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AMFest edición “Parèntesi” – Castell de Montjuïc (Barcelona)

Toundra

Cuando hace poco menos de un año se cerraba la penúltima edición de AMFest, destacamos el espíritu luchador y combativo de los organizadores para sacar a flote una edición casi “imposible” en plena época de pandemia. Difícilmente podíamos llegar a pensar ninguno de nosotros que nuevamente volvería a ser sufrida, costosa y con tantas dificultades de por medio: el Covid todavía sigue presente y con él unas fatídicas, muchas de ellas desafortunadas, restricciones que imponen unas Autoridades con criterios dispares, contradictorios (recodemos que en julio se celebraron algunos festivales con aparente “normalidad”) y surrealistas que demuestran una vez más que el olvido hacia el Sector Cultural (más para unos que para otros) sigue siendo un realidad dónde lo único que consigue es rematar un sector ya de por si hundido.

Más allá de las inamovibles obligaciones de tener que llevar mascarillas y controlar las distancias de seguridad entre asistentes, manteniendo la obligatoriedad de asientos (en Europa y en buena parte de España, ya no es así), se añadía el absurdo límite de aforamiento en un espacio abierto como lo es el del Castell de Montjuïc, coincidiendo precisamente con el fin de semana donde por fin se abrían locales cerrados para ir “a bailar”.

Pero por suerte, superados y asumidos (que remedio) todos estos obstáculos, finalmente los verdaderos protagonistas acabaron siendo la música y todas esas bandas que la hacen posible, demostrando que no hay restricción que pare la buena música ni política que hunda los ánimos de todos esos “héroes” invisibles que lo hacen posible.

El pistoletazo de salida de la primera jornada lo dieron los vascos Vulk con su enérgica propuesta de post-punk robusto, con un Andoni de la Cruz desenfrenado dominando las tablas a la perfección, especialmente cuando se liberó de su guitarra para centrarse en las tareas vocales, logrando así las primeras ovaciones de la noche y dejar a la audiencia en su punto para dar paso a uno de los platos fuertes y más esperados de esta edición: Bala.

Bala

Lo de estas dos jóvenes gallegas en 2021 podría catalogarse ya como de fenómeno gracias a su fantástico nuevo disco Maleza, con el que han logrado una gran y merecidísima repercusión mediática y que de no ser por la situación actual, bien seguro estarían quemando muchos más escenarios dentro y fuera de nuestras fronteras.  Lo suyo fue un “veni vidi vici” en toda regla, provocando el delirio de todos los asistentes desde el primer grito de Ánxela hasta el último aporreo de la incombustible Violeta detrás de la batería. Lo de este dúo es real, pura pasión y está claro que si no salieron a hombros es porqué las restricciones sanitarias no lo permitieron.

Tras ellas, la difícil responsabilidad de cerrar la primera jornada recayó en las manos de los belgas de nombre sorprendente: It It Anita. Lejos de traer la calma y de quedar en evidencia tras el vendaval del dúo femenino, demostraron que la tempestad de decibelios, distorsión y actitud iba a seguir por todo lo alto, dejando un hipotético combate entre ambas bandas en tablas. Lo de esta gente fue una auténtica masterclass del mejor post-hardcore con grandes dosis bailables de noise que hicieron imposible no levantar el culo de las sillas. Que vuelvan cuanto antes en sala cuando todo esto haya pasado.

La jornada del sábado llegó con la calma, ahora sí, que siempre viene después de una tormenta, de la mano del dúo asturiano Elle Belga y sus preciosos “silencios”, logrando de esta manera sanar todas las heridas del día anterior. Una apuesta necesaria, valiente para el concepto del festival y todo un acierto.

It It Anita

Tras ellos, salieron la madrileñas Bones Of Minerva con su propuesta extrema y elitista llena de intensidad y oscuridad (no solo por el exceso de humo que vertieron los técnicos encima del escenario) sobresaliendo por encima de toda la instrumentación la presencia y cuerdas vocales de Blue Rodríguez. Su debut en la Ciudad Condal se saldó con una victoria dejando grandes sensaciones.

Pero si hablamos de triunfos, el nombre de Toundra siempre aparecerá en cualquier estadística. Volvieron a demostrar que juegan en otra liga y justificaron con creces la etiqueta de cabezas de cartel. Tiraron de lo mejor de su repertorio con temas tan imprescindibles como “Magreb”, “Cobra” o “Cielo Negro” sin desaprovechar la oportunidad de presentar en primicia una canción nueva titulada “El Odio. Parte I” que formará parte del nuevo disco previsto publicar el año que viene. Broche de oro para un AMFest merecedor de detalles como estos y mucho más.

Esperemos que esta edición Parèntesi sea solo un punto y seguido y que a partir de ahora las cosas vuelvan a su cauce normal para que este Festival, junto con toda su gente, logre desplegar todo el potencial que atesora, que no es poco.

 

 

Texto: Debonair

Fotografías – Sergi Fornols

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