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Blues en la Encrucijada: Elli de Mon, mirando al Delta desde Italia

 

 

Muchos son los que aseguran que el blues está muerto. Pues desde aquí vamos a demostrar que no. Que está más vivo que nunca, y no solo eso, sino que ha sufrido múltiples mutaciones. Y que blues hay hasta debajo de las piedras. Blues bastardo, quizá. Pero a fin de cuentas, blues.

Elli De Mon, nom de plume de Elisa De Munari, no es una novata del blues. Lo escucha, lo ama y lo toca desde hace años. La one-woman band italiana, en realidad, empezó a principio de los 2000 con un grupo de punk-blues, Almandino Quite Deluxe, cuya principal influencia eran la Jon Spencer Blues Explosion y los Oblivians. Luego floreció su amor para el blues. «Mi pasión por el blues nació a través del rock. Como muchos, tenía en casa discos de clásicos como Hendrix, Led Zeppelin, Rolling Stones. A medida que crecía, me di cuenta de que el denominador común entre ellos y también de otras bandas o músicos a los que me acercaba, como Jon Spencer Blues Explosion, PJ Harvey, Kyuss, era el blues. Jack White, un músico que siempre citaba sus fuentes de inspiración, también desempeñó un papel fundamental. Una vez mencionó a Son House y a partir de su descubrimiento saltó la chispa. Empecé a mirar atrás, al Delta, y a descubrir artistas y grabaciones. Flipé», nos cuenta la cantante y guitarrista italiana. Su ídolo, Son House, tocaba en solitario y Elisa decidió empezar a tocar también como banda de una sola mujer. Nació en este momento Elli De Mon.

Entre 2014 y 2018 Elli publicó cuatro álbumes en los cuales su amor por la música del diablo se encuentra con su actitud garajera y también con una inesperada influencia indiana en “Blues Tapes: The Indian Session”, disco publicado en 2017 por el sello francés Pitshark.

Por si no fuera suficiente el año pasado Elisa De Munari publicó en Italia un libro, «Countin’ The Blues. Donne indomite», que habla de las mujeres del blues en los años Veinte del siglo pasado. Pioneras como Gertrude ‘Ma’ Rainey, Bessie Smith, Lucille Bogan, Lottie Kimbrough. «Ya tocaba en directo algunas canciones de estas mujeres y lo que más me llamó la atención fue la fuerza de sus letras extremadamente explícitas en cuanto a la sexualidad, la homosexualidad, incluso la violencia sexual. Lo hicieron desde su punto de vista de mujeres afroamericanas y, por lo tanto, más discriminadas que las blancas. Fueron muy valientes. Quería ahondar en sus vidas y descubrí que no había mucho sobre ellas, salvo algunos libros publicados en el mundo académico, sobre todo en inglés, así que decidí escribir un libro sobre ellas».

El nuevo álbum «Countin’ The Blues», que salió la semana pasada en el sello italiano Area Pirata, nace como consecuencia directa de ese libro. La idea de Elli De Mon fue la de reinterpretar en clave personal las canciones de aquellas mujeres afroamericanas que se atrevieron a desafiar los códigos, las costumbres y las convenciones de la época, utilizando el blues como el arma más eficaz de que disponían.

En su quinto elepé, la cantante y guitarrista italiana toma la música del diablo y la trae al mundo contemporáneo con un enfoque que es al mismo tiempo homenaje, acto de amor y desafío. Más que versiones en el sentido estricto de la palabra, los diez temas contenidos en el álbum son interpretaciones que conservan más el espíritu que la forma de los originales. Como se puede adivinar enseguida al escuchar Prove It On Me Blues de Gertrude ‘Ma’ Rainey que, entre guitarra slide y batería, se convierte en una canción al estilo White Stripes. Por ejemplo, un estándar como Blue Spirit Blues de Bessie Smith en las manos de Elli cambia atmósfera y, fiel a sus letras, suena como un oscuro canto de muerte. O el Downhearted Blues de Alberta Hunter que la one woman band salpica de distorsión como si fuera una canción de PJ Harvey. Mientras el Dope Head Blues de Victoria Spivey, una canción que habla abiertamente de los efectos de la cocaína (“Just give me one more sniffle / Another sniffle of that dope / I’ll catch a cow like a cowboy / And throw a bull without a rope”), mediante el uso del sitar, adquiere una atmósfera india y nocturna.

Elli De Mon reserva este tratamiento tan personal a todos los demás temas del disco. Su enfoque al blues no es filológico: «Tocar el blues de una manera clásica no me interesa», dice, «porque no vengo de ese entorno sino del punk y del garaje. Además me sentiría un poco inadecuada también porque el blues es un lenguaje típicamente afroamericano tanto en la forma de llevar el tiempo como en la interpretación de las letras y yo no soy afroamericana. La contribución que puedo dar al blues es hacer mi propia versión, que por supuesto es mucho más sucia».

Después de pararse más de un año por la pandemia, ahora Elli no ve la hora de coger otra vez su guitarra resófonica, su fiel Telecaster, su batería, su sitar y volver a tocar en directo. Esta vez con una misión más: la de presentar su nuevo LP y dar a conocer a la gente las canciones y las historias de las extraordinarias mujeres negras del blues.

Texto: Roberto Calabró

https://youtu.be/OBvQUsZKyD4.

 

 

 

 

 

 

 

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