Noche de lujo con un auditorio repleto de gente con ganas de homenajear el 100 +1 año del nacimiento de Charlie Parker. El concierto se aplazó el año pasado cuando se tenía que conmemorar el centenario debido a la pandemia.
Así nos lo explicó al inicio de la velada Joan Anton Carach, director artístico del festival que además animó al público a hacerse oír pues el concierto iba a ser grabado para grabar un disco. El evento fue una masterclass exquisita y en toda regla por la solvencia y calidad de los músicos del combo: el mítico Jesse Davis que se llevó prácticamente todas las ovaciones del respetable e hizo de speaker presentando los temas; Florian Trüsbach que para un servidor fue una sorpresa y descubrimiento mayúsculo por su técnica y fuerza con su alto sax, así como un tímido pero efectivo Claudio Chiara, tres de los saxos altos de referencia a día hoy. A destacar también el pianista Andrea Pozza sublime a las teclas y el batería Mario Gonzi, elegante como pocos.
La idea era simple: mantener viva la música poderosa y contundente de Bird, entre otras razones porque este proyecto cuenta con la autorización de los herederos de Phil Woods (un Parkeriano en toda regla) para usar los arreglos de Parker que escribió para una formación con tres saxos al frente. La fuerza sobrecogedora en cada tema atrapó al público con vítores tras cada solo. Se notaba que eso era una noche que ser recordará años en el festival. Y el momento mágico, hacia el final de la noche, fue una selección de baladas del “Charlie Parker on Strings” que sonó de fábula. “Autumn in New York” fue la guinda del pastel para todos lo que amamos la música de Charlie Parker. Una noche mágica.
Texto y foto: Jordi Sánchez
