Encuentros

L´Exotighost, un exótico viaje por sonidos insospechados

 

(Foto: Alfredo Arias)

 


Acaban de publicar su segundo disco, Kamongo. Un trabajo tremendamente evocador, que transporta a otras dimensiones, a otros rincones del mundo, sin apenas palabras, con infinidad de sonidos, más infinidad de matices y una multiculturalidad rica en sabores y percepciones. Ahí está la magia, en la percepción. En lo que parece pero no es, en todo lo que se esconde tras la evidencia, tras lo aparente, en lo que interfieren nuestros sentidos a la hora de valorar la realidad… Y, con todo ello, juegan a su antojo los miembros de L’Exotighost que, gracias a esta nueva entrega, ya cogen sitio en las primeras filas del desconocido, y fascinante, género de la exótica.
Con decidido gusto por el misterio, por lo oculto, y adalides del sugerir, y no tanto del mostrar, despliegan unas capacidades creativas asombrosas con su propuesta única e insólita. En ella, la naturaleza y la tecnología se hermanan en una consanguineidad casi sagrada. Javier Díez Ena nos lo explica, al tiempo que desgrana los secretos de este nuevo disco con alma de pez valiente, Kamongo.

Con este segundo disco demostráis que aún había más vueltas de tuerca que dar a vuestro sonido. ¿Hasta dónde vamos a ver llegar vuestra inventiva?
La verdad es que todavía nos queda bastante rosca y espiral que recorrer, dando vueltas de tuerca como banda y como banco de pruebas de cocktails sonoros que están por inventar por nosotros mismos. Afortunadamente la exótica, aunque tiene su libro de estilo y señas de identidad, es un género muy abierto donde la innovación en los timbres, texturas y ritmos siempre es bien recibida.

¿Existe cierto temor a que un género como la exótica, vuestro territorio, termine convirtiéndose en una cajón desastre donde todo vale? 
Podría suceder si es malentendida o no se conoce lo suficiente el género por parte de quien lo pone en práctica, pero no es nuestro caso. Yo, particularmente, llevo enamorado de este estilo desde finales de los 90, un poco como resaca de ese revival lounge que vivimos en aquellos años, y he escuchado todo lo que he podido, tanto los clásicos como cosas más recientes. No todo vale en este estilo. Hay que marcar las muchas diferencias entre la exótica y la worldmusic, o ciertas fusiones de estilos un poco urticantes (bajo mi punto de escucha claro). La exótica busca sorprender y hacer viajar a quien escucha utilizando elementos dispares y remotos, es un experimento que suena agradable y accesible, pero nunca ambiental o autocomplaciente como puede sonar parte de la new age, pues la exótica tiene siempre cierta dosis de crudeza. Exige tener buen nivel como instrumentista, pero siempre rehúye las muestras de virtuosismo.  Busca timbres, escalas  y sabores de otras latitudes pero nunca desde un punto de vista etnomusical o folk, más bien busca la yuxtaposición de sabores diferentes para crear un sonido nuevo. Es algo parecido a la coctelería tiki, cuando es buena utiliza bitters, siropes y alcoholes de primera calidad, y realmente intensos en cuanto al sabor, y si se mezcla bien el resultado final es una creación nueva y deliciosa. Un elemento clave de la exótica es el misterio, es una música agradable pero que destila misterio.

¿Cuál es la premisa primordial a la hora de crear un concepto musical como el vuestro? Además de la libertad y la experimentación.
Indudablemente, que remita a la exótica en su percepción más abierta. Podemos injertar elementos surf o, por ejemplo, un clásico ritmo twist, un pasaje algo más jazzístico o algo más tribal, pero siempre  intentamos que no suene exactamente a ningún estilo concreto, sino a esa encrucijada sonora en la que todos los elementos aportan pero nunca funcionan como ejercicio de estilo, ni como revival. Un tema de L´Exotighost tiene que sonar sugerente, diferente y misterioso. Y que, además, resista dos niveles de escucha: por un lado, un nivel más hedonista para que quien quiera dejarse llevar pueda hacerlo y disfrutar, y por otro, quien lo escuche a un nivel más cerebral también encontrará material para hincar oreja. En definitiva, se trata de hacer música bonita y extraña a la vez, un guiño a mi adorado John Lurie y su sello Strange & Beautiful Music.

¿Y la que debe tener el receptor a la hora de plantarse ante un disco de L’Exotighost?
Bueno el receptor lo tiene mucho más fácil, solo tiene que relajarse y disfrutar. En directo es sencillo, ya solo el despliegue de instrumentos que llevamos, sobre todo la enorme marimba, creemos que consigue captar la atención. En cuanto a la escucha en casa, sí que recomendamos escuchar con atención, un  buen equipo o unos buenos cascos para apreciar y disfrutar mejor los muchos detalles que tiene el disco, arreglos, sutiles procesos electrónicos, pájaros y animales que sobrevuelan, etc.

Qué impresionante y sugerente es la historia (y la naturaleza) de ese pez que ha bautizado este segundo trabajo, Kamongo ¿Os sentís un poco así, con ese poder de transformación según vengan las circunstancias?
Absolutamente, de ahí viene el elegirlo como título. El kamongo es un ser superviviente donde los haya, es un símbolo para los músicos en general y en especial para los que hacemos música un poco fuera de la norma establecida.

Esto, unido a la película que mencionáis, Creature From The Black Lagoon, de Jack Arnold, ha estructurado el concepto de este disco. Contadnos.
Sí, la película nos gusta a todos y va en sintonía con el concepto que venimos desarrollando, el concepto de lo oculto, o lo que se muestra pero de una manera poco evidente.  El primer disco se titulaba «La ola oculta», ahora jugamos con lo que sugiere un pantano y lo que oculta: el kamongo, la criatura escondida en las profundidades, todo en la línea de la exótica más misteriosa y sugerente.

¿Tenéis la sensación de que habitamos un poco en esa selva? Aunque la nuestra no sea amazónica, sino de asfalto y hormigón. Creo que en «MadMad Madrid» dais pistas sobre ello.
Completamente. «MadMad Madrid» es un tema up tempo, va bastante rápido, Madrid en hora punta es es:, velocidad, estrés, locura, sonidos amontonados… Especialmente si vas al volante en esos momentos, Madrid es una verdadera jungla.

Tengo entendido que os servís de elementos reales de la naturaleza para dar vida a determinados sonidos. ¿Cuáles son los más destacados en este disco? 
El sonido de pájaros y otros elementos naturales es una de las señas de identidad de la exótica. Por ejemplo, en «MadMad Madrid» hemos grabado pájaros locales como urracas, mirlos y cotorras argentinas que, no sin cierta polémica, ya casi podemos considerarlas fauna local. Para «Quiet Gnossienne» hemos grabado a las ranas de un pequeño estanque que hay  en el Jardín Botánico de Madrid, suenan brutales. En «Exotique Mecanique» hay un ruiseñor haciendo increíbles gorjeos que suenan casi electrónicos. En otros temas como «Psicalipso» hay animales de lugares remotos, como monos aulladores o nuestro querido Cucaburra australiano; ahí, claro, hemos tenido que tirar de sonidos de librería. En «El hombre y la tierra» hemos utilizado todo tipo de fauna ibérica: lobos, avefrías, cernícalos o simples cigarras.

¿Es la música instrumental el mejor canal de expresión sin límites? Las letras, al final, condicionan; tanto al que la compone, como al que la escucha.
Para mí sí desde luego, para mí la música sin letra tiene un poder de evocación infinitamente superior. En cuanto aparece alguien cantando, la atención se va a otra parte, la imaginación se concreta, la letra ya dibuja un paisaje más figurativo. Como compositor, la música instrumental me parece un universo de libertad. Lo cual no quiere decir que como oyente no haya disfrutado, y siga disfrutando, de un montón de estilos cantados, porque  también es cierto que la voz humana despierta grados de emoción muy particulares que, a veces, no se consiguen de otra manera.

¿Nunca las echáis de menos? Suenan escasas…
Pues algo sí, pero solo como elemento musical, sin la necesidad de contar ninguna historia, pues eso ya lo hace nuestra música. Por eso en este disco hemos decidido incluir algunas voces, en tres temas, en concreto en  «Exotique Mecanique», con voces de Ricardo muy molonas;  en «Wailua Lui», con voces de María, que canta muy bien, e incluso de mi hija Marina cantando ultra agudos, estilo Yma Sumac; y en «Kamongo», donde aparte de las voces boogaloo y gritos de mambo de Ricardo acabamos cantando todos a coro Kamongoo algún Cha-cha-chá.

 Hay cierto sector del público que continúa rechazando las propuestas puramente instrumentales… ¿Cómo podéis convencerle?
Muy fácil, que venga a uno de nuestros conciertos de presentación de Kamongo en Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia. Córdoba, Granada, Alicante, etc.. También valdría con escuchar el disco sin prejuicios. Por cierto, en septiembre tenemos previsto hacer unas presentaciones del disco en formato Dolby Atmos, esa es otra de las particularidades de este disco, se ha hecho una mezcla y master especial en Dolby Atmos, que es un sistema que hasta ahora se había utilizado en cine y se va a empezar a utilizar en música, es una revolución, se consigue dar dimensión física al sonido. En septiembre, como digo, presentaremos el disco en algunos cines con equipo de sonido Dolby Atmos, va a ser una experiencia inmersiva. Si con eso no convencemos a los refractarios de la música instrumental, poco más hay que hacer.

Entre otras muchísimos detalles y experimentos sonoros, destacan en vuestra propuesta las melodías polinesias y tropicales, reminiscencias orientales, dejes electrónicos… ¿En la unión de las culturas está la riqueza? ¿O lo está en mantener su carácter propio y su idiosincrasia particular?

La gracia creemos que está en mezclar elementos de diferentes culturas, pero sin preservar la raíz. Preferimos que se contaminen y se olvide su procedencia. Nosotros utilizamos algún instrumento japonés, como el shamisen, y algunas escalas orientales, pero no intentamos imitar ni preservar la esencia. La exótica es lo contrario al purismo.

La imaginación, el riesgo y, como decíamos, la experimentación, son vuestras bazas, pero ¿qué palo (o instrumento) no escucharemos nunca en un trabajo de L’Exotighost? Porque hasta tintes punk suenan por ahí…

No sabría decir, no me atrevo porque quizá aquello que parece improbable lo acabemos utilizando, ya que entre todos ocupamos un amplio background de influencias, entre las que también está el punk y el hardcore, como bien dices. En el anterior disco, Juan Pérez Marina utilizaba espesos fuzz de guitarra en «Cha Cha Challoween», al igual que en este, por ejemplo en «Psicalipso», ese tema creo que remite un poco a John Zorn. Por ejemplo, en «Kamongo» hay un solo de guitarra muy Marc Ribot, era Lounge Lizards-Tom Waits; en fin, son referencias que van apareciendo y que, a priori, no están en el libro de estilo de la exótica pero que para nosotros surgen con naturalidad. Muchas veces este estilo es malentendido como simple música de cocktail, pero todo lo contrario.

Definís «Quiet Gnossienne», uno de estos nuevos temas, como «el sueño húmedo exótico hecho realidad». Explicaros. En realidad esta composición viene de la fusión de dos clásicos, no?

Exacto, es una mash up hecha con nuestros instrumentos, ya que sobre el «Quiet Village» de Les Baxter, considerado el tema bandera de la exótica, se superpone el «Gnossienne n.1» del gran  Erik Satie, considerado como uno de los tatarabuelos de la exótica junto a Debussy. 

También homenajeáis el tema principal de la serie El Hombre y la Tierra, con una composición propia bautizada de la misma manera. ¿Venía al pelo, no?

Y tanto, es un tema que ha marcado a varias generaciones, a mí en particular me marcó a fuego cuando apenas tenía 5 o 6 años. Me fascinaba. Ya de mayor me he dado cuenta de que es una de las muestras más claras y originales de exótica orquestal realizadas en España.

De las diez composiciones que levantan este Kamongo, diría que la más sugerente e inquietante es «Twilight On Bald Mountain». La más oscura del disco, porque aunque parece que esa va a ser «Noctambulance», resulta que no, que es bastante luminosa también.  

Este es otro mash up instrumental. Tomamos el riff de «Twilight Zone» y, por encima, va el tema de «Night On A Bald Mountain» del compositor ruso Modest Mussorgsky, un tema muy oscuro y amedrentador. Aquí otra reminiscencia infantil, porque este tema fue utilizado por Leopold Stokowski, en los arreglazos que preparó para la peli Fantasía de Disney. Precisamente la escena de la película con esa música ha metido bastante miedo a varias generaciones de niños y niñas. Rizando el rizo del mash up, también por ahí suena el riff de guitarra del Batman, de Neal Hefti. «Noctambulance» es un homenaje a la noche, al noctambulismo, pero es un tema sereno más que oscuro.

¿Conviven bien el maquinismo en el que vivimos inmersos con la esencia de la naturaleza? ¿Dónde empieza una y termina la otra, dentro de vuestra propuesta? ¿Os inquieta que se desvanezcan los límites de cada una hasta poder llegar a pervertirlas, aunque sea sin querer? 

Ese es un poco el concepto del tema con el que abrimos el disco «Exotique Mecanique», la mecanicidad de las plantas, ciertos patrones geométricos y automáticos que existen en la naturaleza y que son muy inspiradores. Sí nos inquieta comprobar que la máquina sigue devorando al ser vivo, animal, vegetal o incluso mineral, pero si de verdad algún día pudiera ser posible la simbiosis naturaleza-maquinaria, y gracias a eso se salvase esta partida  que estamos jugando a contrarreloj y que no lleva buen rumbo,… pues oye mejor pervertir que verter todo lo que estamos vertiendo. Un picnic droide seguro que es más limpio que uno humano, aunque los hermanos Strugatski piensen lo contrario.

Texto: Sara Morales

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