Vuelve el enmascarado de las borlas. El vaquero más dicharachero…Ah, no, que eso es otra cosa. Solo apta para lectores y lectoras de cierta edad. El caso es que el canadiense Orville Peck, tras diversas participaciones televisivas y como conductor de algunos documentales sobre la música country, está de regreso con un álbum titulado Bronco que nos ha ido presentando a base de lanzamientos parciales. Hace apenas un par de meses, editaba ocho de sus quince canciones, bajo el subtítulo de Volume 1 & Volume 2. Ahora llegan el resto que no hacen sino confirmar lo que ya nos indicaba ese adelanto: que Peck está en plena forma y se ha marcado un disco de aúpa. Las comparaciones con Chris Isaak son recurrentes, y seguirán ahí por lógicas, pero poco a poco Peck va incorporando a su música detalles que lo diferencian del de Stockton. Entre ellas la ironía en sus letras. Es un tipo cachondo al que le da igual que lo comparen con Garth Brooks o Clint Black, o hacer un dúo con Shania Twain. Porque es capaz de reírse de sí mismo y su obsesión por lo estadounidense que sus compatriotas no entienden muy bien. No tiene problemas en declararse vaquero – lo hace directamente en «Lafayette»- o en mutarse en Roy Orbison en «Come on Baby, Cry».
Acompañado por la banda de indie rock The Frigs, no estaría de más recomendarles a estos que dejen su habitual proyecto y se dediquen a esto del country, porque ciertamente me parece que en ese terreno su capacidad es más destacable. Nosotros, mientras, dejaremos de preguntarnos si detrás de esa máscara se esconde, como se asegura, Daniel Pitout, batería de la banda punk canadiense Nü Sensae, y seguiremos inmersos – porque lo merece – en este disco de impagable e insuperable portada freak.
Eduardo Izquierdo
