Encuentros

Emilia, Pardo y Bazán, veneno del bueno a corazón abierto

Abran los oídos y abróchense los cinturones, Emilia, Pardo y Bazán lanzan su LP debut, El mal de la juventud, diez canciones que te explotarán en la cara sin que apenas te de tiempo a parpadear. Veneno del bueno, una frescura corrosiva que se te queda pegada a la piel en la primera escucha. De la hipnótica languidez inicial a fuego lento del mal de amores que nos cala hasta los huesos en «Ladrones de cuerpos», a la explosión final de esa montaña rusa de sentimientos de cuatro minutos que comparte título con el álbum. Pero antes de centrarnos en las canciones, miremos un poco por el retrovisor para que todo el mundo os conozca.

 

Emilia, Pardo y Bazán sois Sergio Sanguino, Paula García, Ada Martínez y Pepe Sánchez, y si no me he informado mal, el proyecto nace a mediados de 2018 en Talavera de la Reina. Cuéntanos, Sergio, como fueron esos inicios, ¿de dónde venís, vital y musicalmente, cada uno y qué os hace dar el paso para uniros en este adictivo cóctel molotov?

Así fue, a mediados del 2018 comenzamos a tocar juntos. Ada, Pepe y yo, nos reunimos para tocar unas versiones en un espectáculo pequeño de monólogos que se organizó en un cine. Tocamos versiones de La Costa Brava, Cake, Jeanette… A partir de ahí, nos planteamos la idea de hacer nuestros propios temas. Supongo que nos movió la envidia por otras bandas que empezaban a petarlo y por otro lado el despecho hacia las relaciones recién terminadas.

Al poco tiempo se unió Paula y en 3 meses dimos nuestro primer concierto.

Pepe y Ada venían de otros proyectos musicales, Paula, a pesar de tener formación musical no había tocado el bajo jamás y yo venía del mundo de la actuación. Nos lo pasamos tan bien la primera vez que tocamos juntos delante de un reducido público que nos miraba entre el escepticismo y el asombro que nos pusimos con nuevas canciones donde explorar otros caminos musicales.

Necesario es contar la historia que hay detrás de la elección del nombre de la banda. Además de lo bien que suena, ¿qué os une a la figura de la gran y polifacética escritora gallega Emilia Pardo-Bazán?

A parte de la sonoridad del nombre, Emilia, Pardo Bazán era una figura muy controvertida a nivel político y social. A pesar de pertenecer a las clases altas tenía simpatía por los movimientos progresistas y su obra trasciende lo literario. Es difícil de etiquetar, en un sitio o en otro, y nos ponía la idea de agarrarnos a una referencia reivindicada desde tantos y tan diferentes lugares.

Por otra parte, a nivel personal, era una mujer muy vital y entregada a las altas y bajas pasiones. Hay cierta identificación con ella. No podemos dejar de mencionar que en Galicia y gracias a sus productos, a sus paisajes y a sus gentes, hemos disfrutado mucho y pensamos seguir disfrutando.

Siguiendo esta faceta comprometida de la banda, ¿cómo veis desde vuestra generación esa triste lacra (la violencia machista contra las mujeres) que ya denunció Emilia y aún sigue lastrándonos lamentablemente como sociedad?

A veces nos da la sensación de que parte de nuestra sociedad vive anclada en la cara más fea del siglo pasado: la violencia machista, el auge de la ultraderecha, la xenofobia… Afortunadamente creemos que lo mejor está por venir y que el mundo camina hacia un lugar más amable. Nos gusta pensar así, aunque generalmente nos damos de bruces con la realidad.

Los temas han ido apareciendo poco a poco desde 2019. La potente y rabiosa «Ciudad de vacaciones», puro nervio que se antoja coreable a viva voz este verano en cada bolo que tengáis y, de esa añada también, adelantasteis el conjuro inicial con el que abre ahora el disco, con un teclado que te arrastra mar adentro, como un vaivén de olas en la resaca de un amor que flota boca abajo, carente de sentimientos, como esas copias extraterrestres de la novela de Jack Finney, con la que comparte nombre «Ladrones de cuerpos». Seguida (en el disco) del primer big bang de guitarras y distorsión (Velvet Underground en vena) con «La Inmaculada Concepción», otro pildorazo de menos de tres minutos que es pura luz y rabia de otro amor que se escapa entre los dedos…

«Ladrones de Cuerpos» fue toda una sorpresa, Pepe hizo una base electrónica que sonaba como un mantra melancólico, me lo mandó y me encantó. Hice la letra en 20 minutos, era como si la canción ya existiera y la hubiéramos encontrado flotando en el aire…Suena a frase de 0,60 pero es así. (risas)

«La inmaculada Concepción» y «Ciudad de Vacaciones» parten desde un lugar más tradicional y más cercano a nuestra herencia guitarrera.

Tiene más que ver con romper cristales que con necesitar un abrazo y eso también nos pone mucho. La ironía y la rabia estaban muy presente en las primeras canciones.

De 2019 es también «Fumata blanca», único adelanto que se ha quedado fuera del disco, ¿verdad? ¿por qué ha sido la elegida?

Es una canción que nos encanta tocar en directo, es divertida y ruidosa, pero concebimos el disco como un viaje en el cual Fumata Blanca no aportaba nada.

Ya en 2020, con la pandemia sobrevolando como una pesadilla que aún nos susurra al oído, lanzáis «Madriz central», iceberg de una relación tóxica que se deshace, pero sigue estando presente… El sinsentido desesperanzador de volver a querer hacerlo mal, con Madrid central como metáfora y el careto de algún político interesado escondido entre frames del videoclip… ¿Puede que este tema fuera el primer tema con el que alcanzasteis más repercusión? ¿Cómo y cuándo nace esta canción? Háblanos de ella.

Si, «Madriz Central» entró en listas de plataformas digitales. Eso para una banda es muy importante (por suerte o por desgracia), porque suben las escuchas y los oyentes a un ritmo desenfrenado, luego el algoritmos hace su magia y te acaba diciendo una prima tuya que pasa de ti : “Wow hoy me has saltado en Spoti”

La canción nace por varias fuentes. Pepe me mandó una guitarra sobre la que hacer algo, por aquel entonces Almeida exponía en los medios las ventajas de que el centro de Madrid continuase siendo un lodazal de humo y contaminación. Mi Crush vive en pleno Madriz Central y ya me había dado algunas vueltas tratando de aparcar. Pensé que si me dejaba ese día podría decir que ni siquiera duramos lo que duró Madriz Central.

Esto y que Paula cuenta que se encontró con Almeida en los aseos de Casa Mingo… Fue la tormenta perfecta.

Uno de los sellos personales de la banda son las letras, repletas de ironía y metáforas del día a día, con ese dulce veneno sin antídoto del amor y el desamor como ejes centrales.

Gracias. Damos mucha importancia a las letras, a veces tenemos la sensación al escuchar música que lo que se cuenta no nos interesa o no alcanzamos a entender que quieren contar.

Sergio, ¿cómo es el proceso de composición de las letras? ¿Qué referentes tienes? ¿Trabajáis la música sobre las letras o partes de una melodía que creada entre todos para crear luego cada historia? ¿Cómo es el modus operandi?

La base del proceso es: si la letra no está hecha en 30 minutos paso a otra cosa, me parece que tiene que ser un proceso espontáneo. En el caso de Madriz Central y en el de Ladrones de Cuerpos, Pepe me pasó la música y sobre ella escribí. En el resto de temas, suele nacer todo al mismo tiempo, toco algunos acordes que he escuchado por ahí y me suenan bien a partir de ahí voy haciendo la canción, luego se la mando a la banda y ellos hacen la magia.

Los referentes son variados, desde Nacho Vegas, Sánchez Ferlosio, a Héctor Lavoe, Bruce Springsteen, Los Planetas, Bad Bunny, Vainica, Willy Colón, Julio Voltio,a Costa Brava, Manuel Alejandro, José Alfredo Jimenez, la copla… En referentes tengo una educación bastarda, escucho muchas cosas.

¿Qué discos habéis tenido de cabecera durante el periodo de composición y recta final de este flamante El mal de la juventud?

Pues desde  “Morning Glory, “hasta “El Madrileño». Hemos escuchado de todo.

Otra pregunta obligada, ¿cómo habéis vivido la pandemia y como ha afectado en la creación, trabajo y lanzamiento del disco?

Buff, un horror. Es cierto que hemos hecho cosicas, pero precisábamos del encuentro. De hecho, hicimos la típica canción a la pandemia, pero nos parecía tan aburrida la temática que ni la sacamos, para eso ya estaba Vetusta Morla.

En la recta final, dos disparos más a quemarropa, el vibrante grito a corazón abierto de «Ana y Oto», y los geniales cuatro minutos de «El mal de la juventud». Háblame de estos dos temas, de esos choques de trenes inevitables…

Ana y Oto son los nombre de Los Amates del Círculo Polar de Julio Medem , también son nombres que se leen de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, es un círculo vicioso, al igual que la relación de la que habla.

«El Mal de La Juventud», por el contrario, nos habla de un cadáver que no sabes dónde esconder, el dolor de advertir el final de algo…

Con las ganas de directos que tenemos todos, para que la gente no se lo piense ni medio segundo el ir a veros este verano, ¿cómo definiríais los conciertos de la banda?

Fuegote, sabemos cómo empezar pero no como acabaremos.

Y por último, ¿cuál es el mal y el bien de la juventud?

Es la sensación de creerse con la fuerza suficiente para cambiar lo que no te gusta.

Texto: David Pérez Marín

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