les descubren influencias propias del género, pero también tintes de Baroness.

Terminado el entrante, Stöner subían al escenario ante la ansiada espera del público, propia de las grandes citas. Y es que el trío formado por Brant Bjork, Nick Oliveri y el baterista Ryan Güt son historia viva del género, tanto por su paso por icónicas bandas como Kyuss o Fu Manchu, como por el mérito propio cosechado por sus dilatadas trayectorias posteriores. Abrieron con «Red Stays Rad», potente declaración de intenciones que se acrecentó con «The Older Kids» y «A Million Beers». Las voces de Bjork y Oliveri se combinaban a la perfección, replicándose en «Party March» o «Strawberry Creek (Dirty Feet)», mientras que la eficiencia y confiablidad de Güt a la batería resultaba incuestionable. Es este uno de los puntos fuertes del trío, cuya química es tan densa que se podría masticar, únicamente al alcance de aquellos que han compartido décadas. Otro, es cuando toman el mando no ya del escenario, sino de la sala, dispuestos a conducir nuestra experiencia sonora como si viajáramos sobre una densa nube de humo. Y ya sabemos de qué clase de humo estamos hablando. Prueba de ello, la experimental «Tribe/Fly Girl», pero también los sorprendentes arreglos de «Stand Down».

Canciones como «Own Yer Blues» o «No Brainer» deberían ser considerados clásicos instantáneos de un género en el que parece difícil innovar o sonar diferente. Sin embargo, el trío de Palm Desert lo consigue sin ni siquiera intentarlo, con la humildad de quien reconoce a aquellos que les abrieron el camino. Sea prueba de ello la versión de Mötorhead, «R.A.M.O.N.E.S.», o el esperadísimo encore con «Gardenia» y «Green Machine» de Kyuss, momento que propició el crowd surfing de los más valientes. ¿Después? Sólo quedaban fuerzas para los aplausos, firmas, fotografías y charlas con derroche de simpatía a las puertas del local, broche de oro para una íntima e inolvidable noche de stoner.

 

Texto y fotos: Borja Figuerola

 

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