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Miguel Ríos – Guitar BCN / Palau De La Música (Barcelona)

 

No vamos a entrar en debates bizantinos de lo que deberían hacer los músicos (especialmente los ubicados dentro de la música rock) llegados a una media de edad avanzada. Cada uno es libre de gastar su dinero en los espectáculos que desee y los artistas en cubrir una demanda por su presencia en las tablas. Pero este recital de un casi octogenario Miguel Ríos es para ser tenido muy en cuenta para unos cuantos. Consciente de las limitaciones impuestas por la edad el granadino se ha reinventado en clave electro-acústica y es capaz de ofrecer espectáculos de altos vuelos como el ofrecido en el modernista edificio barcelonés.

Respaldado por el Black Betty Trío (aunque fueran cuatro músicos) salió a escena pletórico marcándose un reimaginado «Bye Bye Ríos» y un «Bienvenidos» que ya nos dejó prácticamente rendidos a sus pies. A partir de ahí todo fue miel sobre hojuelas, combinando canciones más reposadas de su última referencia discográfica como las fenomenales «Por San Juan» o «La Estirpe De Caín», con clásicos básicos de su carrera del nivel de «No Estás Sola», «Rocknroll Bumerang» o la coreada «El Blues Del Autobús». También tuvo tiempo para repescar oscuras gemas de su repertorio como la inesperada «En La Frontera» y alguna que otra versión como la cabaretera y berlinesa «Luna de Alabama». Aunque la catarsis colectiva la produjo la siempre efectiva y emocionante «Todo a Pulmón». Por si esto no fuera poco la guinda a tan opíparo menú la puso el prístino sonido inherente al histórico local y una faceta poco conocida de Stand up comedian/Storyteller del vocalista con la que supo jugar y hacer reír a un público de corte más bien talludito. Llegó el final con las esperadas, históricas y esperadas «El Río» y «Santa Lucía» que hubieran sido la coda perfecta al concierto de no haberlo estropeado con un innecesaria y de cara a la galería revisión del «Himno a La Alegría» en la lengua de Pompeu Fabra. Un final desangelante, pero que no logró quitar la sonrisa a los asistentes que asistimos a un concierto crepuscular en el mejor sentido de la palabra, pero a la vez lleno de vida y sobre todo impregnado de una dignidad rockera que pocos saber entender y transmitir a estas alturas.

Texto: Xavi Martínez

Fotos: Enric Minguillón

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