La pareja de moda en el panorama musical nacional presentaban su esperado y ensalzado segundo disco Clamor en el teatro Tívoli de Barcelona en tres veladas consecutivas con todas las entradas vendidas, en el contexto del Festival Mil·leni y con la bella festividad de Sant Jordi flotando en el ambiente.
En varias ocasiones durante la velada María Arnal hacía referencia al concepto de experiencia polifónica, que parece ser la premisa y punto de partida de su propuesta y ciertamente es lo que vivimos. Una experiencia polifónica de arte total, donde cada una de las voces y sonido tiene sentido en sí mismo y forma parte de un todo esplendoroso, de un espectáculo capaz de elevar el espíritu de los allí presentes y hacer que sus vidas sean menos miserables por el espacio de una hora y media.
Poesía -el impresionante programa de mano fue diseñado por el poeta Eduard Escoffet-, artes escénicas, iluminación, artes plásticas y por encima de todo la música confluyen en un espectáculo sensible y milimétricamente preparado y perpetrado.
Una música cocinada por los druidas de los unos y ceros y de las texturas electrónicas Marcel Bagès y David Soler -productor y mentor del dúo- y sublimada por las voces de María y unas Tarta Relena que extienden el significado del término polifónico hasta el infinito -estelar y apocalíptica su actuación en la secular «El Cant de La Sibil·la»-.
La historia de esta pareja es una historia de éxito y de un crecimiento exponencial que no parece haber llegado aún a su techo y el giro estilístico adoptado en Clamor hace que la figura de Arnal se agigante y la oruga que hace un tiempo nos maravillaba sentada en una silla con una vestimenta casual haya mutado en una brillante mariposa con ansias de llenar el escenario e incluso dirigir las voces de la audiencia.
Si hablamos del repertorio cabe decir que el dúo fue a contentar a sus seguidores, ya que no faltó ninguno de los hits de su pasado espectáculo -qué ganas de incendiarlo todo mientras suena «La Gent», maldita sea- ni las canciones más tarareables y bailables de su segundo trabajo -«Milagro, Tas de Tí, Ventura»…- e incluso recuperaron de su primer E.P. la bella «Polifonía CDG», pero dejaron fuera del espectáculo -a excepción de la épica «Jaque»- esos temas áridos y un punto incómodos como Hiperutopía o Alborada que cierran el disco y que les acercan a los Radiohead de Kid A o los Portishead de Third. Esperemos que en un futuro arriesguen más en su elección y podamos disfrutar de esos maravillosos artefactos sonoros en directo.
Texto: Rubén García Torras
Fotos: Sergi Fornols
