Encuentros

Rüdiger, viejos y nuevos mundos pop

 

 

 

Before It´s Vanished es la estimulante carta de presentación del batería vasco Felix Buff. Rüdiger es su alter ego. Y su riqueza musical, infinita: desde Low hasta los Beatles.

Felix Buff es uno de los baterías más queridos (y solicitados) del País Vasco. Tras haber trabajado con Joseba Irazoki, Rafael Berrio y Willis Drummond, entre otros, publica ahora su primer trabajo, Before it´s Vanished, donde se atreve a explorar sonidos pasados, presentes y, tal vez, futuros del pop. Aunque Rüdiger -en realidad, uno de sus apellidos- es su proyecto en solitario, no se puede entender sin la gran familia musical que acompaña al músico en los dos lados de la frontera:  el grupo Botibol (Vincent Bestaven, Antoine Philippe, Thea Guérin), el propio Joseba Irazoki, Marina Beheretche, Maia Ibar o su hermano Johannes, todos ellos piezas fundamentales en la elaboración del disco. “Me han ayudado a creer en las canciones que tenía”, reconoce Felix.

En una entrevista decías que este Before It´s Vanished es una especie de homenaje a todo lo que te gusta. ¿Qué es lo que más te ha marcado para la grabación del álbum?

Ante todo, soy fan de la música. Sigo descubriendo música y grupos cada semana. Este disco ha sido grabado en épocas y sitios diferentes. Se pueden escuchar influencias de Jonathan Wilson, The Drones, Beck, Kevin Morby, Low, Yo la tengo, Bill Callahan y, por supuesto, ¡los Beatles! Me gustan las bandas clásicas. Molaría más citar a la Velvet, Neil Young o grupos más desconocidos de la época, pero principalmente escucho bandas actuales.

¿Hasta qué punto ha sido determinante la aportación de tu hermano Johannes? ¿Cómo te has repartido las “tareas” con tus amigos y colaboradores?

Mi hermano es mi productor. Ha trabajado con algunos de mis héroes, como Thurston Moore, Lee Ranaldo o los Drones. Me fío de su criterio y hemos escuchado música desde que éramos pequeños, ¡contra esto es difícil competir! Nuestra manera de trabajar es la siguiente: hago las demos en casa, luego nos ponemos a escuchar y elegimos lo que hay que regrabar/quitar/añadir. Hace 15 años que no paro de girar, grabar música muy variada y he tenido suerte de conocer a músicos increíbles. ¡Hay muchos en Euskal Herria!

No habías cantado en toda tu carrera profesional… ¡hasta llegar al estudio! ¿Cuánto hay de improvisación en un disco que, por otra parte, parece tan estudiado y bien armado?

De nuevo mi hermano ha sido decisivo para sentirme cómodo con mi voz. Teníamos la confianza suficiente como para decirnos que mi voz era atroz o que no funciona. Me he dejado guiar por él. Es una buena manera de no juzgarte a ti mismo y aportar honestidad. Hay mucha improvisación en el disco; me gusta más la energía de una toma que la búsqueda de la precisión. Todo ha ido muy rápido, sin obsesionarse con los detalles. Elegíamos el instrumento adecuado para cada tema y pensábamos el arreglo según su sonido y melodía.

Me parece que con Botibol, uno de los grupos que te acompañan en el sello Usopop, compartes un espíritu muy parecido. Sois casi como las dos caras de la misma moneda, uno más experimental y el otro más analógico.

A nivel musical tengo mucho en común con Vincent, de Botibol. También Pierre Loustaunau (de Petit Fantôme) me ha enseñado cosas en el pop. Pero todas las experiencias pasadas me han aportado algo importante. La lista sería muy larga… He grabado el disco cuando estaba de gira con Botibol y también han participado en algunos temas, así que todo esto tendrá mucho que ver en el resultado final.

Tus canciones hablan de aspectos como el turismo de masas, el capitalismo… ¿Es este un disco político?

Yo soy de la gente que piensa que todo es político, una acción tiene repercusión. Las letras hablan de un mundo que está al borde del precipicio, estamos viviendo el límite del capitalismo y de la globalización. Los efectos son irreversibles y nadie habla de un cambio. Si el mundo no fuera una mierda, ¡yo estaría encantado de hablar de cosas más ligeras! También hay temas personales que se abordan en el disco, como empezar una nueva vida, el regreso al ser original… Mis letras son muy directas. Pueden parecer muy simples, pero son acordes a mi personalidad. No intento esconderme en fórmulas esotéricas.

En directo te vemos acompañado de Joseba Irazoki en un formato reducido. ¿El disco no está concebido para tocar con banda?

Las canciones, en su esencia, se tocaban con una guitarra acústica y voz, y Joseba acompañándome a la guitarra eléctrica. Tengo suerte de poder contar con él. Cuando toca entra totalmente en el sonido. Quiero montar una banda para tocar los arreglos del disco en los conciertos. Y ya tengo mi banda en mente, igual la monto antes de lo previsto.

Dedicas el debut al músico donostiarra Rafael Berrio, fallecido el año pasado. ¿Cómo era tu relación con él?

Era un gran musico y un gran ser humano. No tenía una relación constante con él, pero me marcó. Hemos grabado un disco y hecho una gira juntos. Tengo muy buenos recuerdos y admiraba su fantasía y su actitud en los conciertos. El hecho de que desapareciera durante el confinamiento sin poder cerrar este capítulo y reunirme con la banda me afectó bastante. No puedo escuchar su música todavía, llegará el momento.

Texto: Jon Pagola

Fotos: THEA

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