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Ilegales – Santana 27 (Bilbao)

Siempre diré que la frase que resume lo que es el Rock´n´Roll es una que aparece en uno de las canciones más clásicas de Ilegales: “Nada más llegar has insultado al matón”, del tema “Bestia Bestia” (de su disco “Todos están muertos” -1985-). Y sí, esa frase lo resume todo: La chulería, la rebelión ante la injusticia, el peligro y el romanticismo macarra callejero, por aquel entonces no tan romántico, pero ahora hasta se echan de menos unos tiempos más intensos y en los que juventud abrazaba el Rock como bandera. Muy alejados de la actualidad, pero Ilegales siguen enarbolándola y haciendo de sus conciertos una cruzada eléctrica. En Bilbao, con la intro grabada de unos latidos que acababan en parada cardíaca, Jorge Martínez saludaba a la audiencia a su manera: “Ni los cálculos más optimistas esperaban que duráramos tres o cuatro semanas y cumplimos cuarenta años. Siempre dispuestos a hacer lo peor para conseguir lo mejor”.

Y eso es el espíritu de Ilegales, todo lo bueno y lo malo junto en busca de la magnificencia humana a través de la electricidad de las guitarras. Con el paso de los años Jorge Martínez ha pasado de ser el chico peligroso del stick de hockey al hombre peligroso cargado de sentencias que golpean como puños en unos himnos eternos y que no tienen fin. Sus frases cortas son, posiblemente, las sentencias filosóficas vitales más ciertas del Rock estatal. Su último trabajo (“La lucha por la vida”) está plagado de colaboraciones de artistas cercanos (y no tan cercanos) y nuevas canciones, algunas que apuntan a himno.

De los 16 temas (sólo cuatro no son novedosos) del disco, 11 sonaron en la sala Santana. Y eso conlleva un riesgo, que el público los acoja con cautela, aunque el concierto empezó con fuerza, con un sonido limpio y dos de los nuevos, “Tantas veces me he jugado el corazón que lo he perdido” y “Si no luchas te matas”, a los que siguió el primer clásico, “Ella saltó por la ventana”. Bien, la liturgia ilegal empezaba bien.

El hieratismo de la banda (Willy Vijande impone, impone mucho) al servicio de su sonido (aquí no hacen falta saltos ni carreras, ofrecen lo que queremos sin subterfugios) es lo que pide su gran tema “Chicos pálidos para la máquina”, al que siguieron otros dos de los nuevos (“Te prefiero lejos” y “Divino imbécil”, que aún tendrán que ser asimilados por el público, que no era poco a pesar de ser jueves, diluviar en la calle y el cambio de fecha inicial) y, tras ellos la anti belicista “Ángel Exterminador”, ahora más de moda que nunca. Eso sí, sólo un pero si es que se le puede poner un pero a este temazo: nunca los teclados sustituirán al saxo, pero todo no se puede.

Y, a partir de ahí, como si hasta el momento estuvieran calentando motores… el concierto despegó. El bloque de “Agotados de esperar el fin”, “Nunca lo repitan en voz alta”, “El bosque fragante y sombrío” (favorita de muchos entendidos) y el Tecno-Punk –como así lo definió Jorge- de “Juventud Egolatría” empalmaba con la coreada “Eres una puta” y, ojo, llegaba el gran momento que siempre nos deja boquiabiertos.

“El norte está lleno de frío”. Temazo, y más sonando por aquí. Guitarreo desaforado de Jorge Martínez, apoteosis sónica, ruidista como nunca y… como sólo sabe hacerlo él, empalma con el arpegio limpio de “Enamorados de Varsovia”. Seguimos sin entender cómo es capaz de hacerlo, pero lo hace y nos dejó boquiabiertos, pasando del infierno al cielo o viceversa. Como un prestidigitador, cuantas más veces lo hace más nos asombra. Sólo por eso merecía haber ido pero, claro, una guitarra en las manos del líder de uno de los grupos más carismáticos que hay no puede hacer más que seguir echando fuego.

Dos canciones más antes de la dupla de éxitos ochenteros como son “Destruye” y “Soy un macarra”, y como no hay dos sin tres… “Bestia bestia” (insultemos y retemos todos al matón, es lo que se merece siempre), “Mi amigo Omar”, “Todo lo que digáis que somos” y finalizar con “Dextroanfetamina”.

Y claro que hubo bis. Pero Ilegales son diferentes hasta para eso. Ni una, ni dos ni tres… siete canciones, a toda pastilla, todas de sus primeros discos, todas esperadas, todas con el poder evocador de los recuerdos de juventud. “Yo soy quién espía los juegos de los niños” es simplemente una obra de arte musical, “Hombre solitario” un Western urbano, “Europa ha muerto” y “Tiempos nuevos, tiempos salvajes” son una alerta social, “Hola mamoncete” y “Caramelos podridos” incitan al desfase nocturno juvenil y cerrando con “Problema sexual” para cumplir con algo más de hora y media de ceremonia rockera.

Como dijo Jorge al final, “mi atrevimiento suple mi total falta de belleza y creedme que funciona”. Hay que atreverse a todo porque no sabemos de qué están hechos los demonios y cuánto duran pero podemos vencerles. Y así se marchaba, con el puño en alto, tras superar una operación no hace muchos días y sonando de fondo la maravillosa “Canción obscena”. Necesitamos que la incluyan en ese repertorio tan extenso y eterno. Como es el propio rock´n´roll. Como son Ilegales.

Texto: Michel Ramone

Fotos: Dena Flows

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