Encuentros

Reme, puente aéreo al rock más goloso de los setenta

 

Tonadas entre fragantes y poderosas; mucha tradición pop-rock de los setenta asimilada con tino; y una conjunción que parece de otras épocas. Así suenan Reme, la banda formada por tres españoles y un inglés de Essex. Iñaki, Albert y Dani —cuya madre, au-pair en los setenta en Londres, dio nombre al grupo— viven desde hace años en Londres. A finales de 2019, reclutan a Sam en un pub de Stoke Newington para formar el cuarteto. Las nueve canciones de su primer álbum, homónimo, te sonarán a gloria si piensas que antes del punk la música tenía otro sabor. Más gustoso, tornasolado, emotivo.

 

¿Cómo se logra unir el rock clásico con sonidos contemporáneos sin que suene rancio?

Solo desde finales de los sesenta y principios de los setenta hubo tal explosión de creatividad que decir que uno tiene sus influencias en esa época es hasta cierto punto banal, puesto que hay tanto donde mirar que uno puede estar refiriéndose a decenas de cosas diferentes. Pero es una realidad que ahí están las referencias: Wings, Harrison, Bolan… ¿Cómo hacer para que no suene rancio o revivalista? Siempre que no suene exactamente igual, quizá. Pero la verdad es que no fuimos conscientes de cuánto de clásico y de contemporáneo le metíamos a las canciones. Uno referencia cosas, y con un poco de suerte, le sale algo un poco diferente, y adaptado al tiempo en que uno vive.

Citáis en la biografía promocional Band on the Run, Elton y Ziggy, Jeff Lynne. Se supone que estáis más en esa onda que en la de Led Zeppelin o Jethro Tull, ¿no?

No es descartable que alguno coja la flauta en algún momento, pero sí, Jeff Lynne, McCartney… en concreto con ciertos discos de Wings hemos estado bastante obsesionados últimamente. Led Zeppelin son Dios también, cómo no, pero de momento en cuanto a lo que se refiere a nuestras influencias nos quedamos con Elton y compañía.

¿Hay algún nexo común en las letras del álbum?

Lo cierto es que las letras las escribe Dani [el cantante], aunque Sam, sin duda, ayuda a la hora de saber si algo se dice más comúnmente de una manera u otra. Es la gracia que tiene el inglés, que tiene poquísimas reglas a la hora de la pronunciación de las sílabas. Las letras suelen girar en torno a hacer burla de uno mismo o, al menos, tratan de intentar verse desde fuera, tratando de, por sistema, relativizar, e incluso injustamente minimizar, los problemas propios.

Las canciones hacen referencia a personajes reales, el explorador Livingstone, o ficticios, Alvy Singer, el prota de Annie Hall.

Ese tipo de referencias nacen de verse, de alguna manera, identificado con esos personajes, ya sea reales o ficticios. Alvy Singer vive en una vorágine existencialista, de nuevo, riéndose de sí mismo y ridiculizándose, pero debatiéndose a ratos entre saberse con la razón absoluta sobre aquellos problemas que le preocupan, pero, a la vez, dudando de todo lo anterior.

El disco suena esencialmente sesentero en tonadas y texturas: ¿hasta qué punto fue analógica la grabación?

Puesto que grabamos entre Madrid y Londres, hay variaciones. Pero, por ejemplo, los teclados tuvieron un poco de todo. En Madrid, con Víctor, metimos teclados geniales como el Philicorda, y en Londres usamos un Mellotron original y un Vox Continental clásico. Pero también utilizamos sintetizadores actuales para añadir capas de cuerdas. Y, a pesar de grabar alguna guitarra enchufada directa a la mesa, también hicimos uso de amplis digitales que prácticamente clavan el sonido original.

¿Hay alguna banda actual, pienso en Greta Van Fleet, Lemon Twigs o Blizzard, con la que os sentáis hermanados?

Hermanados estamos con Wide Valley, con los que el estilo quizá no nos une, pero sí una amistad enorme. Estilísticamente, y que sean actuales, Lemon Twigs encajan perfectamente, y también Yak o King Tuff. En España, Ale, al margen de Rufus, con los que nos sentimos cercanos por motivos obvios.

¿Cómo afectó el confinamiento a la producción de un álbum iniciado en 2019?

Logramos grabar en Madrid una parte del disco antes de que la pandemia empezara, pero la segunda tuvo que hacerse durante un impasse del “lockdown” que nos permitió juntarnos en un estudio. Tuvimos suerte porque todo salió bien y dio tiempo a terminar antes de que entrara en Londres el “lockdown” más duro a finales de 2020. El efecto más notorio a la producción vino en la segunda parte. La producción fue a distancia, pero contamos con la ventaja de conocernos y haber trabajado juntos en Madrid, y en la pericia de Manuel [Cabezalí, productor junto a Víctor Cabezuelo] a la hora de inventarse maneras de trabajar on-line.

¿Cuál es el objetivo, tocar en España o en Reino Unido?

Tocar en Reino Unido es lo que esperamos sea nuestro día a día, porque vivimos aquí. En cuanto empezamos a tocar regularmente, llegó la pandemia. Lo ideal sería arrancar de nuevo cuando los conciertos se parezcan un poco más a los de antes, porque tenemos muchas ganas. Y a España no cabe duda de que iremos a tocar. En cuanto se levanten un poco las restricciones para entrar y salir de Reino Unido, nos plantearemos la posibilidad, porque nos encantaría presentar las canciones allí.

¿Qué preferís, llegar al oyente maduro o al público más joven ávido de rock clásico?

Lo cierto es que parece que, según algunos números, los veinteañeros no son los que más nos escuchan. Pero tampoco es sorprendente. Habrá muchos a los que les flipen los sonidos sesenteros, pero quizá no sean mayoría. Tampoco somos muy activos en redes, así que por ahí tampoco vamos a encontrarnos. El rango de edad donde sí parece que nos den más bola está entre los 35 y los 55, y tampoco sorprende, si nos ceñimos al estilo. Sea lo que sea, para una banda que empieza, como nosotros, quien quiera estar al otro lado, siempre será bienvenido.

 

Texto: Dr. Rawk

Fotos: Nicole Eberl

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