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Festival de Blues de Cerdanyola (Barcelona)

Los Deltonos (foto: Fernando Ramírez)

Cerdanyola es un pequeño municipio del Vallés Occidental, pegado a la ciudad de Barcelona. Una de esos rincones donde se desea vivir por su tranquilidad y su integración con la naturaleza entre otras muchas virtudes. Y una de esas virtudes es sin duda  el entrañable festival de blues que este año cumplía 30 años. Con una programación que ha contado con figuras internacionales, esta edición se ha realizado en algunos espacios diferentes para poder cumplir con los protocolos necesarios: el Mercat de Les Fontetes, la masía Can Fatjó, el anfiteatro de Can Serraperera y Can Cordelles. Dejamos constancia de algunos de sus mejores momentos.

Band of Friends no tienen mayores aspiraciones que pasar un buen rato, y hacérselo pasar a la concurrencia, rindiendo homenaje al cancionero de Rory Gallagher con el bajista Gerry McAvoy, compañero del irlandés durante décadas, liderando el cotarro y que a sus sesenta y nueve primaveras se conserva estupendamente y disfruta en escena como un niño. Se presentaron en formación de cuarteto, con Paul Rose y Jim Kirkpatrick en las guitarras y Brendan O’Neill, que también estuvo al lado de Rory durante una década, a la batería. Para los más puristas quizás pequen de darle un barniz demasiado hard rockero a las canciones, pero el material que interpretan es de tal calidad que ese matiz no impide disfrutar del concierto. Y si se es devoto de Rory como un servidor es difícil no emocionarse cuando suenan «Moonchild», «A Million Miles Away», «Bad Pennny» o la impetuosa «Shadow Play». Objetivo cumplido.

Texto: Manel Celeiro

Band of Friends (foto: Sergi Fornols)

Izo FitzRoy

La Masia Cordelles fue el escenario principal habilitado por el Festival de Blues de Cerdanyola para los artistas de mayor convocatoria (con la excepción de Los Deltonos). Alli al aire libre y ante una amenaza de lluvia, que felizmente no cuajó, presentó Izo FitzRoy su segundo album “ How The Mighty Flow”. La cantante londinese vio abortada su gira de abril de 2020 por la pandemia; pero esta vez, con restricciones y sentados, pudimos disfrutar de sus canciones influenciadas por el soul de la Motown y el R & B , con Izo a los teclados Roland y su modulada voz arropada por dos coristas de color y una banda solvente. Inició el primer set, al mediodía, con “Phoenix”, “Blind Faith” y “Red Line”, intercalando temas de su primer trabajo “Skyline” de 2017 con los del mas reciente, con un tramo central mas melodico y una parte final mas decantada al funk. Lucieron las coristas en “Everybody Knows This Ain´t Right “y en “Shadowlands” con arrebato góspel en la que destacó especialmente una de ellas. Durante unos ochenta minutos nos reconfortó con su soul blanco con raíces casi imperceptibles en el blues. Se despidió en el bis con dos temas funky “Pushing Buttons” y  “Want Magic”para redondear la fiesta.

Texto: Joan Corbera

 

Samantha Martin & Delta Sugar fueron los encargados de la sesión vermut del sábado con su sonido a medias entre el soul y el rock sin hacerle ascos al pop, mejoran mucho sobre el escenario lo plasmado en sus discos, demasiado limpios y asépticos, y firmaron un concierto que fue de menos a más conforme la canadiense fue calentado la garganta para terminar por todo lo alto con el «Proud Mary» de la Credence pasado por el filtro de Tina Turner ampliamente coreado por el personal que llenaba la masía Can Cordelles.

Por la noche no llegamos a tiempo de ver a Gaby Jogeix, de quien nos dieron buenas referencias, pero sí de asistir a otro pase triunfal de Los Deltonos. Y es que juegan en casa cada vez que pisan el certamen vallesano, han tocado numerosas veces y el público los adora. En el actual formato de trío suenan contundentes y ajustados, Javi Arias (batería) y Sergio Rodríguez (bajo) le dan a Hendrik el pulso rítmico para que su guitarra tenga libertad de acción. Su último disco es el eje vertebrador del recital y a partir de ahí van picoteando de su amplio cancionero, una alegría personal fue la recuperación de «Puedo Morir» contenida en Ríen Mejor (1996), para dar forma a un repertorio sólido y eficaz. Terminaron jaleados y con buena parte del público en pie, e incluso frente al escenario obviando un poco las restricciones pandémicas, que no dejó de reclamar un bis tras otro hasta que la clásica «No Señor» puso el broche final al concierto.

Texto: Manel Celeiro

 

 

 

 

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