Esta noche Ricky Gil y Biscuit presentan, entre amigos y familia, el flamante “Infinites Rutes Invisibles”, debut en solitario del co-líder de Brighton 64. El concierto será tan variado como los temas del disco, con ingredientes de rock, blues o power pop, y su principal protagonista alternará la guitarra eléctrica, la acústica, la armónica o el piano.
Hacia la mitad del pase, él mismo nos dice que después de ensayar tantos meses en un pueblo cercano a Vilanova i la Geltrú, de donde procede su banda de acompañamiento, ya era hora de que estas canciones sonaran en la ciudad. Estamos ante la obra de un cantante y de un grupo igualmente experimentados, así que sobre el escenario las canciones discurren con mucha fluidez, la sensación es de seguridad, alegría y mucha complicidad. El grupo hace su aparición, y antes de que Ricky salude, empiezan el set con un medley de “Insubmissió” (uno de los temas más largos del disco) y “Encaixes amb la descripció”.
Ya encarrilado el pase, Ricky nos dice que están muy contentos de poder tocar en directo (especialmente los Biscuit, que llevaban más tiempo que él alejados del público), y que tocarán los temas en un orden distinto al del disco. Continúan con la versión eléctrica de “Dues Obres Mestres”, y con otro de los temas más extensos del repertorio, “En una altra vida”, cuya letra sugiere que Ricky ha entrado en una fase de madurez, felicidad y estabilidad emocional. A continuación, suena “Dolça temeritat”, de registros blueseros, le sigue “Tempesta nocturna”, y el grupo abandona el escenario para que Ricky se siente al piano, e interprete “Ungüent de pell”, y un tema reciente de los Brighton, “Batalla Perduda”.
Es el primero de los momentos emotivos de la noche, transcurrido el cual es él quien se ausenta durante unos minutos, para que los Biscuit asuman el mando, e interpreten “Ella”, uno de los cortes del soberbio “Negligència Programada”. La velada entra en su recta final. El grupo interpreta “Skate Park”, y después Ricky nos anuncia que el concierto no será muy extenso. Estamos todos sentados, a una distancia prudencial entre las sillas a causa de la pandemia, y el cantante provoca las carcajadas de su banda cuando añade, para justificar la brevedad del pase: “no somos un grupo acostumbrado a tocar ante un público sentado… de hecho, no somos un grupo”. Para terminar, interpretan otro tema de los Brighton, ”Quan baixis de l’avió”, y lo hacen en un tono más blues y un ritmo más lento, como manda la letra de la canción (“cuando bajes del avión / escucharemos la canción de siempre / pero con un ritmo diferente”).
Ha llegado el momento de los bises, y del segundo momento emotivo de la noche: Ricky lo abre solo en el escenario, con la versión acústica de “Dues obres mestres” (una declaración de amor a sus dos hijos), y con otro tema de los Brighton, “Avui he tornat a casa”, también interpretado en formato acústico. Entre el público está el padre de Ricky, el abogado August Gil Matamala, famoso por su compromiso político y por su labor en defensa de los represaliados del franquismo, así que la letra de la canción cobra un especial significado (“es la historia de mi padre / la gran retirada / en enero del 39 / carreteras heladas y la playa infernal / que os espera más al norte / hoy te han hecho un homenaje / a ti y a todos los maestros represaliados / la fachada de la escuela / ahora lucirá una placa / y yo siento una profunda liberación / el sol brillaba, en febrero de 2019 / y todos deseábamos que tu puño alzado / marcara el rumbo de nuestros corazones”).
El grupo vuelve al escenario, y el maestro de ceremonias desvela la sorpresa que nos han preparado, a modo de despedida definitiva: una versión de “Hi Ha Gent”, de Toti Soler, joya olvidada de 1970, luminosa y lisérgica, que Ricky Gil y los Biscuit convierten en una apisonadora psicodélica. Esta noche, entre amigos y familia, se ha escrito una página, modesta por el aforo de la sala pero brillante, del rock catalán. Ojalá que los artífices de “Infinites Rutes Invisibles” puedan hacerle justicia, como han hecho hoy, ante públicos mucho más amplios.
Texto: Alex Fernández de Castro
Foto: Xavi Mercadé
