No es fácil escribir sobre Los Enemigos cuando el que esto firma ha crecido musical y vitalmente al ritmo que marcaba cada uno de sus discos y actuaciones. Tampoco ayudan las conocidas circunstancias en que se produce esta presentación de Bestieza, un año y medio después de lo previsto al menos bajo unas condiciones sanitarias cercanas (aunque no del todo) a la normalidad.
Aún así sólo cuando apareció la banda en escena envueltos entre el sonido incidental de apertura, éste cronista no pudo evitar ceder ante el peso de la emoción, marcada tras una larga temporada de anomalía musical. Sentimientos parecidos de agradecimiento se palpaban en los rostros de cuatro los protagonistas, pero… fue solo un instante, pues los de Malasaña no son amigos del lamento, así que ya con los con los primeros riffs de «Mar de sendas» de su disco de estreno, seguida de canciones de peso en el repertorio como «Septiembre», realzada con los arreglos de David Krahe que revitalizo con el sonido de su guitarra las canciones del repertorio clásico , y «Señora» una canción que… sin permiso, ya es más de Los Enemigos que de Serrat
‘Cuanta mierda hemos tragao’ dijo Josele, para a continuación añadir ‘ahora hay que soltarla’ y lo hicieron tirando de repertorio cañero para hacer de la actuación, simplemente ¡y no es poco!, un concierto más de rock enemigo, una fiesta donde las nuevas composiciones como: «Menos que un perro», «Vendaval», «La ofensa» y ¡cómo no! «Siete mil cancones» sonaron como si formaran parte del catálogo habitual de imprescindibles en directo junto a: «Yo, el rey», «Brindis», «Paracaídas», «No se lo cuentes», «John Wayne», «Complejo», «Dentro», o las palpitantes «Desde le jergón» y «La cuenta atrás». Intensos y apresurados en ritmo no cedieron en la acelerados, ofreciendo escasos respiros… solo a medias en «Me sobra carnaval», su canción más grunge o en «Todo a cien» y «Quillo (he vuelto a nacer)» la versión más pop que esta banda de rock… y de roll… como dijeron que son, puede ofrece. Otra gran noche ‘sin más’ de rock enemigo en La Riviera… ¡a por la próxima!
Texto y fotos: Antonio Cancho
