El poder de la música es absolutamente evocador. Tanto para recordar momentos de nuestra vida como para proyectarnos a otras épocas y realidades. Y de lo segundo hubo a raudales en la noche del lunes en Bilbao, no hay mejor manera para afrontar el peor día de la semana.
La dupla de grupos canadienses formada por The Dead South y Elliott Brood nos ofrecieron un concierto intenso y festivo con ciertos pasajes musicales oscuros, una cita de la que más vale contar que se estuvo presente antes que lamentar lo contrario, ojo, con cartel de Sold Out desde hace varias fechas.
El trío que conforman Elliott Brood se encargaron de poner a tono a una parroquia que conocen bien, no en vano habían visitado la Villa en varias ocasiones antes. Se notó la complicidad con el público y se mostraron muy agradecidos de volver por estas tierras (más allá de festivales como el Azkena o el BBK Live, ya habían pateado al menos un par de garitos bilbaínos) para vaciarse en los 45 minutos de un set que tuvo de todo, desde la intensidad inicial con “Chuckwagon” hasta momentos más festivos (“Dig a Little Hole”) o movidos llevado por el banjo (“Bird Dog”). Los tres hombres se compenetraron a la perfección guiados por la voz de Casey Laforet (y su guitarra, su ukelele y sus pedales de bajo, todo un hombre orquesta).
El momento de máxima comunión con el público, su público, llegó con su tema más conocido, “Write it all for You”. El `hey hey hey´ del estribillo, coreado a grito pelado por todo el Antzoki calentó el ambiente de tal manera que sus compañeros de concierto ya salían con bastante ganado gracias a Elliott Brood, que acabaron su actuación con “Banjo Song” en un in crescendo soberbio. Poco tiempo para un grupo que algunos hubieran preferido de cabeza de cartel.
Y para estos la expectación era máxima. El predicamento que The Dead South tiene por aquí no deja de sorprender, aunque la afición a este tipo de música de raíces no es escasa en la tierra de un grupo como Dead Bronco. Y para empezar iconografía de las que imponen. Cuatro vidrieras con los símbolos de cada integrante del grupo, que iban cambiando de color y luz dependiendo de cada canción. Estaba claro que el espectáculo iba a ser total y había que integrarse en el mismo. Como muchas otras propuestas intensas, sólo disfrutas de lo que te ofrecen si subes a su avión y despegas con él. En este caso, más que avión el tema era montarse en su carromato Conestonga, el pesado carruaje que empleaban los pioneros del Far West en sus epopeyas para poblar su tierra prometida. Y como era su caso, el fervor y temor religioso se mezclaba en su música con las ganas de desenfreno, un cóctel realmente explosivo y enriquecedor para un compendio musical de Folk, Bluegrass o incluso Country.
Todo ello pasado por el tamiz de lo llamado “Neo” en estos tiempos es lo que abandera el cuarteto canadiense de Saskatchewan (salvo su vestimenta puramente clásica de hace dos siglos), una especie de reflejo de The Pogues al otro lado del Atlántico, homenajear las raíces y la tradición pero dando una vuelta de tuerca realmente agradecida por quién la escucha. Porque esa es otra, el público estaba a sus pies desde los primeros acordes de la oscura y densa “Diamond Ring”. No tuvieron mejor entrada con un Antzoki coreando e incluso cantando la letra, mejor inicio imposible.
Y todo fue a mejor. Hay que decir que lo que hacen The Dead South tiene una calidad evidente en sus grabaciones pero la atmósfera que consiguen en directo le da un plus adicional a su propuesta. Basculando entre desarrollos instrumentales intensos (lo de Colton Crawford al banjo es de escándalo, ¡Dios bendiga a “la música de persecución”!), fiesta desbocada de granero (“Dead Man´s Isle”) o elegías al Señor (“Black Lung”) el concierto va, los cuatro canadienses nos llevan a su terreno y se intercalan los roles de protagonismo en una actuación que fue ganando calidad y velocidad con el paso de los temas.
El bailoteo generalizado con “The Good Lord” daba paso a las palmas y coros en uno de sus temas estrella, el que lleva precisamente el nombre de grupo, “The Dead South”, vamos, que nadie estaba al cuidado del ganado ni rezando al Señor, desenfreno como en las famosas fiestas de aquella Ciudad sin Nombre.
Tras una profunda “Deep when the River´s High” llegaba el momento del Hit, sí, el tema que cada grupo tiene y les lanza a su estrellato particular. En este caso el silbidito inicial de “In Hell I´ll be in Good Company” desató la fiesta (sin es que no venía ya desatada…), con la coreografía de su video promocional calcada e inicio simultáneo de apertura de latas de cerveza de todos salvo el que silbaba, claro. Un consejo a la gente si se permite: disfrutar del momento es mejor que intentar grabarlo con el móvil, de verdad. La dulce “Honey You” cerraba el concierto pero, claro, se coreó el “Beste bat –una más-” y fueron un par.
Curiosidad: La gira es para presentar dos EP´s de versiones (“Easy listening for Jerks, Pt. 1 & 2”), el primero más de raíces y el segundo de versiones de grupos más actuales por decirlo de alguna manera (la portada es un homenaje maravilloso a la del “…And out come the Wolves” de Rancid), pero sólo sonó un tema de todos estos, el primero del bis, “Saturday Night”… de Misfits, sí, y quedó como si realmente fuera suyo, no digo más. Final con “Banjo Odyssey” y la gente tan enloquecida como si les hubieran prometido las 65 hectáreas de tierra gratis como a los colonos que se lanzaron a conquistar las Grandes Llanuras. Fue casi hora y media de un viaje musical y mental a otro continente y otra época. Gran viaje, intenso y emotivo, como deben ser los grandes viajes.
Texto: Michel Ramone
Fotos: Dena Flows