Encuentros

El Twanguero, a propósito de Carreteras Secundarias, Vol. 2


 

Hace tres años El Twanguero decía sobre la construcción de su obra que “La evolución debe ser lenta y coherente.”1; hoy matiza que: Lenta sí que es, te lo puedo asegurar. Lo de «coherente» es algo que el tiempo dirá. Y en ese trabajo de ebanista y artesano, replete de paciencia y mimo, construye el segundo volumen del conjunto de LP Carreteras Secundarias.

 

Escuchando el tema que abre el LP, «La Leyenda Del Cañaveral», lo primero que me viene a la cabeza es: ¿cuánto queda del músico de formación clásica en El Twanguero?

Me reencontré con la guitarra española durante la pandemia. Pasé un año viviendo en un barco en Marina del Rey y ahí le eché unas cuantas horas. Fue como un regreso a mis inicios, como si cerrara un círculo. Volví a estudiar antiguas partituras y recuperar la confianza con el instrumento. La guitarra española es difícil de controlar. Aún así, creo que, de esa época lo más importante que me quedó fue la disciplina.

Dentro de tu obra se perciben varias ramificaciones que, aunque entretejiéndose, sí vas alimentando de manera diferenciada por ejemplo la línea de Pachuco, con el homónimo y Gallo Negro, una línea más clásica y popular con Argentina Songbook, Carreteras Secundarias… ¿Crees que hay esta distinción o todo está más entremezclado?

Sí, tiene sentido lo que dices. Yo ahora lo veo más desde el binomio Eléctrico/Acústico. O incluso desde el hecho de hacer un disco con gente o solo. Los discos acústicos fueron más un trabajo unipersonal donde puse a prueba mi autoconfianza y mi disciplina, con mucho esfuerzo por supuesto. Y a veces también con mucha frustración. La parte eléctrica sería la que conecta con el público a nivel más físico y la acústica más emocional. Es como lo «Apolíneo y Dionisiaco» de Nietzsche. Tendría que preguntarle a Santiago Auserón, que de esto sabe más que yo.

Y, sin embargo, Electric Sunset tiene un punto de encuentro entre ambas partes, una música popular con mucha cumbia, ranchera, el cine italiano, el sonido twang, rockabillyaunque es una producción más elaborada.

Tanto Argentina Songbook como Electric Sunset tuvieron muchos duetos (Bunbury, Cigala, Calamaro, Ara Malikian, Orkesta Mendoza) y fueron la prueba de fuego para aprender a coordinar proyectos colectivos. Electric Sunset es East L.A. visto por un valenciano.

¿Qué esperas encontrar con el mapa que tracen los trabajos Carreteras Secundarias?

Más que «encontrar» algo en concreto yo prefiero «crear» algo en concreto. Durante años me obsesioné con la acumulación de conocimiento, con aprender más y más. Pero luego me di cuenta de que había algo más importante que buscar, encontrar o incluso que encontrarse a sí mismo: crearse a uno mismo. Ese es el verdadero paso, y el más difícil. Y es ahí donde realmente se completa el viaje.

La restricción de no poder visitar otro país que no fuese Costa Rica, ¿condicionó la forma de encarar el proyecto? ¿Hiciste algún trabajo de investigación de canciones populares, cantantes, músicos, escuchas de discos concretos?

Yo buscaba más un entorno natural y es lo que Costa Rica me ofreció. Claro que conocí músicas, como el calypso de Puerto Viejo o el swing criollo, que es un tipo de cumbia Centroamericana que se baila como el swing norteamericano, pero yo llegué al país con el disco muy preparado. Tenía ideas que ya había compuesto en otros viajes por Suramérica, como «Iguazú», y que entraban perfectamente en el concepto del álbum. Una vez terminada la grabación llamé a mi amigo Martín Bruhn para que metiera un bombo legüero en un par de temas y realmente le dió el sabor que buscaba

En ambos volúmenes, los que conocemos hasta ahora, estudias y tomas como punto de partida las músicas populares de una región, pero compones canciones propias, ¿por qué o por qué no introducir también canciones del folclore, populares, de otros?

Siempre me ha gustado hacer versiones, transformarlas y darle mi toque personal, pero realmente yo me considero un compositor que usa la guitarra como medio de expresión. Todos estos viajes y experiencias tienen sentido cuando puedo crear una obra original, por supuesto inspirada en otras músicas. Ese es el secreto de la creación: aprender de otros y aportar nuestro pequeño granito de arena creando una nueva versión de lo aprendido.

Mencionas en el documental varias veces la forma de tocar, el sonido y las armonías de la guitarra sudamericana, ¿por dónde empiezas tu viaje a la jungla con las seis cuerdas?

Pues curiosamente empieza en Topanga, CA en una ceremonia de Ayahuasca. En ese momento tenía una novia que hacia estos rituales y me pidió ir a tocar. Y la verdad es que flipé. Tuve visiones espectaculares y experiencias auditivas increíbles, aunque por momentos es terrible porque es como si te murieras. Y me vi tocando en la selva, enfrente de un jaguar. No sé si lo repetiría, pero fue un buen punto de arranque.

¿Es hoy «Jaguar» el tema vertebral del proyecto Carreteras Secundarias, por su mezcla de estilos y por la metáfora de ser el animal que se extiende a lo largo de América?

Sí, puede ser. Aunque el primero que hice fue «Samba de la Jungla». Fue en esa ceremonia, en un momento de la madrugada, cuando me vino la idea. Pero sí, en realidad «Jaguar» condensa estilos del continente como la milonga, el partido alto o las músicas caribeñas. Y además es mi tributo al gran cazador solitario de América.

Dijiste en una entrevista de 20152: Creo en el folclore más que en las academias. Porque yo fui a la academia, pero me hice en la calle”, ¿es la raíz de Carreteras Secundarias?

Yo creo que es la raíz de todos mis discos. El folclore de los pueblos nos da una verdadera visión de lo que es el arte auténtico, el que no se rige por normas ni teorías, el que surge como un arroyo y se convierte en río y luego en océano.

En esta búsqueda de la raíz más primitiva de la música y el folclore, ¿cómo ha influido participar en el proyecto Playing For Change? Además de la labor que realizan, ¿crees que te permite acceder a esta búsqueda de música local de cada país?

Con Playing for Change me acerqué mucho a la música del Congo y también grabé muchas guitarras españolas en sus proyectos. Ellos tienen un sello discográfico y editorial, así que siempre están lanzando proyectos interesantes con los que he grabado y tocado en directo. Luego están los proyectos de vídeos que hacen para Naciones Unidas o Cruz Roja y en los cuales tuve la suerte de participar con Keb Mo’, Nathaniel Rateliff y Jim James, Manu Chao, Bunny Wailer o Cat Stevens.

¿Playing For Change te planteó o te abrió la posibilidad de grabar fuera de un estudio?

La verdad es que en parte sí. Toda esta corriente que surgió durante la pandemia de hacer vídeos colaborativos es algo que Playing for Change empezó hace 20 años y que prácticamente inventaron ellos. Obviamente ellos tienen un equipazo para hacer esto, porque van a la India y de ahí al Congo y luego a Papua Nueva Guinea en un abrir y cerrar de ojos. Así que puedo decir que la idea la saqué de ellos.

Para cerrar la entrevista, ¿qué pasó con el proyecto de sonido twang del que editaste algunas canciones en MySpace con Julián Kanevsky?

Pues ealmente eso fue la semilla de lo que es Twanguero, así que realmente sirvió de mucho hacer ese proyecto. Aunque luego cada uno tomó diferentes caminos, por cuestiones de la vida. Julián es un super guitarrista y le quiero mucho. Aprendí mucho de él en el ámbito del sonido y la guitarra rock.

 

Texto: David Vázquez

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