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A Flock of Seagulls, la atracción de los ochenta

 

Los próximos 25 de marzo (Sala Salamandra, Hospitalet de Llobregat) y 26 de marzo (Sala Shoko Live, Madrid) acogerán sendos conciertos de la banda británica A Flock of Seagulls, con el atractivo que siempre acompaña a las formaciones que se reúnen para girar después de estrenar un nuevo trabajo, aunque el anzuelo principal sea recordar lo que fueron antaño, cuando respondían a sonido generacional.

Si hay una década que está perjudicada por una etiqueta globalista temporal, que minimiza una riqueza de estilos y escenas, esa es sin duda la de los 80 del pasado siglo. No tanto por sus protagonistas, aunque de todo hay, sino probablemente por ser la que, al menos musicalmente, más tiene atrapada a una generación que se refugia en la siempre atrayente pero compleja nostalgia. Ello supone que multitud de grupos queden atrapados en una estética mil veces imitada, en un sonido de teclados homogéneo sin matices, y en una estética de pelos de cardados imposibles.

Algo así pasó con el grupo que nos visita a finales de este mes. Llegados desde la misma ciudad que The Beatles, con lo que ello siempre ha parecido pesar a las bandas de esa ciudad portuaria, A Flock of Seagulls respondían desde sus inicios en 1979 al canon de la new wave; estilo convertido en verdadero cajón de sastre para múltiples formaciones que podían abarcar desde el postpunk hasta el rock alternativo de sus coetáneos y vecinos de urbe, como Echo & The Bunnymen o Julian Cope.

Su primer álbum homónimo de 1982 respondía a la perfección a lo que se esperaba de una banda británica de aquel estilo. Canciones bien construidas, potentes bases rítmicas y un equilibrio entre guitarras y sintetizadores, la gran revolución del momento, que en el caso de A Flock of Seagulls les englobaría de inmediato en el synth-pop. De ese primer trabajo destacarían sus sencillos “I Ran (So Far Away)” y “Space Age Love Song”, así como la capacidad compositora de sus miembros más creativos, Michael Score, guitarra rítmico, teclista y vocalista, así como Paul Reynolds, guitarra solista del grupo. Ambos consiguieron dotar a grupo de un sonido, que, escuchado ahora, nos remite de inmediato al estilo que querían explorar en aquel momento.

Como muchas bandas a lo largo de la azarosa historia del rock, sufrieron cambios en su formación, sin encontrar una permanente a lo largo del tiempo de su existencia. Pero la primera formación consiguió que los dos primeros álbumes les permitieron asentar un estilo, que además estuvo reconocido en las listas de éxitos. Tanto con el primer trabajo que hemos visto como con su segundo, Listen, publicado en 1983, A Flock of Seagulls se abrían camino en las, a veces, atascadas listas británicas, con canciones como “Wishing (If A Had a Photograph of You)”, que se coló de inmediato en el Top 10 de las listas.

En 1984 lanzarían The Story of a Young Heart, apostando por un nuevo sencillo “The More You Live, The More You Love”, que no respondió a las expectativas y que provocaría la marcha del guitarrista Paul Reynolds, dejando solo a Mike Score al frente de la sala de maquinas de la banda.

La refundación del grupo pilotada por Score en 1988, no devolvería a los de Liverpool a los puestos escalados en sus principios, pero si permitiría mantener la nave a flote hasta la actualidad, con la publicación de trabajos como The Light at the End f the World en 1995 o más recientemente, en 2018 Ascension. Este trabajo no solo unia de nuevo a Score y Reynolds, así como al resto de la banda original, sino que les permitía revisitar antiguos temas más uno nuevo, con el reto de ser acompañados por la Orquesta Filarmónica de Praga.

Satisfechos con esta fórmula, vuelven a repetirla en su nuevo álbum String Theory de 2021, recuperando de nuevo antiguos temas tamizados por los violines de la Orquesta Filarmónica de Praga, lanzándolos como singles. Es precisamente este trabajo el que trae de gira a nuestro país a un grupo que probablemente dijo todo lo que tenía que decir allá por 1982, pero que inasequibles al desaliento, y a unas críticas maliciosas, todo hay que decirlo, se niegan a abandonar un trabajo que les apasiona y que les permite seguir adelante con la misma ilusión que el primer día.

Texto: Amadeu Sanchís

 

 

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