Melómano y conocedor del céntrico distrito londinense, Wright propone un viaje de suspense por ese mítico paisaje urbano para poder así explayarse en el universo pop inglés en toda su gloriosa dimensión. Punto positivo número uno.
La historia sigue la ilusión de la joven protagonista por estudiar moda en Londres, pero la explotación de género se va añadiendo progresivamente hasta convertirse en el contrapunto al devenir principal, que se dota asimismo de dos personajes principales unidos en su femineidad pero contrapuestos en su evolución. Esa ambivalencia y otras dotan de conflicto y de ritmo al guion. A la experiencia realista de la protagonista se contrapone además un atractivo hilo de ensoñación, alucinación y visiones. La cuestión relacionada con el tiempo es importantísima -no desvelaremos cómo- y la estética y la música pop –construidas en torno al perfil de una artista- se tuercen a lo siniestro con el endurecimiento de la acción hacia la violencia y el crimen. A pesar de acabar abrazando postulados cercanos al giallo, el relato no pierde el fuelle romántico camino de un alegórico y positivista final, se podría decir que feliz, más de cuento de hadas con tintes macabros que de cine de terror contemporáneo. Entretiene y por lo tanto, funciona. De lo mejor del Festival de Sitges 2021.
Texto: Pacus González Centeno