Encuentros

Kike M, «lo primero son las canciones»

 

Kike Martin es un artista salmantino que lleva media vida encima de un escenario, y eso que solo tiene treinta años. Un músico multifacético que nos presenta un sonido que oscila entre el folk americano y las viejas melodías de la canción de autor.

 

Hace apenas unas semanas publicó su primer álbum de estudio, Antipersonal (Metales preciosos/ Universal Music Spain). Un disco que demuestra a la perfección su libertad artística y su calidad creativa. Diez canciones que nos permiten entrar en su universo sonoro.

Es todo un placer poder hablar contigo Kike, ¿cómo nació este proyecto?

El proyecto nace de las canciones. Me vine a estudiar a Madrid y tenía algunos temas nuevos que no encajaban con mi anterior banda de Salamanca. Poco a poco, empecé a probarlos en algunos micros abiertos, así se fue profesionalizando la cosa.

Al principio iba casi siempre yo solo con mi guitarra a todas partes, después he ido conociendo a diferentes músicos que han querido acompañarme, pero lo primero siempre son las canciones.

Antes de empezar tu proyecto en solitario formaste parte de diferentes agrupaciones musicales ligadas al punk rock. ¿ Cómo empezó tu trayectoria dentro de este mundo?

Con 13 o 14 años nos juntamos unos cuantos amigos a tocar en el pueblo del batería. Su padre nos llevaba y nos traía de Salamanca y ensayábamos en su bodega. Fue una etapa muy bonita que me cuesta recordar nítidamente, pero hicimos un buen puñado de conciertos, incluso fuera de Salamanca. Éramos adolescentes que solo queríamos tocar. Hoy tengo una mezcla de nostalgia y orgullo de haber formado parte de todo aquello.

Una vez asentado en Madrid publicaste tu primer Ep, Pobladores del suelo, las nubes y el mar (2018). Un trabajo breve, pero que te ayudó a ir definiendo un sonido propio, muy ligado a la canción de autor y a ritmos de tinte indie folk.

Sí, por aquellas me puse en contacto con José Bueno, mi actual guitarrista. Le había molado un tema que grabé en una azotea de Lavapiés con otros amigos y se aventuró a dirigir la producción del E.P. Lo grabamos muy rápido con algunos de sus músicos de confianza, recuerdo que en 3 días ya estaba todo hecho. ¡Fue la primera vez que grababa mi guitarra acústica en un disco!

Hace apenas unas semanas acabas de presentar tu álbum debut, Antipersonal. ¿Qué nos puedes contar acerca de este trabajo?

Este álbum es un desahogo para mí, una forma de sacar muchos de mis demonios al exterior. El disco está pensado para que la gente pueda hacer suyos esos demonios y bailar con ellos.

Yo llevé los temas al local solo con el sonido de la guitarra y de la voz, una vez allí se ha dado forma a todo. Tengo suerte de rodearme de unos músicos de primera categoría que gozan de un universo creativo fabuloso, sin ellos el disco sería otra historia. Por otro lado, Ángel Cáceres fue el ingeniero y el que llevó las mezclas, aportó un montonazo de ideas que se han quedado en el disco. Estoy contentísimo con su trabajo y con lo bien que hemos conectado.

Un álbum musicalmente variado, aunque dentro de un universo folk. Varias canciones como, por ejemplo: «Prefacio» o «Introducción para saltar a escena» tienen un toque muy irlandés por la utilización del violín e incluso de un bodhrán como elemento de percusión. Otras poseen un toque más castellano. ¿Cómo surgió este acercamiento a un folk tan ecléctico? 

Hace unos cuantos años, después de mi primera gira en solitario, la vida me llevó hasta el festival Ortigueira en Coruña. Allí descubrí todo el mundo musical celta y me quedé enamorado. Después de mi segundo Ortigueira me compré un bodhrán y en la tienda me dieron el número de Blanca Agudo para recibir clases, de ahí surgió la colaboración.

Supongo que la gente al hacer canciones somos un poco filtro de nuestro universo sonoro, aunque la marca de folk castellano aún no la entiendo muy bien, sí que he escuchado grupos como Coetus o el Naán que me siguen fascinando y me han acercado a una parte de la tradición de la música de donde he nacido que me era más ajena hace unos años.

Este disco salió gracias a una campaña exitosa de crowdfunding en mitad de la cuarentena. Son muchos los grupos nóveles que por falta oportunidades reales necesitan hacer malabarismos para poder publicar un disco. ¿Cómo viviste estos momentos?, ¿crees que en España hay una clara falta de oportunidades para los artistas?

El crowdfunding es una de las pocas alternativas que tienen algunos artistas para hacer realidad un disco. La otra es pedir dinero prestado a amigos y familiares o dejarse los cuernos en un trabajo que no te permite desarrollar tu carrera artística.

Desde que empecé con el proyecto me he ido presentando a un buen número de certámenes, sobre todo de cantautores o de bandas locales. Muchas veces no te asegura llevarte nada, pero si ganas es un respiro. Muchas veces se sobrevive a base de colegas que tienen un pequeño estudio o que te hacen unas fotos, te diseñan el disco… Algunas entidades sacan convocatorias para subvencionar proyectos artísticos, pero tampoco es garantía de mucho. En conclusión, creo que debería haber más pasta para invertir en cultura y menos para salvar a los bancos de la ruina en la que metieron a la gente.

¿Cómo fue el proceso de creación, composición y grabación de Antipersonal?

Hay canciones muy antiguas y otras que compuse un mes antes de grabar. Aprendí a maquetar los temas en mi casa. Después Gabriel Vidanauta (batería) me enseñó a crear y programar claquetas. Esas claquetas y maquetas fueron las utilizadas en el estudio para ir construyendo el sonido del disco capa a capa. Grabamos todo en una semana, pero después Ángel Cáceres estuvo casi dos meses mezclándolo con un mimo y una dedicación admirables.

Ha sido todo un placer hablar contigo Kike. Por último, ¿qué significa la música para ti?

La música supongo que es un antiquísimo ritual humano en el que nos relacionamos con el universo y con otros seres humanos de una forma mágica. La música es mi vida, mi pasión y mi alimento.

Texto: Víctor Terrazas

 

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