En más de una ocasión, la educación familiar de un artista ha determinado ciertos aspectos de su carrera, ya sea estimulándola o castrándola. Influenciándola, en cualquier caso. Si el padre de Jim Morrison, en vez de un rígido militar de rango hubiera sido -pongamos por caso- un alegre jardinero, a saber si el niño le habría salido tan contestón. En el caso de los papis de Phoebe Hunt, se nos dice que se conocieron en un áshram de yoga en los años setenta. Si además sabemos que su nombre completo es Shanti Phoebe Hunt (shanti es una palabra hindi que significa paz) y que ya de adulta pasó un tiempo en la India en un retiro de meditación y como alumna de un maestro de violín, las pistas se acumulan. ¿Alguna más? Bueno, sí: en su página web ella misma define explícitamente lo que hace como Mystical Indie Folk – Inner Soul Exploration.
Con todo esto sobre el tapete, más una cósmica portada neohippie, más de uno estará ya anudando la sábana para escapar por la ventana. No debería. El tercer disco de Phoebe con los Gatherers es un muy agradable compendio de folk, country y bluegrass de impecable presentación pop. Colchón de acústicas sobre las que pasean el violín de Phoebe y la mandolina de su señor esposo, Dominick Leslie, pero que tiene la carta ganadora en sus prístinas, vibrantes y delicadas cuerdas vocales. Un timbre que tan pronto se asemeja a Kate Bush en la inicial «Some Things Change», como nos trae a la memoria aquel folk-rock alternativo de los noventa que tan bien encarnaron artistas como Margo Timmins o Eddie Brickell.
Oscilando entre lo personal y lo social en cuanto a lo que narra, con una sinceridad tan refrescante como creíble, Neither One Of Us Is Wrong acaba por resultar un buen pasatiempo. Un disco de emociones suaves, de cierta intensidad en baladas a piano tan convincentes como «Silent Prayer», más que adecuado para esos raros momentos en que apetece no molestar a los vecinos.
Eloy Pérez
