Para cualquier seguidor de la escena musical de esta ciudad, era cosa clara que tarde o temprano el talento de Miguel Martín, Migueline, tenía que explosionar. Colaborador en los más aprovechables momentos de Lori Meyers, cercano también a ese gran compositor que es Manu Ferrón, su nuevo proyecto Unidad y Armonía no ha parado de crecer y afinarse hasta alcanzar la alta cota que representa Un Verano Invencible (Casa Maracas, 2.021), a mi juicio uno de los mejores discos nacionales del año que agoniza.
Obviamente estos logros no se le pueden adjudicar en exclusiva, y como quedó probado la noche del Alambra, la conjunción con el resto de los miembros de la banda juega a favor de un total en el redefinen una sutil y también robusta mezcolanza del mejor pop cribado de la década de los sesenta con sibilinos toques psicodélicos.
Las preciosas conjunciones de voces, faceta en la que se luce el batería Popi González, de casta le viene al galgo, y las brillantes prestaciones del guitarra solista Toni Jimenez resaltaron especialmente sobre la modulada y contundente prestación instrumental del sexteto, que aprovecharon los escasos cuarenta y cinco minutos de que dispusieron para ofrecer un concierto notable.
Picoteando en su discografía, sonó <<Solo Tú>> de su primerizo homenaje a Los Módulos, <<La Luz>> incluida en su segundo lanzamiento más un puñado de la última cosecha, canciones tan inspiradas como <<Extraño>> o <<Somos Excusa>>, librándonos por suerte de oír su fallida recreación de la preciosa <<Soy Una Nube>> de Elia y Elizabeth, único punto negro en su más reciente cosecha. Visto lo visto, Unidad Y Armonía deberían a partir de ya empezar a competir en ligas mayores.
Texto: Manuel Borrero
Fotos: Eva Fraile
