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Moscow Death Brigade – Stage Live (Bilbao)

Bob Dylan cantaba que los tiempos están cambiando. Desde la década de los sesenta lo están haciendo y cada vez la escena musical lo corrobora. Hace no mucho era impensable que metalheads, punks, skinheads, rockeros y demás pudieran compartir un concierto sin que haya trifulcas. Eso cambió y también llegó a ser impensable en juntarles en un concierto sin instrumentos, con bases pregrabadas, vamos, una cita electrónica pura y dura… y se logró. Lo hizo posible el rap. Run DMC y Aerosmith por un lado, y Public Enemy con Anthrax por otro, abrieron un camino lleno de posibilidades. Y ahora ya no hay fronteras ni límites.

Todo se junta, todos miran lo que hacen grupos de otros estilos, todos prueban y experimentan y así surgen grupos como Moscow Death Brigade. Directos desde la capital de Rusia el trío moscovita bebe de estilos como el  metal, punk, ska, hardcore e incluso el jazz, pero ahora tienen claro que lo suyo está claro: un DJ y dos rapeando. Eso sí, con permanente pasamontañas, pues como han manifestado muchas veces, ser antifascista  en Rusia ahora es una empresa de riesgo y en cualquier momento podría acabarse el grupo ante el constante acoso de grupos de ultraderecha a sus conciertos, muchas veces clandestinos. Así que de esa guisa saltaron al escenario, encapuchados durante todo el concierto y con chándal y riñonera, eso sí que no acaba de entenderse pero suponemos que es para pasar lo más desapercibido posible porque se hace muy difícil de entenderlo si no.

¿Y por qué decíamos que los tiempos están cambiando? Porque una buena parte del público que se acercó a la sala Stage Live estuvo un día antes en Santana viendo a The Exploited y compañía. Y la respuesta y el modo de vivir ambos conciertos fueron totalmente diferentes. Muy parados el jueves si lo comparamos con lo del viernes. Desde el primer tema la sala fue un no parar. Como agua y aceite. La propuesta de Rave Hip Hopera Techno Punk (por llamarlo de alguna manera)  es lo que enloquece a la juventud, la verdad. La clásica combinación de bajo-batería-guitarra y voz ya no es lo que provoca movimientos intensos entre la chavalería.

A partir de aquí, todo claro que estábamos ante una actuación diferente. Lo malo de estas situaciones es que nunca van a sonar tan bien como lo grabado en los discos. Lo bueno que no hace falta mucho para ganarse a la audiencia, que estaba entregada desde la primera canción. Claro, Moscow Death Brigade jugaba en casa (no en vano, en algunos de sus videos grabados con aportaciones de fans de todo el mundo salía gente de Bilbao, en sus casas o en directos por Euskadi) y eso aumenta las probabilidades de éxito. Comenzaron con “Renegade Stomp”  seguido de “It´s us” antes de su primer himno de hermandad, que movió a la sala de manera excepcional, “Brother and Sisterhood”.

En la introducción de “Anne Frank´s Armt Pt.II” comentaron que los beneficios de la venta del merchandising era para las víctimas civiles de la guerra en Ucrania (su vertiente de implicación con la beneficencia en Rusia es muy alta) y continuaron con la batidora de ritmos. Sus tres discos se distinguen claramente por el cambio de estilos dentro de la mezcla (el primero “Hoods Up” tiene bases instrumentales Punk con ritmos de Hip-Hop, el segundo ábum “Boltcutter” se fundamenta en la electrónica, y el tercero, “Bad Accent Anthems” lo mezcla todo por igual casi) pero en directo todo tiene una continuidad.

Con “Crocodile Style” sacaron a un tipo disfrazado de cocodrilo (simboliza su idea de mezclar varias subculturas y géneros musicales, además de que en Rusia este animal tiene mucho predicamento) y empalmaron con “Guettoblaster”, antes de otro de los himnos de unidad, cómo no, el título no podía ser otro: “You´ll never walk alone”, con la fiesta entre sus seguidores. Y no paró porque sus canciones están hechas para mover a la gente, “What we do”, “Sound of sirens” y “Boltcutter” (aquí, con la cizalla a escena, símbolo de romper cadenas para entrar en sitios y graffitear Moscú, ejercicio habitual entre ellos y sus seguidores) no dejó tranquila a la audiencia. Final con “Paper´s, please” (y proclamas de que nadie es ilegal), petición de bis y una más, en este caso repitiendo “Brothers and Sisterhood”, porque eso es lo que tiene tirar de bases, que no es complicado volver a soltar lo que saben que ha gustado mucho antes).

Y así acabó la fiesta en poquito más de una hora, una cita de un grupo ruso proclamando su repulsa a la guerra de Ucrania, curiosamente, a menos de cien metros de donde hace tres años tocaban Pussy Riot, otro colectivo que tiene una cruzada anti Putin en sus bases ideológicas.

Texto: Michel Ramone

Fotos: Dena Flows

 

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