Encuentros

Jesús Ordovás, a vueltas con Jimi Hendrix, el salvaje

 

Sale a la venta el nuevo libro de Jesús Ordovas, una revisión corregida y ampliada sobre la biografía original del mítico guitarrista escrita a principios de los años 70.

 

«James Marshall Hendrix, conocido en el mundo de la música como Jimi Hendrix, murió el 18 de septiembre de 1970 en Londres. Objeto de leyenda, se elevó por encima de sus contemporáneos y se perdió en los abismos de la incomunicación». Así comienza Jimi Hendrix, el salvaje, la penúltima incursión del periodista musical Jesús Ordovás en el campo de la literatura de carácter biográfico, un terreno por el que ha transitado con éxito en más de una ocasión. Desbrozó la senda que otros siguieron después al escribir la primera biografía publicada en España sobre Bob Dylan, en el año 1972, a la que siguieron otras como la que dedicó a John Lenon,  a Bob Marley o al propio Jimi Hendrix, una aproximación al genio nacido en un gueto de Seattle y que escribió en el año 1973, tres años después de su muerte:

«La biografía original la comencé a escribir en Londres. En España tuvo una gran repercusión después de que en la revista Mundo Joven publicara un reportaje sobre el libro que titulé ¿Quién Mató a Jimi Hendrix? Las ediciones se agotaron en poco tiempo, y desde entonces es uno de los libros más buscados. Así que cuando la editorial La Linterna Sorda me pidió permiso para reeditarlo enseguida acepté la propuesta, a condición de que se incluyeran más fotografías, pudiera corregir algunos errores y actualizarlo con un prólogo. Con todo ello, hemos conseguido un formato mucho más atractivo, adecuado a los nuevos lanzamientos editoriales».

Que tras más de cincuenta años de su muerte (¿accidental?) la figura de Hendrix siga levantando interés es una muestra palpable de que nos estamos encarando con un genio de la música que, en su corta pero intensa carrera, no sólo despertó la admiración del público en general sino, incluso, la de sus propios compañeros de escenario, un hecho poco frecuente en un  mundo de egos elevados. Figuras incontestables de la guitarra como Keith Richard, Jeff Beck o Pete Townsend acudían a sus conciertos. Hendrix era algo más que un showman: era el dios de la guitarra eléctrica:

«Jimi Hendrix fue un revolucionario. Todos los mejores guitarristas, desde Eric Clapton hasta Carlos Santana o Prince han quemado sus discos de tantas veces como los han escuchado, intentando descubrir cómo sacaba esos sonidos siendo zurdo y salvaje. Porque Hendrix empezó a tocar una guitarra barata a los quince años de edad sin tener ningún tutor, aprendiendo de sus errores mientras tocaba con grupos de rock y blues por todos los Estados Unidos, haciendo shows en los que tenía que tocar las cuerdas de la guitarra con los dientes para salir vivo de los clubs de las ciudades del Sur, donde no hacía mucho los negros eran tratados como esclavos».

Chas Chandler, el que fuera bajista de The Animals, se dio cuenta que Hendrix era ese uno entre un millón se hizo cargo de su carrera, convirtiéndose en protagonista principal no sólo en la faceta musical del guitarrista sino también de la personal. En 1966, Hendrix era sólo un músico más de los que andaban por el Greenwich Village hasta que Chandler se empeñó en conseguir que fuera único:

«Cuando el bajista de los Animals lo descubrió en un club de Nueva York se dio cuenta de que Hendrix era un diamante en bruto, un salvaje al que únicamente había que vestirle en las mejores boutiques de King`s Road, buscarle un bajista potente y un batería con pies, cabeza y brazos para presentarlo en los mejores clubs de Londres. El boca a boca no se hizo esperar, y pronto se corrió la voz de que el verdadero Dios de la guitarra eléctrica no era Eric Clapton, sino él. Cuando Bob Dylan escuchó lo que hizo con “All Along the Watchtower” comentó que Hendrix era estratosférico, de otro planeta. Desde entonces Dylan toca esa canción intentando sonar como Hendrix»

La bola había empezado a crecer y se deslizaba por la montaña adquiriendo más presencia y más fuerza con cada giro. ¿Qué habría sido de los Beatles sin Brian Epstein, de Elvis Presley sin el Coronel Tom Parker o de Bob Dylan sin Albert Grossman? Todos los grandes artistas han tenido a alguien que les buscó conciertos, contratos discográficos, reportajes en prensa, radio y televisión a cambio de un tanto por ciento de sus ganancias. Un tanto por ciento que bien merecía la pena si ellos ganaban millones y podían editar sus canciones y actuar en todo el mundo. Chas Chandler hizo que todas las grandes estrellas del pop británico descubrieran a Jimi Hendrix, le consiguió contratos, conciertos, festivales. Algo que nadie había hecho hasta entonces por Jimi Hendrix en su país natal. Después de dejar con la boca abierta a los músicos de Londres, la fama crece, los conciertos multitudinarios llegan y, con ellos, uno de los momentos álgidos en la carrera del guitarrista:

https://www.youtube.com/watch?v=i5nkYQo6XcU

«El gran momento de Hendrix llegó cuando actuó en el Festival Pop de Monterey, que tuvo lugar en California en el año 1967, junto a todos los grandes grupos americanos del momento (Grateful Dead, Byrds, Jefferson Airplane o Janis Joplin) y británicos, como Eric Burdon, The Animals o The Who, entre otros. En aquel festival había que llamar la atención, porque era el primer gran festival pop de la historia, en el que estaban todos los medios y su repercusión era planetaria. El gran competidor de Hendrix era Pete Towshend, el guitarrista de los Who que, para que todo el mundo se acordara de él, destrozó su guitarra, mientras Keith Moon hacía lo propio con la batería. Así que Hendrix no tuvo más remedio que quemar su guitarra después de hacer una gran demostración de su poder. En 1969 tocando el himno nacional estadounidense en el Festival de Woodstock consiguió otro de sus grandes momentos mediáticos. Y para terminar, poco antes de muerte, dejó su impronta en el Festival de la Isla de Wight de 1970».

«En mi libro recojo los recuerdos, declaraciones y opiniones de algunos de los músicos que le conocieron, como Eric Burdon, o Gerry Stickells y Eric Barrell, que acompañaron a Jimi Hendrix, Noel Redding y Mitch Mitchell en muchas noches de locura a lo largo de cinco largos años de actuaciones, conciertos, fiestas y festivales. Los encargados de conciertos son un elemento vital en la química del rock. Los músicos confían tanto o más en ellos que en su instrumento. El buen encargado tiene que ser una combinación de ingeniero, obrero, enfermera, mayordomo, chofer, guardia de corps y psicólogo. Cuentan que la mayor preocupación de Jimi era poder dejar de hacer sus shows para dedicarse a componer música. Acababa harto de hacer 47 conciertos en 54 días. Hubo un periodo en el que lo pasó muy mal. Sus amigas también cuentan cómo eran sus relaciones más íntimas. Era muy sensible, pero también podía ser muy huraño»

Una antología de canciones de Hendrix seleccionadas y traducidas por el propio Jesús que van desde «Are you experience?» hasta «Purple Haze» pasando por «Crosstown Traffic» y finalizando en «Highway Chile», una recopilación de toda su discografía  y un buen puñado de fotografías, algunas de ellas inéditas, completan esta revisión de la obra original que la editorial La linterna sorda ha recuperado para las librerías de todo el país. Una apuesta muy interesante para una época huérfana de grandes espectáculos y artistas de leyenda:

«Hoy en día ya casi no quedan grandes grupos de rock. Acaba de morir Charlie Watts y los Rolling Stones ya no serán lo mismo que fueron. Tampoco lo son AC/DC, ni los Beach Boys, ni los Stooges, ni Grateful Dead, ni los Kinks, ni los Who. Estamos viviendo los últimos días del Rock tal como nació en los años 60 y los 70.Poco a poco aquellos grupos se van desintegrando o desapareciendo. Pero la buena noticia es que Jimi Hendrix dejó grandes discípulos en todo el mundo. En España, Salvador Dominguez es uno de los más legendarios. Lo conocí en mi barrio en los años años 60 y ya tocaba a lo Hendrix. También están Raimundo Amador, ex Veneno y Pata Negra,  que puede sacarle sonidos hendrixianos a su Gerundina y  Rosendo, Josele, Jorge Ilegal o Jorge Doctor Explosion».

  • ¿Cómo empezarías una charla ante un aforo de veinteañeros, por ejemplo, en la que tuvieras que hablar sobre la figura de Hendrix, quizá desconocido para ellos?

Para empezar, mejor que mis palabras, serían las imágenes. Les pondría la película del concierto de Hendrix en Monterey. Con eso bastaría para que alucinaran. Y, luego, ya podríamos empezar a hablar.

 

Texto: Toño Suárez

 

 

 

 

 

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