El pasado 6 de octubre se cumplió el primer aniversario de la muerte de Eddie Van Halen y, casi de la mano, aparecieron recientemente dos libros dedicados al genial guitarrista. Es el primer año DE (después de Eddie) y los fans todavía no hemos superado su perdida, así que valen ambos tomos para seguir en el estado mental adecuado. Seguimos viendo el mundo en rojo y blanco.
Eruption, Conversations With Eddie Van Halen (que edita Hachette Books y ha sido escrito por Brad Tolinski y Chris Gill), como bien apunta su título, recoge un puñado de charlas con el guitarrista hasta ahora inéditas. En ellas, el guitarrista abarca absolutamente todo: los traumas infantiles debidos al maltrato sicológico que le proporcionaron sus compañeros de clase y calle por ser un inmigrante holandés sin conocimiento del inglés; el consecuente aislamiento social que le llevó a mimetizarse con la música; la parte técnica de su instrumento; las relaciones accidentadas con los cantantes de Van Halen; la debacle de su matrimonio; su alcoholemia, el cáncer…
A falta de una autobiografía, este libro hace las veces de llegar hasta la intimidad de Ed, porque habló a corazón abierto de todo y cuanto fue interrogado. Los autores no se dedican a transcribir las entrevistas sin ton ni son, sino que en cada época del guitarrista cumplen con un texto para poner en situación cada tramo de su vida. Además, a modo interludio, aparecen por aquí Steve Vai, Tony Iommy, Michael Anthony, el manager Ray Danniels (el mismo que siempre estuvo con Rush) y Gary Cherone, entre otros. Que quede claro, ¡Eddie odiaba las letras de Sammy Hagar!
Eruption In The Canyon, 212 Days & Nights With The Genius Of Eddie Van Halen (de Andrew Bennett) es otra cosa bien diferente. El libro es mayoritariamente fotográfico, pero los textos que acompañan a esas imágenes son oro puro, como abrir una mirilla y entrar en ese mundo tan complejo que fue el de Eddie entre 2004 y 2007. Es decir, su época más burra de alcoholemia y dejadez física. Los días en que Eddie, de no ser Eddie, hubiese pasado por un vagabundo cualquiera.
Andrew Bennett pasó todos esos días repartidos en diferentes años y vio cómo Sammy Hagar volvía a la banda, cómo Michael Anthony era despedido, cómo Eddie encontraba la sobriedad, y cómo, finalmente, tras meses de ensayos por pura diversión, Wolfie (el hijo de Ed) tuvo la brillante idea de llamar a David Lee Roth para que este volviese a la banda. Entre medias, idas de olla conspirativas, peleas con su hermano Alex, posesión de armas ilegales y uso indiscriminado de ellas, celos, gritos, esquizofrenia… Y el chasco final para el autor, que es mejor que cada cual descubra por sí mismo leyendo el libro. Lo dicho, poco texto pero suficiente para escribir sobre él un guión curioso y entretenido.
Una persona, dos libros y dos tramas bien diferentes. Ambos imprescindibles para entender (intentarlo al menos) lo que pasaba por la cabeza de un genio irrepetible en muchos momentos de su vida.
Texto: Sergio Martos