Encuentros

Jefferson Hyll, el futuro será bueno, o no será

La vieja sensación de descubrir un nuevo disco que entra a la primera. Ese escuchar el primer, el segundo, el tercer tema y pensar “esto es muy bueno, será difícil que mantenga el nivel hasta el final”. Pero las canciones se suceden y el listón no baja -puede que incluso suba- hasta que suena la última nota. Good Future, el nuevo trabajo de Jefferson Hyll, es uno de esos. Un álbum de rock americano diría que casi perfecto, de vocación analógica -que no vintage, ojo- y sonido contemporáneo. Doce canciones punzantes y sinceras, hijas de tiempos jodidos, buscando un mañana que solo puede ir a mejor.

 

Leí que empezaste muy joven a escribir y componer ¿Qué te motivó a hacerlo?

Comencé a escribir melodías cuando tenía cinco o seis años. Sobregrababa pistas en un radiocasete, mezclando mi voz con latas de palomitas de maíz como batería y un pequeño teclado Casio. A mi madre le encantaba la música y yo crecí escuchando canciones de Motown y de los años ochenta, y también música de iglesia. La música me habló de una manera que otros medios no lo hicieron, y quise ser parte de ella. Toqué la trompeta en la escuela, aprendí a tocar el piano en mi adolescencia y la guitarra a los veinte. Toqué en una banda en la universidad, pero en gran medida he sido un músico hermético, escribiendo y grabando de forma privada. Grabé más de una docena de álbumes, pero empecé como Jefferson Hyll (un seudónimo) en 2018 cuando mi composición pasó del piano a un pop de raíces más americanas.

 

Cuéntanos sobre la grabación de Good Future. Dónde y cuándo se grabó, un poco sobre todo el proceso.

El álbum se grabó primero en el estudio que tengo en mi casa de Cleveland, Tennessee y luego en Hayesville, Carolina del Norte, desde marzo de 2020 hasta julio de 2021. Grabé todas las partes yo mismo, excepto algunas texturas y solos de guitarra que Joel Davis añadió a una

cuantas pistas desde Baytown, Texas. Trabajamos de forma remota entre nosotros. Lo mezclé y mastericé yo también.

 

Te encargaste de todos los instrumentos, pues, en esta ocasión…

El inicio de la pandemia me dio tiempo para volver a coger la guitarra. Contraté a un guitarrista para mi anterior disco, Drive All Night, pero esta vez quería encargarme yo mismo, como lo había hecho en el pasado. Lo que implicaba partes más sencillas, pero a la vez más control sobre el sonido.

 

La producción suena un poco a los ochenta, pero también muy contemporánea. Guitarras limpias y sólidas, puro rock clásico americano. ¿Buscabas ese sonido en particular?

El álbum comenzó con «Satellite Crash». Había estado escuchando The War on Drugs y me gustó esa combinación entre la sensibilidad de los ochenta y la composición contemporánea. «Satellite Crash» no se parece en nada a ellos, pero fue un intento de combinar una atmósfera de raíces con la producción electrónica. Como hijo de los ochenta, quería que ese ambiente estuviera presente, pero tampoco quería que sonara como un artefacto. Hay algo fascinante en los pads analógicos y los loops de batería del material de Springsteen en los ochenta. ¡Sabía que quería un sonido de pad analógico! Debido a que mi interés por la música radica en gran medida en los setenta y ochenta, siempre he tenido problemas para tener un sonido «actualizado», así que me alegro de que también suene contemporáneo.

 

Un amigo, cuando le dije que escuchara tu disco, me preguntó a qué sonaba y le dije “no sé, diría que es rock americano clásico con algo de power pop y unas letras muy trabajadas y emocionales” ¿Estarías más o menos de acuerdo con esas etiquetas?

Es interesante que plantees una pregunta sobre las etiquetas. Cuando rellené los papeles para la distribución, creo que puse rock. Pero tienes razón, es difícil de categorizar. Ni siquiera sé dónde lo pondría. Coquetea con el Americana pero nunca aterriza allí completamente, especialmente cuando consideras la canción que da título al álbum, que es power pop en la línea de U2.

¿Cómo nació el disco? ¿La pandemia y sus consecuencias fueron una especie de “musa” para estas canciones?

Tanto material como emocionalmente, el álbum nació de la pandemia. Mi realidad se sintió asfixiada y supe que muchos otros sentían lo mismo. Quería un álbum que mirase hacia adelante, que intentara ofrecer esperanza en tiempos sin precedentes.

 

Comentabas en Facebook que el año pasado fue muy duro para ti, que enfermaste ¿Qué sucedió? En canciones como «I’m Still Here» pareces hablar de ello…

Creo que tuve COVID-19 o tos ferina. No estoy seguro de qué fue, pero tenía una tos terrible que duró seis meses. Entonces el médico encontró una mancha en uno de mis pulmones. Me dieron antibióticos y me dijeron que regresara en quince días. Estuve paralizado esas dos semanas. La mancha desapareció, gracias a Dios. Luego, a fines de enero de este año, fui hospitalizado con pancreatitis aguda. Me quedé dos o tres noches, con mi primera vía intravenosa y el peor dolor de mi vida. Escribí «I’m Still Here» poco después de salir. Siempre he luchado contra la depresión, pero 2020 y 2021 fueron los peores años, como sé que lo han sido para mucha otra gente.

 

¿Qué diferencias dirías que hay entre este nuevo disco y el anterior, Drive all Night?

Creo que Drive All Night se construyó de forma más consciente. Soy un gran fan de los compositores artesanales como Jimmy Webb, Stephen Bishop, Burt Bacharach, Carole King,

-material del Brill Building-, así que en ese álbum fui muy consciente de los cambios de acordes, melodías y letras, quería que los versos encajaran y ofrecer una presunción constante en todo momento. Mi enfoque esta vez fue “deja que hable la musa” y no pensar demasiado en ello. Muchas de las letras de Good Future fueron escritas en forma de flujo de conciencia.

 

Has recibido varios premios musicales en el área de Chattanooga. ¿Cómo han ayudado y/o alentado estos reconocimientos a tu carrera y tu composición?

La Asociación de Compositores de Nashville me ha marcado como “One to Watch” varias veces -creo que una docena- a raíz de las canciones de estos dos álbumes. Algunas de ellas también fueron nominadas para su almuerzo trimestral de editores. Y gané o participé en algunos concursos de interpretación y composición. He sido finalista en tres ocasiones en el Concurso de Compositores del Reino Unido, con mi nombre real. También conduje hasta Nashville y toqué en el Commodore y en el Blue Bird. Creo que los premios me han motivado a compartir más mi música, en lugar de dejar que los álbumes se queden en la estantería. Como si me dijeran ¡oye, a algunas personas esto les puede gustar!

 

Un recuento de tus principales influencias musicales…

La cuestión de las influencias es difícil para mí porque es difícil rastrear el linaje de mi música con la de otros, pero creo que los oyentes escucharán pistas de Jackson Browne, Springsteen, Tom Petty, Jeff Black, U2, Counting Crows, Gin Blossoms, John Mellencamp, Peter Wolf, Dylan y REM, entre muchos otros.

 

Y sobre tus letras, ¿hay algunos autores que crees que han influido en tu modo de escribir?

Podría enumerar un montón de poetas y novelistas que podrían haber influido en mi trabajo. Creo que este álbum quizás esté estrechamente relacionado con los románticos británicos: Shelley, Keats, Wordsworth y Coleridge. Hay locura en el mundo, pero también hay belleza, y quizás sea la imaginación lo que nos salvará.

 

¿Cuáles son tus planes inmediatos? ¿Planeas lanzar el CD? ¿Alguna gira para promocionarlo?

El álbum está disponible en CD. La gente puede escribir a jefferson.hyll@gmail.com para obtener una copia anticipada. El álbum estará en los mercados digitales (Apple o Spotify, por ejemplo) en algún momento de este mes de septiembre. Con la pandemia como está en el sur de Estados Unidos, no tengo planes de hacer una gira por el momento.

 

Eloy Pérez

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