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Morgan – Sala El Sol (Madrid)

 

Recuperando el tiempo perdido

Tras conquistarnos con su debut North (2015) y convertirse en una de las bandas a batir desde su segundo y sobresaliente Air (2018), dejando su sello en cada concierto y quedando patente su magia sobre las tablas en la grabación del aún humeante Home (Live at Circo Price) de este mismo año, Morgan reaparecen a escena y nos invitan al preestreno exclusivo de su esperado tercer álbum de estudio.

Una velada para el recuerdo, donde la banda tocará por primera vez las diez canciones que conforman The River and the Stone en directo (disco que verá la luz este viernes 15 de octubre) y claro, no podíamos perdernos un show tan especial.

Un cosquilleo me serpentea en el estómago cuando bajo la gran escalera roja de caracol de El Sol, una sala tan mítica y familiar como siempre. Y es que, han pasado muchos meses de pesadilla pandémica desde la última vez que pisamos templos culturales y segundas casas como esta. Pero aquí estamos, en busca del tiempo perdido.

Ya no hay sillas y los sentidos reencuentros, brindis, besos y abrazos con mascarillas, corren como la pólvora y hacen que la previa sea perfecta. La banda pisa las tablas y sus rostros resplandecen sin necesidad de focos. Se palpa la emoción y complicidad compartida en el ambiente, las ganas de tocar y escuchar su nuevo trabajo en vivo.

A los titulares Carolina de Juan “Nina”, Paco López, Ekain Elorza y David Schulthess, se unen hoy (y a toda la gira) Gabi Planas a la percusión, acústica y teclado, y Alejandro Climent al bajo.

El juego empieza a fuego lento con la delicadeza contenida de «Hopeless prayer», con los músicos despegando poco a poco, como si lo que queda de tarde, volará como un avión de papel en llamas que no tardará en provocar una lluvia de luminosas pavesas sobre nuestras cabezas. Eso ocurre con el arranque de «River» y, como una fuerza imparable de la naturaleza fluyen y flotamos en su expansivo y mágico torrente sonoro. Este segundo adelanto, que en estudio suena tan poderoso y envolvente, con ese toque neo soul, palmas y coros (producción sobresaliente a la altura del sonido que manejan artistas top como Kiwanuka o Brittany Howard), hace que la sala Sol recupere el pulso de sus mejores momentos, acelerando la noche en un parpadeo, demostrando conexión total y desbordando su música como un río salvaje e incontrolable.

Los paisajes sonoros siguen su curso y las tonalidades luminosas se multiplican en el cielo que dibujan sobre nosotros. De «WDYTYA?», con una guitarra que suda americana y alcanza una de sus primeras cimas, al poderoso amanecer de «On and on (wake me up)», con atmósfera pop y Nina haciendo jirones toda preocupación con su voz. Pura garra y luz sanadora.

Las revoluciones vuelven a subir con una «Paranoid fall» que tarda segundos en desatar un tornado a base de vibrante rock and roll, con la banda quemando las naves al completo.

Tras la tormenta y zarandeo, cogemos aire y el amor crece de formas mil en «A kind of love», con la base rítmica marcando el camino y unos juguetones teclados y guitarra que terminan por dinamitar el tema, con Nina a por todas cantando a corazón abierto.

La avaricia que rompe todo saco y da paso a borrosos recuerdos que ya jamás podrán ser o tener lo que ahora ansían, deslumbra en la susurrante belleza de «Un recuerdo y su rey» con regusto a nana. Única pieza en castellano del álbum, con Nina levitando en directo y acunando hasta la última estrella perdida en la noche.

El pop de «Late» brilla futurista y soulero por momentos, con teclados atmosféricos y un pulso de batería muy marcado, con el sexteto echando más y más madera. Y llega el monumental primer adelanto con su inicio instrumental y ese “Waiting on the side of the road / I take my time to stop…”. Nos detenemos a un lado de la carretera y nos dejamos llevar por la brisa majestuosa de una «Alone» que nos envuelve como una enredadera de neón que crece por cada palmo de sala. El soplo continuo de aire fresco y autenticidad que desprende la banda, nos hace atisbar de nuevo un horizonte en el que solo nos queda una cosa clara: con la música, nunca caminaremos solos.

La delicadeza de «Silence speaks» cierra el disco, pero no el concierto… Nos regalan una lluvia funky soul con la siempre ganadora «Another road (gettin’ ready)», que desata ese baile que tantas y tantos soñaban con volver a disfrutar, sin sillas ya de por medio y en una sala como esta.

Morgan, con sus raíces intactas, prosiguen su viaje interestelar y allí donde vayan, les acompañaremos. Habrá que saborear con calma The River and the Stone y para el próximo reencuentro, prometemos unirnos a los coros y a más de un cantecito. Siga el baile.

 

Texto y fotos: David Pérez

 

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