El parón que Roine Stolt imprimió a su banda en 2013, tras la publicación de Desolation Rose, hizo pensar a muchos fans que The Flower Kings echaban el cierre. Si no permanentemente, sí por tiempo indefinido. A partir de entonces, su presencia se fue repartiendo entre la militancia de siempre en Transatlantic, el disco de The Sea Within y varios otros proyectos. El álbum firmado a medias con Jon Anderson en 2016 y las dos cajas recopilatorias A Kingdom Of Colours parecían confirmar esa teoría.
Pero el grupo reaparecería en 2019 con Waiting For Miracles y al año siguiente, en plena pandemia, con Islands. Dos álbumes dobles a los que, menos de un año y medio después, dan continuación con otra obra tan ecléctica, sólida y extensa como las anteriores. ¿Diferencias entre ellos? Tampoco demasiadas. By Royal Decree sigue mostrándonos a unos Flower Kings menos intrincados y más melódicos, removiendo con alquímica destreza ese caldero en el que mezclan, en sus propias palabras, “folk, rock sinfónico, electrónica, jazz, blues, funk y prog de los setenta”.
Dos discos, de nuevo, en los que vuelven a acortar los temas -dieciocho en total- para quedarse en una hora y media sin apenas altibajos, en lo que supone un cierto retorno al pasado más remoto. Primero, por la presencia de Michael, hermano del jefe y miembro fundador de la banda, compartiendo créditos al bajo con Jonas Reingold. Y segundo, porque según ha declarado Roine, este trabajo se ha compuesto tanto de material nuevo como de ideas aparcadas en álbumes anteriores; algunas de ellas remontándose incluso a tiempos anteriores al primer disco de la banda, en la primera mitad de los noventa. Una tarea de recuperación que, a tenor de los resultados, cabe calificar de más que acertada.
Ahora, para el futuro más inmediato, solo cabría desear una nueva visita por estos lares. De la última hace ya demasiado.
Eloy Pérez
