Surfeando la ola garajera
La novena edición de FestiSurf Costa Brava apuntó a las coordenadas del rock de garaje facturado durante la década de los 60 en el noroeste de Estados Unidos, sin olvidar las esencias surferas marca de la casa del festival gerundense. Tres de las propuestas reunidas en el Palau d’Esports i Congressos de Platja d’Aro se enmarcaban en dichas directrices. La cuarta, el frenético rhythm & blues de Dani Nel·lo, se zambulló directamente en las raíces más primitivas del rock’n’roll.
Calentaron motores Lord Diabolik, desde Perpiñán, con su irreverente pero genuina aproximación a los pilares fundacionales del garaje. Máscaras de lucha libre mejicana, ritmos cavernícolas, guitarras saturadas de fuzz, homenajes a los tótems de décadas pretéritas y perlas de propia cosecha como «Las fous du garage», que caldearon el ambiente del recinto a pesar de las incomprensibles restricciones sanitarias todavía vigentes en el ámbito cultural.
Igualmente adrenalínica fue la descarga de Tiburona, trío madrileño surgido de las cenizas de las añoradas Juanita Banana, que levantó la moral del personal a golpe de primitivismo punk y espíritu yé-yé. Alternaron píldoras tan adictivas como «Sola y feliz», «Que viene el lobo» o el instro surf gran reserva de «Tiburona», con versiones tan bien elegidas como «Aquí en mi nube», lectura en castellano del «Get Off of My Cloud» de los Stones.
También suman años de militancia en la escena madrileña los componentes de Los Capitanes, un combo de rock’n’roll visceral y bien engrasado, donde destaca la presencia de los incombustibles Albert Ginés (guitarra) y Alberto Bigotes (batería). Ataviados con uniformes cual oficiales de alta mar, despacharon chuletones de rock’n’roll garagero tan suculentos como «Capitán» o «Benny Hill», y se despidieron con una oportuna revisión de «Diga qué le debo», el clásico de Siniestro Total.
Ya para terminar, el siempre infalible Dani Nel·lo cerró el festival con una lección magistral de historia melómana que repasó capítulos tan esenciales como el swing, el jump blues, el primer rock’n’roll o la música jamaicana de las décadas de los 50 y 60. Un repertorio basado en los dos volúmenes de su proyecto Los saxofonistas salvajes, siete músicos en el escenario -a destacar el también saxofonista Pere Miró-, y citas a maestros como Red Holloway («Last Call») o Sam Butera («Come Back to Sorrento»). No se puede pedir más.
Texto: Oriol Serra