Encuentros

Pepe Colubi hace pública su «Dispersión»

Pepe Colubi no es una persona a la cual sea fácil definir a que se dedica. Seguro que a él ya le va bien jugar al despiste y es más que probable que él tampoco supiera deciros al 100% a que se dedica. Lo que esta claro es que junto a Javier Coronas y Javier Cansado va camino de hacer historia de la televisión con un programa como Ilustres Ignorantes, con ya más de diez años de vida y con un seguimiento que lejos de decaer va en aumento día a día. Además, entre otras cosas, es escritor. En estos momentos se encuentra promocionando «Dispersión», novela que cierra la trilogía iniciada con California 83 y continuada con Chorromoco 91, donde a través de un alter ego llamado Pipi, el autor acaba explicando con tintes autobiográficos una vida que podría ser en muchos aspectos la de cualquiera de nosotros.

 

Mirando las fechas de edición de cada uno de los libros de la trilogía , estos están separados por un espacio de 6-7 años. ¿Es algo premeditado, es un ciclo natural? ¿Cuándo ves que llega el momento de volver a rescatar a Pipi?

La respuesta es muy prosaica. No tengo un plan y nunca lo hubo para escribir tres novelas. Cuando escribí California 83 era una novela en sí misma. No había, ni de lejos, una idea de continuidad, pero cuando salió la edición de bolsillo de esta, empecé a recibir feedback por twitter y cada día, no te exagero, había dos o tres personas que me pedían una continuación, ahí me lo empecé a plantear y así acabé haciendo Chorromoco 91. Entonces sí que pensé que había llegado el fin, porque las dos novelas eran muy complementarias. Con Dispersión no me di cuenta que iba a ser una continuación hasta que me puse a escribirla, tenía en mente hacer como una autobiografía novelada, no estaba pensada para rescatar a Pipi, pero todo empezó a encajar como un tetris y acabé haciéndolo. Se que ya no tengo credibilidad si digo que no haré una cuarta en el futuro, pero no pasará. No me planteo un Pipi viejuno.

Desde luego, como has apuntado, hay el Pipi de las dos primeras novelas y otro en Dispersión. Es más adulto, y aunque sigue haciendo bandera de su eterna juventud, ya se tiene que enfrentar a cosas más serias. De hecho esas reflexiones más profundas, hechas por un personaje que nunca se las había planteado, es donde creo que está el valor de la novela. ¿Era importante para ti mostrar una evolución del personaje?

Tiene  que ver con la con la estructura de cada una de ellas. Porque California sólo ocupaba diez meses de tiempo real, por decirlo así y Chorromoco eran dos años y pico. Aquí hay mucho más arco de tiempo. Hay una preocupación e intención de demostrar que Pipi llegaba a los cuarenta años. Es decir, que sin perder esa vista de ser un amante de la vida lúdica y disfrutona, pues se enfrenta a cosas que ni se imaginaba, como es  la muerte de tus padres, las decepciones amorosas profundas,  la experiencia de vivir con alguien, etcétera. Me interesaba explicar ese  punto de enfrentarse a algo que no sabemos cómo reaccionaremos, que es la madurez.

Pese a que, como has apuntado, Chorromoco 91 se empezó a gestar a raíz de la demanda de la gente vía twitter, Dispersión es la primera novela que editas ya como alguien, no sé si famoso es la palabra, pero si asentado en un entorno donde eres respetado y conocido. Debido a esto, ¿has notado que la repercusión con Dispersión está siendo mucho mayor?

Lo he notado sobre todo en la cantidad de promo que estoy haciendo, que la hago encantado, eh. Soy un chollo para las jefas de prensa… y estoy haciendo muchas cosas, aunque es cierto que ahora hay más medios que nunca. California salió un poco antes de que empezara Ilustres y con Chorromoco ya estábamos asentados, pero quizás no teníamos la repercusión que si existe ahora. También hay que tener en cuenta que es una repercusión un poco asociada al entorno de Ilustres Ignorantes, hay veces que comento a alguien que he escrito una novela y casi se sorprenden al oírlo. Diría que hay más gente que me no me conoce que me conoce, no es que tenga la repercusión de esos escritores mediáticos, pero vamos, se están haciendo cosas y contento de cómo está funcionando todo”.

Una de las constantes en tus tres libros es la relación que existe con tus padres. Desde que deciden enviarte al COU a Estados unidos a la preocupación de ver cómo va pasando el tiempo y no saber que van a hacer con este niño, que sigue de eterno adolescente. Y aunque Pipi no deja de ser en las novelas un perdedor simpático, Pepe creo que no tiene mucho de perdedor. Es más, yo creo que lo ha conseguido y has llegado, en cierta manera, a donde tu querías. ¿Crees que tu madre de ver donde estas ahora estaría tranquila?

Estaría totalmente tranquila y apoyando la jugada, igual que en otras situaciones mucho menos hedonistas o lucrativas me apoyaron totalmente (risas). Yo siempre digo que a mí me ha ido mejor que a Pipi en la vida, pero Pipi ha sido más feliz porque es un firme defensor y practicante del carpe diem radical. Es decir, él no tiene ningún tipo de previsión de futuro ni lo espera y cada uno de mes resetea totalmente. Yo también he sido un poco así. He sido un friegas toda mi vida, he sido autónomo, he tenido curros precarios pero los he desarrollado con entusiasmo y también con una falta de expectativa que te quita mucha presión. En el caso del Pepe real pienso que existe una  suerte tremenda de encontrar siempre, en momentos justos y oportunos, alguien que creía en ti y que te daba una oportunidad a la que a la que te entregabas con el entusiasmo propio de ‘ya está, he encontrado mi sitio’… y ese sitio se diluía rápidamente, porque hay curros que surgen y que se van igual que vienen de manera totalmente legítima, porque desaparece incluso hasta el medio en el que estabas colaborando.

 Parte del encanto del libro es, obviamente, el propio Pipi, pero por muy buen personaje que tengas necesitas una narrativa para apoyar todo eso. Tú,  que tienes un respeto reverencial sobre lo que es el humor y la comedia como concepto. ¿Te preocupa a la hora de escribir que no puedas estar a la altura cuando intentas escribir algo gracioso? ¿Buscas el chiste o te sale de manera intuitiva?

Pues me encanta esta pregunta, de verdad, porque en esta novela, el proceso de escritura fue totalmente distinto. No tengo un método concreto de escribir. En esta novela concretamente, digamos que el meollo en sí lo escribí muy rápido, pero luego el proceso de corrección fue exhaustivo e incluso agobiante porque tuve mucho tiempo. Yo firmé un contrato a larga vista para para poder escribir sin agobios, pero claro, cuando empecé a escribir y fui tan rápido, tuve varios meses para corregir, fue casi un trabajo de orfebrería, de limar…hay un recurso muy claro, sobre todo viendo ya la novela hecha, que es ir describiendo una situación y de pronto hacer un punto y aparte y meterle un hachazo por debajo con una frase lapidaria o que orienta también el sentido cómico de toda la escena. Entonces sí que me preocupa que  se entienda el punto cómico, por decirlo así. Pero claro, desde un sentido totalmente sincero y honesto. Es decir, no busco exactamente la comedia, sino que escribo desde ella. Entonces, la expectativa que tengo a veces puede sonar muy modesta, pero es que me haga gracia a mí, y no sólo que me haga gracia, también cualquier tipo de emoción que intente despertar con la novela, que yo me la crea, porque yo soy el lector, el primer lector. Pero me resulta muy difícil ponerme en un lugar de escribir para un público general, que es que es muy heterogéneo y que no puedes contentarlo de manera global. Hay una cosa muy curiosa, y es que a veces releo cosas de California o Chorromoco y realmente me río. Y pienso, ´’seré tonto, si esto ya me lo sé’. Pero recuerdo la situación y el momento y me vuelvo a reír.

Haciendo el paralelismo con la muisca es un poco lo mismo. Has de hacer música primero que te la creas y que te guste a ti. Si no te lo crees ya tu será complicado que los demás lo hagan

En general es así pero hay de todo…me hace gracia el  caso de ‘Años 80’ de Las Piratas, que es una canción que ellos mismos acabaron odiando porque les había pedido la compañía que hicieran un single con gancho para su LP. Hicieron esa canción como de deshecho y resulta que se convirtió en su gran bestia negra. Porque ellos no lo veían como una gran canción y resulta que funcionó a niveles estratosféricos…pero yo no me canso de mis canciones (risas)”

Volviendo la comedia, tú tienes un acercamiento muy respetuoso a lo que es el humor. Sería un poco aquel dicho de el humor es una cosa muy seria. Supongo que para ti un buen sketch o una buena peli de humor está a la altura de cualquier representación artística, sino más. ¿Cómo integras todo el humor y la comedia en tu día a día?

Pues de manera total e integral. A mí me da mucha rabia que se le considere una cosa menor en literatura, cine, etc… e incluso como actitud vital también está mal visto, pero a mí me parece parte fundamental de la actitud que hay que tener ante todo tipo de problemas. Yo  estoy ahora revisitando el show de Dave Chapelle, que lo han colgado en Netflix y es del 2003. Lo comento  porque el humor es parte de la filosofía de la vida y hay un punto trascendente y místico de explicar la vida a través de una sonrisa. En el primer capítulo hay un sketch en el que Chapelle es un supremacista blanco, que resulta que es negro y ciego. Él no sabe que es negro y se viste de KKK y los rednecks blancos, que son supremacistas, no saben que es negro y lo aplauden y vitorean. Hay un momento en que él se baja de la furgoneta en la que viaja con su entorno y entran varios blancos a increparle, y él piensa que están insultando a un negro. Entonces él también se pone a insultar a un negro que él no ve pero que lo intuye y que, desde luego, no sabe que es él mismo. Y esa es una manera brillantísima e incontestable de denunciar, en este caso el racismo. Por ejemplo, no puede haber mejor ejemplo de uso del humor intuitivo, catártico y natural que cuando estás en un tanatorio con la gente querida del fallecido o fallecida y acabas recordándolo con risas. Me parece el ejemplo máximo de hasta dónde puede llegar el humor.

Uno de los problemas que creo que hay con el humor es que la corrección política está matando el humor de entraña. No se trata ya de  hablar de dónde deben de estar los límites, pero sí  que cada vez es más complicado hacer un chiste sobre algo, sin que no haya nadie que se ofenda. Ilustres Ignorantes es uno de los pocos espacios donde los límites no parecen existir. ¿Crees que un programa así podría existir en otra cadena que no fuese Movistar, que viva solo de la publicidad o de las subscripción pura y dura? También me gustaría saber  si te preocupa a dónde estamos llegando y dónde está el límite para hacer un chiste sin que mañana tengas un escándalo. Tu no dejas de hacer muchas bromas de referencia sexual que pueden herir sensibilidades

Bueno, son diferente temas abiertos. Por ordenar. El humor es un arte. Hay una parte banalizada del humor que me parece bien porque si estamos defendiendo que el humor es parte amachambrada de la actitud vital, pues tiene que expresarse. Pero el humor es un arte y tiene sus propios contextos como actividad profesional. Es decir, tú ves el monólogo de Anthony Jeselnik sobre la muerte del hijo de Eric Clapton y es incontestable. Es una obra de arte, es ingeniería lingüística porque ves cómo está hecho, cómo está construido. Obviamente es lógico  empatizar con Eric Clapton también, pero son como dos caminos paralelos. Yo recomiendo todo el mundo ese monólogo de Jeselnik para entender el alcance de lo que es un chiste bien hecho. Luego hablo de la parte de banalizar porque los contextos cambian, y a veces radicalmente, la composición de un chiste. Tú haces un chiste en twitter y lo sacas de ahí y se convierte en un animal desvalido y sin referencia, incluso ha perdido todo el entramado que significa el reply, el hastag, el timeline…eso son partes  moleculares del chiste que has hecho en twitter. Y esto es algo que está pasando muy a menudo. Alguien saca un tuit, lo mete en un artículo de prensa quejándose de eso y se convierte en otra cosa totalmente distinta. Es lo mismo con el teatro, con la tele. A mí me gusta usar más el concepto de sentido común que el de autocensura. Yo hay terrenos en los que no me meto porque no tengo nada que decir. Luego está otro terreno que es la ofensa. Mucha gente no sabe gestionar su ofensa. Parece que la ofensa va dirigida exclusivamente a él y en un acto supremo de ombliguismo, pues levanta la voz y dice ‘esto a mí me ha ofendido’. Hay buenos ejemplos, hasta de lo más absurdo. Yo recuerdo una vez que saqué un artículo donde hacía una pequeña broma sobre la petanca y el presidente de la federación de petanca de Asturias escribió una carta al director del periódico, quejándose amargamente de que se hacía de menos a la petanca. Y  ni si quiera hablaba de la petanca, hacia tan solo una pequeña mención. Es un debate eterno y muy interesante siempre.

 

Volviendo a tus novelas, la música es una parte muy importante en ellas. Personalmente creo que muchas veces cuando se habla de música en libros se utiliza de una manera bastante pedante y aunque el escritor tenga criterio, existe un punto de decir ‘mira cuanto sé’. Una de las cosas que yo valoro de tus novelas es que no juegas a eso, si te gusta en un momento dado X pues de X hablo. Para empezar lo que me imagino que tuvo que ser alucinante es llegar a California en 1983 y encontrarte con algo llamado MTV ¿Crees que tus gustos musicales serían los mismos si no hubiese vivido ese año de MTV o incluso tu relación con la música sería diferente?

Claro, aunque yo ya llegué con el virus de la música dentro. La primera semana que llegué a California ya asistí al concierto que cuento en la novela. Eso es real. Nada más llegar me encuentro que toca The Police con Madness, Thompson Twins, Oingo Boingo y The Fixx. Pero es que la semana siguiente, y eso ya no lo metí en la novela, vi a  David Bowie con The Tubes de teloneros. Era el último concierto de la gira americana del Serious Moonlight. O sea, que yo ya iba con ese interés previo pero claro, recuerdo perfectamente la primera noche que descubrí la MTV. Me lo explicó el chaval de la casa y no me lo podía creer. Hay que pensar que en el 83 no había ni tele por la mañana en España, así que imagínate el impacto de descubrir que existe un canal donde dan videos 24 horas al día. ¡Una radiofórmula de vídeos!. Me encantaría poder explicarle esto a los milenials y que lo puedan entender porque en aquel momento aquello era algo que estaba más allá de mi imaginación. Luego imagínate volver a España después de un año así, era volver al páramo. Es que escribía cartas a mis amigos, se lo intentaba explicar y no me entendían! (risas). Todas las noches cuando la familia americana se acostaba, yo me quedaba allá viendo un video tras otro. Me engañaba diciendo si el próximo no me gusta, me voy a dormir…y así me daban las dos cada noche.

¿Cuándo ves videos de entonces, regresas a aquellos días. ¿Te ves en el comedor de la familiar?

Absolutamente, el salón y el sillón que tenía reclinable, que era donde yo me sentaba para para ver los videos. Es que había videos en lo que ellos llamaban heavy rotation que los podías ver en un día seis o siete veces. Es imposible olvidarse de alguno de ellos y no relacionarlos con mis días en California.

Creo que tu gran pasión musical es el reggae y los géneros jamaicanos, tienes hasta un programa de radio, The Bucket, dedicado a ello. ¿Cómo te llegó esa pasión por el reggae?

Pues fue de una manera totalmente casual. Es como para pensar en la reencarnación, porque mi primer LP fue el Live de Bob Marley en formato casete. Esto vino dado por un verano que pasé en casa de unos primos. Eran diez hermanos, todos mayores que yo, así que imagínate, había todo tipo de música. Se oía progresivo, folk, new wave….yo tendría 12 o 13 años, y entre las cosas que ponían con cierta frecuencia estaba el Live de Bob Marley y un día me vi tarareando ‘I Shot The Sherriff’, así que al acabar el verano reuní varias pagas de mis padres y me compré la cinta. Casi al mismo tiempo me pasó algo muy parecido con la bossanova, y con el álbum de La Fusa de Vinicius de Moraes, también a través de otro primo mío. Pero luego para que veas la dicotomía, el primer CD que me compré fue el Close To the Edge de Yes y el segundo London Calling The Clash, como puedes ver todo muy variado.

¿Tienes mucha atadura emocional con la música que escuchaste en su momento?.

Sí por supuesto, hay cosas que están muy unidas a un momento concreto de tu vida, aunque luego se pueden proyectar en otras cosas. A mí me da mucha rabia esta expresión de la música de mi época, como si solo tuvieras una época en la vida para escuchar música, cuando las canciones evolucionan contigo de la mano y además pueden significar distintas cosas en distintos momentos. Pero fíjate, el podcast  que hago en Radio Primavera me motiva, porque estoy poniendo orden en mi caos sobre el reggae. Yo tenía un caos en la cabeza que era para verlo, porque nunca me había preocupado de estructurarlo, sobre todo a nivel cronológico, porque el mundo jamaicano tiene tal cantidad de interrelaciones, de coger una canción y hacer literalmente 200 versiones cambiándole la letra, pero manteniendo líneas de bajo o cierta estructura, que hace muy complicado saber quién es el autor original. Es que puedes coger un musico de Kingston de los 60 que trabajaba en  Studio One y a lo mejor ha participado en 2000 producciones. Existen bajistas, arreglistas, baterías…en general las bandas de apoyo, que es todo un trabajo saber lo que hicieron y en eso el podcast me está siendo muy gratificante, porque tengo una imagen más clara de lo que pasó y además sigo mi máxima de que quien mejor se lo pasa soy yo.

A pesar de tu pasión por la música, creo que no eres una persona muy apegada al formato. No te gusta mucho acumular cosas. ¿Cómo consumes música? ¿Has llegado a tener una colección grande de discos?

En los 90 si llegué a tener una colección importante de CDs, pero en una de las mudanzas que hice, me deshice de ellos porque era un formato que no estaba usando. Me acuerdo de una cosa muy concreta que hice en la mudanza de cuando vine a Barcelona. Yo tenía exactamente, entre otras cosas, 99 Maxi singles de reggae británico de los 90 en plan white label y llamé a un amigo coleccionista, Luis Colla, y le dije ‘mira Luis, si, si vienes ahora a mi casa te los regalo’. En cinco minutos estaba en casa (risas).

Igual ahora valdrían un dineral con todo lo que se ha revalorizado en el vinilo. ¿Quién nos lo iba a decir a principios de siglo?

Bueno, no sé exactamente lo que podrían valer, pero era una cosa muy específica que tenía que dárselo a alguien que supiera bien lo que era. Con los CDs hice algo parecido, me deshice de muchísimos y con los vinilos al final también. Luego con los libros, hice otro clic con lo de acumular también relacionado con una mudanza. Me di cuenta de que el 95 por ciento de los libros que tenía no los releía, ni tan siquiera los reconsultaba, y encima era una época que yo recibía muchos libros porque escribía sobre literatura y tenía una auténtica biblioteca. Un día  reuní todos los libros en medio de la sala, hice una especie de torreta circular, compré unas cervezas  e invité a amigos, amigas y les dije ‘llevaros lo que queráis’. Y me acuerdo que una amiga bibliotecaria, se emocionó cuando vio la torre de libros que había hecho. Dijo ‘Pepe, te vas a arrepentir’. Y dije ‘mira, estoy seguro de que no’. Entonces cuando acabo un libro y me ha gustado, a no ser que sea una edición rarísima, me encanta regalarlo con auténtica pasión y si algún día tengo que releerlo por lo que sea, pues ya me lo compraré. No me gusta acumular es una cosa que casi me agobia y aunque no tengo previsto hacer más mudanzas, prefiero que siga así.

¿Cómo consumes música entonces?

Sobre todo streaming, de hecho ahora mismo no tengo ni plato en casa. Esto tiene una explicación, porque antes de la pandemia pinchaba vinilos en garitos y era una manera de pillarlos con una pasión total, ya que sólo escuchaba esos vinilos cuando pinchaba. Era como un extra añadido, un poco maniático si quieres, viejuno, pero me gustaba ese ritual. He llegado a comprar vinilos y escucharlos en directo mientras los pinchaba en un garito. Para mí es un plus. Sobre todo uso YouTube  para escuchar, más casi que Spotify, porque en Spotify no está todo, ni mucho menos y YouTube realmente es el almacén, el almacén de lo raro y sobre todo los directos, hay cosas que son oro. Y de comedia ya ni te cuento.

Para ir acabando ¿serías capaz de nombrar algunas de las bandas de tu vida?

Pues mira, el otro día me pidieron  en Radio 3, hacer un podcast donde te dan una hora, sin entrevistas ni nada y pones la música que tú quieres. Utilicé la excusa de las novelas y puse canciones que salen en alguno de los libros. Empezaba con The Police, con un tema que siempre me ha fascinado que es ‘Masoko Tanga’ que es la canción que cerraba su primer álbum. Es un tema instrumental muy delirante que siempre me ha tenido fascinado. Además creo que es muy definitorio, porque siendo una banda rompedora consiguieron llegar al mainstream. Sus dos primeros discos me parecen alucinantes. En esa hora también sonó Prince, lo descubrí en América en 1983 con el álbum 1999 y fue un disco que me absorbió la cabeza e imagínate todo lo que estaba por venir con él.

Prince en esos 6 o 7 años fue incontestable. Pocos talantes se pueden comparar con el Prince de la primera etapa

Totalmente, es un lujo ser contemporáneo de una carrera como esa. Escuché ese disco sin parar, eran aquellos días donde cogías un álbum, lo escuchabas una y otra vez y lo acababas diseccionando.

Sigamos con tus gustos…

Bueno no son grandes sorpresas, digamos que es un poco lo esperable como puede ser Bowie. Yo tuve la suerte de verlo dos veces en directo y en una de ellas además, haciendo el repaso de todos sus singles. Bowie es un personaje hipnótico, que va más allá de la música. Luego, por decir algo un poco  menos conocido dentro del reggae, ya que lo mencionábamos antes, hay una figura que también me fascina que es Dennis Brown, un cantante que murió muy joven después de una mala vida, pero que dejó una obra prolífica y con temas totalmente brillantes. Es,  quizás dentro de Jamaica, el artista que más le hace sombra a Bob Marley. Es más, dentro de la isla, es probable que Brown sea más famoso que el propio Marley en cuanto a hits. Pero vamos, en esa hora que te comentaba de Radio3 también puse a los Stray Cats, The Clash por supuesto…

¿Creo que el punk más clásico te gusta bastante?  Ramones, The Clash, etc….

Fíjate, los Ramones los vi tres veces en directo y el punk es una música que me gusta pero que disfruto más en directo que escuchando en casa. Los tres conciertos de Ramones los recuerdo como estar viendo algo único. Era un poco, como dice la leyenda cuando tocaron por primera vez en el CBGB, que decían que eran una mierda, pero no podías dejar de mirar. Salvando las distancias es un poco eso, pero teniendo muy claro esa injusticia que se hizo con ellos de no valorarlos en su momento. Una de las veces que los vi, fue un poco bajona. Eran teloneros de U2 y en el Carlos Tartiere de Oviedo, llovía a mares y ellos no tenían ni techo. Me acuerdo de ver a Marky golpeando la batería y salpicando el agua en la caja y yo pensando ‘¡Son los Ramones, no merecen esto!

Recuerdo que una vez te vi en el concierto de Ronnie Spector. Deduzco que el soul también te va. Definitivamente pareces alguien ecléctico

Muchísimo, porque si hablamos de Marvin Gaye, también lo hago con fascinación. Desde luego el soul está ahí, incluso el blues…fíjate que despectivo ha sonado diciendo ese incluso, ¡a todo un blues! (risas). Es que me voy de un sitio a otro. Ahora me viene a la cabeza lo que siento por una canción como el ‘Fool’s Gold’ de The Stones Roses y se me pone la piel de gallina. Yo también soy muy de canciones a veces más que de carreras completas, no me interesa estar exigiendo siempre la excelencia. Yo cuando alguien hace una canción perfecta y que conecta conmigo de manera mística, soy capaz de aislarla de los trabajos menos interesantes del artista  y centrarme en el tema de manera casi psicótica.

 

RICHARD ROYUELA

 

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