Encuentros

Sonic Trash, ver que no estás solo en el mundo

Es una de las claves para entender porqué se monta un grupo de rock: sentir que otras extrañas criaturas comparten tu rareza, la fascinación por un género musical que sublima una cierta actitud ante la vida. Muchos lo intentan pero, tras unos años de subirse a escenarios y bajarse a estudios de grabación, con sus momentos de éxtasis y sus disgustos, abandonan. No es el caso del núcleo de los bilbaínos Sonic Trash.

“Sonic Trash están en el lado de los músicos que viven activamente el rock’n’roll en todos y cada uno de sus aspectos”, les describe su vecino Javier Corral “Jerry”, responsable del ciclo Izar & Star y veterano radiofonista. “Tocan, escuchan, hablan, conciertean, callejean, coleguean en torno a la música. Su ADN está empapado de mucho rock salvaje, y mucho posrock, y mucho rock de los noventa, y mucho rock de antes y de después. Alto voltaje”.

Diez años lleva el quinteto viéndolas venir de cara. Esa veteranía se nota en el pletórico King Kong Party (La Motta Records), tercer álbum cuyos diez temas —pincha «Acelerado», «Kalamity», «Bilbao Speed City», o «Kamazotz» y te vibrarán las gónadas, ruto— confirman su gusto por la variedad dentro de una línea de rock denso y turgente, una eficacia nacida sobre las tablas en apabullantes directos, aquelarres donde se desbordan pasiones y se entra en una catártica dimensión. Ellos mismos nos lo cuentan…

Dicen que tenéis la garra de los grupos de Bilbao. ¿En qué consiste dicha potencia?

Supongo que en la mezcla de huevos y corazón, propio de la idiosincrasia de esta Villa.

¿Qué queda de aquellos chavales que en los años noventa la liaron en Ya Te Digo?

El amor y la ilusión por la música, por el rock y sus gentes, ver que no estás solo en el mundo. Y, por qué no, algo de inocencia también queda.

Iggy Pop, Kim Fowley o Mark Lanegan parecen vivir en la voz protagonista. ¿Preferís esa esquizofrenia a una sola tonalidad? 

Desde luego, siempre ha sido así, ¡es como la marca de la casa! ¡Venía con la cabeza!

Tenéis un directo contundente, inapelable. ¿Son las tablas del escenario vuestra verdadera dimensión?

Sí, es donde hacemos crecer las canciones y sacar lo mejor de cada una de ellas y de nosotros. Se van puliendo en el camino. Y, la conexión entre nosotros, creo que es imposible recogerla en ningún disco, como le ocurre a la mayoría de las bandas.

Contadnos sobre vuestra poliglotía: cantabais en inglés, luego en castellano, también en euskera. ¿Qué lengua resulta más conductiva para el rock?

El inglés siempre ha sido el idioma, pero creo realmente que, cuando todo cuadra y la canción funciona, el idioma no es realmente importante. Lo tomamos como un reto, además.

Sonáis a ratos oscurantistas, otros punk o hedonistas. ¿Cuál de esos ambientes preferís?

El placer se encuentra en los sitios más insospechados… y el ramalazo punk nos sale los días de viento sur, las “suradas” como les decimos por aquí.

¿A la fiesta de King Kong, invitaríais al simio gigante o solo a Fay Wray?

Le dejaríamos mirar, al simio, ¡cómo no!

Dylan vende su propio whisky, vosotros dedicáis un tema a un vino. ¿Qué tal sabe en copa de cristal?

Un gran vino requiere la mejor copa, sino se echa a perder.

Un momento en el que ascendéis hacia lo más alto es «Amnesia». Cima del álbum, ¿no?

Puede ser, al menos a nivel de intensidad, es el “subidón” del álbum. Va creciendo el tema hasta explotar para luego retroceder lentamente como una marejada.

Coro infantil en el tema final, «Alma Caníbal». ¿Cómo os atrevéis?

Esta canción llevaba mucho tiempo en la mochila pero no encontrábamos como resolverla. La enfocamos como una nana, un poco viciosa, pero nana al cabo, y el remate tenía que ser un coro de niños. Los hijos de Juanjo hablan alemán y están en la Coral de Bilbao, así que les cogimos a ellos y unos compañeros y el resultado fue hermoso, perfecto como broche final al disco.

King Kong Party hace añorar el ambiente de los conciertos en humeantes garitos. ¿Cómo lo presentaréis?

Ya tenemos algunos bolos cerrados, con menos aforo, con el público sentado… Vamos, un mojón, pero mejor eso que nada… ¡Espero que volvamos al tugurio, que es donde mejor y más se disfruta de esto!

 

Texto: Dr. Rawk

 

 

 

 

 

 

 

 

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