Carolina del Norte suele ser tierra de grandes artistas de roots music. Y de allí nos llega la última sensación – al menos para nosotros – de esto de la música cercana al country, al blues y al folk. Se trata de Clint Roberts, un tipo nacido en la pequeña Brevard, con solo 6000 habitantes, y que dio sus primeros pasos en la música tocando el ukelele. Pronto lo cambió por el banjo, y con ese instrumento entró a formar parte de The Fox Fire, con los que pudo girar esencialmente por su estado natal. No tardó en darse cuenta de que prefería cantar sus propias canciones, tocar sus propias historias y empezó a girar como un one-man-band, tocando varios instrumentos a la vez.
Su nuevo disco, descrito por Rolling Stone como un rock de raíces que se mueve entre Bob Dylan y Bruce Hornsby, aunque servidor no acabe de ver el acierto en esa comparativa, se titula Rose Songs, y ha sido producido por Ben Fowler, ganador de un Grammy y productor habitual de Eric Clapton o Lynyrd skynyr. Clint Roberts es un songwriter tradicional pero no tradicionalista. Es decir, hace las canciones como se hacían antes, pero no quiere sonar, aunque lo respete, a lo que se hacía en el siglo pasado. Y es que tiene 26 años, y eso se ha de notar, aunque no en sus maduras palabras, “hago canciones críticas con el nihilismo corporativo y cultural en Estadios Unidos que tan a menudo se presenta bajo el disfraz de una virtud superior y un derecho otorgado por Dios”. Chúpate esa cowboy.
EI
