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La música del olvido o, más bien, la música olvidada.

 

Harald Weinrich se preguntaba: ¿qué porcentaje de olvido necesita o tolera una cultura para su desarrollo?, en Leteo. Arte y Crítica del Olvido (Siruela, 1999), donde el autor especula sobre el deseo de olvidar, en los campos de la lectura y la escritura. Extrapolar dicha pregunta a la música popular y las nuevas formas de consumo resulta relevante. La velocidad de consumo y el fácil acceso, por medios físicos y digitales, hacen que la permeabilidad de una canción sea superficial y que los artistas no conciban obras extensas y conceptuales. Más bien, en este caso, debido a esta inmediatez en la forma de consumo, solo los singles sobreviven.

No es este un olvido en oposición a la memoria, pues al haber registro, se puede acceder a estas grabaciones. Las caras B son la capacidad para mostrar ángulos poco evidentes en las canciones ajenas. Son transición, desahogo, experimentación. Son el nexo entre trabajos y el puente en la carrera de un artista. Por lo que la trascendencia de las caras B debería ser la inclusión en el set list de una gira y, a modo de recordatorio, la inclusión en reediciones del álbum al que corresponden, o al periodo de tiempo de trabajo.

Las obras de arte, según T. W. Adorno, encarnan lo opuesto a la ideología y la comodidad, representan la promesa de la felicidad y la utopía social. Y si bien Adorno establece la relación entre el arte y la ideología, aunque por motivos obvios, no se relacione con la música popular de la segunda mitad del s.XX, si tomamos dicha oposición frente a la comodidad en la música, esta representa la exploración en estilos fuera de la facilidad de la canción que el público espera, y es más rentable económicamente, debido a la facilidad de escucha y asociación por parte de los fans. Se podría resaltar el carácter de exploración del envés de los trabajos publicados, del negativo en sentido cuasifotográfico.

Estos cortes, pura arqueología de coleccionista, pueden ser no solo colaboraciones con otros artistas u homenajes, sino que, en los formatos de single, Maxi-Single y EP -muy comunes como lanzamientos en los años 90-, donde encontrar remezclas, versiones acústicas, grabaciones en directo, además los llamados descartes de las sesiones de grabación de un álbum. Dentro de estas últimas se incluyen las colaboraciones en directo, los duetos sobre temas ya grabados, con las miras en la apertura de mercado o grabaciones sin casi variaciones de arreglos o instrumentación para fetichistas y completistas.

En los inicios, estas canciones acompañaban en el formato de vinilo a la canción que era la apuesta de éxito destinada a pelear en las listas, la cara A, mientras el anverso era, casi siempre, un complemento. El término viene originalmente de los discos 7 pulgadas que se publicaban en los años 50, donde estaba grabado el sencillo principal en la cara A, y en la cara B un tema que no se publicaba en el álbum. De esta manera se fomentaba la compra de los sencillos de pequeño formato que contaban solo con dos temas y que uno de ellos no era posible conseguir de otra manera. Hoy en día, muchos artistas reeditan con abundante material sus obras o, incluso, tienen una colección dentro de su discografía para todos estos descartes, no hay que rascar mucho para encontrar The Bootleg Series de Bob Dylan, The Archives de Neil Young, que mezclan el material de estudio producido durante un periodo de tiempo con cortes inéditos, o la serie iniciada por Johnny Cash como Bootleg Vol..

Sin embargo, el consumo de música digital ha generado una fractura entre este tipo de canciones y el oyente, dejando la escucha de estos artefactos sonoros para estudiosos musicales y periodistas especializados. Además, muchos de estos cortes no provienen de creadores, sino de productos de la industria, aportando nulo valor, fuera del mercantil, a estos temas.

Entonces, ¿cuál es la importancia de este tipo de grabaciones? Es obvio que no son las melodías que, en un principio, van a servir de comunión entre público y artista, como si un hechicero en mitad de la selva amazónica lanzase entonaciones en un ritual. Puede que sea, quizás, a través de estas composiciones, de donde se destila la esencia de los trabajos más conceptuales que suponen los LP.

O acaso, no sirvan nada más que para ser pasto del polvo dentro de una jukebox.

Texto: David Vázquez

 

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