Encuentros

Gang War, el supergrupo imposible del eje Detroit-New York

 

 

En 1979, Wayne Kramer  se encontraba en horas bajas. Habia salido, poco tiempo tiempo atrás, en libertad de la prisión federal de Lexington, Kentucky, donde habia cumplido la mitad de una condena de cuatro años por vender cocaína a un par de agentes encubiertos de la DEA. Paralelamente, en esa época, Johnny Thunders mantenía su errática carrera solista, alternando con esporádicas presentaciones en vivo junto a los Heartbreakers.

 

Justo después de su liberación, Wayne asistió a un concierto de los Clash en Detroit. Cuando se presentó en los camerinos, Mick Jones y Joe Strummer, le contaron, con admiración, que habían escrito una canción sobre él, “Jail Guitar Doors”, y le obsequiaron una copia del sencillo. Sobre la cubierta habían escrito con bolígrafo: “WK – N°1 en EE.UU”.

Por aquellos tiempos, Kramer había alquilado un piso en esa mítica ciudad y montado un nuevo grupo trabajando con nuevos músicos. Cierto día, Ron Cooke, su bajista, le llamó para preguntarle si quería ir al concierto que Johnny Thunders and The Heartbreakers iban a dar en el Bookie´s Club local.

Wayne Kramer: “Johnny quiere conocerte. Está deseando que vengas y toques con él”. Siempre había oído que su antigua banda, New York Dolls, eran fan de MC5 y me sentí halagado”.

Johnny Thunders: “Siempre quise conocer a Wayne Kramer: él es uno de mis héroes de adolescente. Tocó con nosotros en “Do You Love Me”, y pasamos a ser amigos luego de ello”

Wayne fue invitado a subir al escenario al final de la actuación de los Heartbreakers para interpretar el clásico de The Contours. El tema tuvo buena acogida entre el público. Después se retiraron al camerino.

Wayne Kramer:Antes de que pudiéramos hablar, Johnny se metió en el baño y se pinchó. Ahí era donde yo lo había dejado antes de la cárcel”.

Durante un tiempo, “Brother” Wayne se mantuvo alejado de Johnny, hasta cierto día en que Thunders tenía un show en Chicago y no quería ir con los Heartbreakers. Le preguntó a Kramer si quería tocar con él junto a su grupo. Pagaban muy bien y Wayne aceptó de buen gusto el ofrecimiento de su amigo

Wayne Kramer: “La expresión en la cara de los chicos del público mientras veían a Johnny era increíble. Le adoraban. Nunca había visto aquel tipo de adoración. …Al ver aquello, pensé que tenía verdadero potencial, que quizá sí que deberíamos hablar en serio del grupo”.

Y agrega con respecto al poder de persuasión de Thunders:

Wayne Kramer: “Como todos sabemos, Johnny Thunders era capaz de ser extremadamente encantador, siempre que fuera por su propio interés. Y conmigo fue encantador. Durante todo el tiempo que estuvo en Detroit, lo máximo que hicimos fue beber. Yo no tenía intención de volver a las sustancias. Acababa de salir de la cárcel…Y no quería presentar a Johnny a mi gente, porque no quería meterme en ningún lío. Intentaba recomponer mi carrera y ganarme la vida, de modo que Johnny y yo fuimos buenos chicos en el Medio Oeste…”.

De esta manera, las dos leyendas del High-Energy de la Motor City y del Glam/Punk de la Gran Manzana, decidieron comenzaron una banda juntos, a la cual bautizaron como Gang War. La misma reuniría, en un prometedor y sabroso cóctel, el abrasivo sonido de Thunders -al estirar las cuerdas de su guitarra- y el potente “Killer sound” de Kramer.

La banda completó su formación con John Morgan a la batería y el citado Ron Cooke en el bajo -posteriormente suplido por Bobby Thomas en la última época-.

La agrupación comenzó tocando en ciudades pequeñas del Midwestern. A veces, en algún local insignificante y prácticamente vacío, Johnny interpretaba con brillantez su papel de antihéroe del Rock and Roll.  En noches como esas, su compañero Kramer sentía que aquello podría funcionar. En otras ocasiones, tenía pruebas empíricas de que no lo haría. Luego de esperarle demasiadas veces mientras pillaba antes de un concierto, finalmente Wayne hizo lo que hace un junkie: le pidió a Johnny que le comprara un par de papelinas. Había vuelto a la carga. Al poco tiempo, la banda decidió instalarse en Detroit. Un semana después, su mánager había encontrado, en Ann Arbor, el único sitio barato para que el grupo pudiera grabar, reservando una sesión de grabación en un pequeño estudio casero donde se registraban jingles para anuncios, no música Rock. Cuando el propietario del estudio vió salir del coche que los traía a aquel grupo de macarras, les pidió a todos el carnet de identidad.

Wayne Kramer: “Johnny dijo: “Que le den por el saco. Vámonos a otro sitio”. Pero el mánager nos dijo que nos calmáramos y empezó a negociar con el tío del estudio. Le decía, “¿Está loco? Éste es Johnny Thunders, de los New York Dolls”. “ No lo es”, contestó el dueño. “Y no intentes tomarme el pelo, porque mi hijo, que está arriba, es fanático de los New York Dolls, y puedo enterarme ahora mismo”. Le dijo a su hijo que bajara, un chico gordo con pantalones cortos, que miró a su alrededor y dijo: “¡Es verdad! ¡Es Johnny Thunders!”. Llamaron a la madre, que bajó con la cámara de fotos, y todos empezaron a posar junto a Johnny, que iba pasadísimo”.

Luego la banda ingresó al en el estudio e intentó grabar, pero Johnny, dado su estado, no pegaba una.

Wayne Kramer: “El dueño, que fumaba en pipa e iba con traje, miraba a Johnny y decía: “¡Pero si no puede cantar!” Luego preguntaba por qué hacía tantos viajes al cuarto de baño. “Es que bebe mucha agua”, le dije. Al final de la sesión, el dueño se me acercó con una camiseta limpia en la mano. Me di cuenta de que algo le incomodaba. Me dijo: “me sabe mal, porque mi hijo ha estado con una gran estrella, pero Johnny debe ser muy pobre. Lleva una camiseta vieja y agujereada. Dale esta otra para que al menos tenga una camiseta limpia”.

Finalmente, nuestros amigos estuvieron trabajando hasta el amanecer, grabando una media docena de temas. La mayoría eran versiones de canciones como “I´m Gonna be a Wheel Someday” de Fats Domino, “Pipeline“ de The Chantays”, y de algunas que sugería Wayne, como “I´ll Go Crazy” de James Brown. También encontramos nuevas creaciones aportadas por parte de Johnny -“Crime of the Century”-, versiones como solista -“MIA”-, amén del track “Hey, Thanks”, de autoría de Wayne.

Un sello holandés se mostró interesado por Gang War y les ofreció cuarenta mil dólares para grabar un disco, y lo que sobrase sería para el grupo. Pero Thunders decidió hablar con el dueño del sello para convencerle de que el disco debía ser sólo a su nombre. El tema es que como Johnny iba completamente ido, el mandamás de la discográfica se asustó y rompió el trato.

Wayne Kramer: “Solíamos usar una expresión cuando hablábamos de Johnny Thunders. Decíamos que siempre estaba “sacando a la derrota de las garras de la victoria”, porque las cosas solían ir perfectamente hasta que llegaba Johnny y lo jodía todo”.

Wayne por ese entonces se casó con la conocida fotógrafa Marsha Resnick. Al parecer, Kramer solía vagar por ahí, sin techo, en una época de confusión, y todo indica que se casó para tener un lugar donde vivir, siendo la casa de Marsha bastante amplia como efímera su unión. Resnick tomó varias fotografías para prensa de la banda.

Mick Farren: “Gang War fue un buen grupo durante un breve tiempo. Cuando me enteré de que Wayne y Johnny se habían juntado, pensé, “Estará muy bien hasta que la heroína imponga su ley”. En pocas horas, Johnny había vuelto a caer, y en pocas semanas, Wayne había hecho lo propio. Y todo se fue al garete”.

CHANCHULLOS Y PROBLEMAS

En la primavera de 1980, “Brother” Wayne decide mudarse a Nueva York. Por esa época, el Lower East Side era el paraíso de la heroína y el barrio que había más abajo era un mercado de droga al aire libre que estaba abierto veinticuatro horas al día, siete días a la semana. Johnny y Wayne eran clientes habituales. Era el Disneylandia de los toxicómanos.

Wayne Kramer: “…cuando nos trasladamos a Nueva York y Johnny regresó a su elemento, se convirtió de nuevo en una rata callejera en busca de droga. Me quiso engañar un par de veces. Me dijo que Tommy Dean, del Max´s, no quería contratar a Gang War, que sólo quería contratar a Johnny, pero que si tocaba con él me daría cien dólares. Le dije que por cien dólares, prefería quedarme en casa”.

A estas alturas, con nuestros héroes más dedicados a la hipodérmica que al solfeo, cada concierto de Gang War era un círculo vicioso consistente en pillar, llegar al local, actuar, cobrar y volver a pillar. La razón por la que tocaban era para conseguir el dinero que necesitaban para comprar más “material”.

Wayne Kramer: “Supongo que los músicos… ricos operan a otro nivel, que tienen camellos que les llevan la droga a domicilio y disponen de dinero suficiente para pagarla, pero, en mi caso, nunca fue así. …Todo eran chanchullos y problemas”.

En cierta ocasión, cuando la banda llevaba ya unos meses tocando juntos, se presentaron en un bar universitario en East Lansing, Michigan, que se encontraba lleno. Las entradas anticipadas se habían agotado y el resto se estaban vendiendo muy bien en taquilla.

Hacia la mitad del concierto, la banda interpretó “My Sharona” de The Knack,  pero en el estribillo, el bueno de Johnny Thunders no tuvo mejor idea que cambiar el título por “Ayatola”.

Por entonces, el ayatola Ruhollah Jomeini estaba de plena actualidad – por la crisis de los rehenes americanos en Irán en el tapete-, y  probablemente Thunders intentó dárselas de artista “comprometido”.

Wayne Kramer: “Entre el público había varios estudiantes iraníes que pensaron que nos estábamos riendo de su ídolo y empezaron a lanzarnos jarras de cerveza…de cristal, grandes y pesadas. Después de esquivar por los pelos un par que iban directas a mi cabeza, paré el concierto y abandonamos el escenario. Nuestros fans y los estudiantes iraníes comenzaron a pelearse en la pista. El promotor estaba desesperado. Le dije que echara a los alborotadores y que pusiera a los de seguridad en el escenario junto a nosotros como demostración de fuerza. Accedió y volvimos entre aplausos. El rock había vencido”.

Más tarde, después de que le pagaran al grupo -incluido un generoso suplemento por la venta en taquilla-, “Brother” Wayne estaba charlando con unos admiradores cuando el bajista, Ron Cooke, le dio las “buenas nuevas”: Johnny estaba robando dinero… del despacho del dueño!

En ese instante, Kramer se dirigió hacia el camerino y vió que Thunders salía con los bolsillos llenos de monedas, sonriendo como un niño al que han pillado con las manos en la masa. Wayne decidió presuroso juntar a toda la banda para largarse lo antes posible, todo ello en la forma más disimulada que se pudiera, dadas las circunstancias.

Cabe recordar que, sobre la cabeza del célebre guitarra de Detroit, pendía -cual espada de Damocles- la amenaza y posibilidad cierta de que si lo detenían, lo enviarían de vuelta a la cárcel, amén del nuevo cargo por hurto que figuraría en su prontuario.

Cuando la agrupación se encontraba en el aparcamiento a punto de marcharse, llegaron tres coches de policía con las luces encendidas. Los agentes de la ley los hicieron volver al local para aclarar lo ocurrido. En mitad del alboroto reinante, mientras los policías hablaban con el dueño del club, Johnny se le acercó a su ilustre compañero de banda y le preguntó sobre qué debía hacer en ese agitado momento. Wayne le contestó a Johnny que, en ese mismo instante, debía explicarle al dueño del local que no sabía lo que hacía porque iba puesto hasta las cejas. Y que además debía decirle que había cometido un gran error, que lo sentía muchísimo y que todo había sido cosa suya, que nadie más había cogido ni un centavo. Un ofuscado  Kramer también le dijo a Thunders que, como volvieran a encerrarlo por aquello, le iba a dar una paliza que no olvidaría en su vida. Johnny hizo lo que le fue “sugerido” por su colega. La policía los obligó a entregar todo el dinero que llevaban encima, incluido lo que habían cobrado aquella noche por el show que habían dado.

Pero las malas noticias vuelan y antes del mediodía siguiente, les habían cancelado todas las fechas que tenian firmadas con antelación.

NACIDOS PARA PERDER

Conocida la devoción que profesaba Thunders por el Rock de los ´50s y ´60s; para sus shows, los Gang War echaban mano a un repertorio de selectos temas del R&B y Soul , amén de material de Thunders  -de los Dolls y como solista-, el “Ramblin´ Rose” de los MC5, como también de versiones de los Rolling Stones -“I´d Much Rather Be with the Boys”-, Chuck Berry -“Around and Around”-, entre otras.

Entre el escaso material compuesto por la banda se destaca el track  “Crime of the Century”, firmado por Johnny, un típico tema thunderiano, que cuenta con un intro a la Stone y un sonido más pop, aunque opaco, dada las precarias condiciones de su grabación.

También encontramos canciones como la enérgica “Hey Thanks”, cortesía de “Brother” Wayne.

El grupo planeaba lanzar un simple con su potente relectura del clásico del Reggae “The Harder They Come”, pero sólo pudo registrarse un sencillo con el tema de Jimmy Cliff a cargo de Kramer junto a los Pink Fairies, en una versión más reposada y con la presencia de teclados. El mismo fue incluido en un disco a su nombre, bajo el explícito título de “Cocaine Blues” (1979), ambos editados en U.K. Finalmente, la caótica situación reinante, hizo implosionar a la superbanda.

Wayne Kramer: “Johnny y yo tocamos algún que otro bolo aquí y allá y con el tiempo nos separamos porque él quería intentarlo en solitario. … Johnny no era mala persona, pero tampoco era el tipo de tío que fuera a desengancharse y a apuntarse al gimnasio”.

La banda duró poco menos de un año, no contando durante su existencia con sello discográfico alguno, por lo que no llegó a editar ninguna grabación oficial, pudiendo solo registrar algunos demos en estudio.

Pero luego de muchos años, fue apareciendo material que documentaba varios conciertos del grupo -algunos de carácter memorable- siendo los más destacables el disco “Gang War featuring J.T. & W.K.”, editado por Demilo Records en 1990 y el LP intitulado “Gang War!”, publicado por el sello Jungle en 2020, tomado de shows grabados en vivo en Boston, Toronto y New York en 1980, de sonido aceptable

Gang War, la historia de una banda que pudo ser y no fue, cuyos líderes Johnny Thunders y Wayne Kramer fueron dos almas sensibles y desesperadas, carismáticos y talentosos, y que no sabían hacer otra cosa que tocar con sus guitarras el más genuino Rock & Roll…nada menos.

 

Texto: Augusto de Lázzari

 

Bibliografía consultada:

– “The Hard Stuff – Dope, Crime, The MC5 & My Life Of Impossibilities, Wayne Kramer, Faber & Faber, 2018.

– “Johnny Thunders… In Cold Blood”, Nina Antonia, Jungle Books, 2000.

–  “Please Kill Me (The Uncensored Oral History of Punk), Legs McNeil & Gillian McCain, Grove/Atlantic, 1996

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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